Última actualización: 18 de abril de 2016
El amor no lo gana todo, a veces no es suficiente y es muy perjudicial pensar lo contrario y creerlo. En nombre del amor, muchas veces soportamos circunstancias desagradables y permanecemos anclados en relaciones alejadas del sentimiento de amor.
El miedo a la soledad nos lleva a mantener una relación que nos aporta muy poco, que no nos enriquece, sino que nos priva; que nos causa problemas y amarguras, en lugar de alegrías.
A veces pensamos que será transitorio o que la persona cambiará de comportamiento, pero la mayoría de las veces no es así; si el amor está ausente y no se siente en el cuerpo ni en el alma, la relación está muerta y es hora de tomar decisiones para mejorar, al borde de los miedos limitantes.
"No me importa que me quieras tanto, sino que me quieras bien y cada día mejor"
-Walter Rice-
El amor también se acaba
El hiperromanticismo nos ha inculcado ideas muy dañinas y dementes sobre el amor y la pareja. Nos vendió, a través del cine, las canciones o los poemas, que es el amor el que da sentido a nuestra vida, que si es verdad será para siempre, que por amor hay que aguantarlo todo, etc. Esto no solo es perjudicial para nuestro bienestar emocional, sino que es completamente falso.
El amor no dura para siempre, está científicamente comprobado y es natural. Mucho menos da sentido a nuestra vida, el sentido vital no lo dan las cosas externas, sino uno mismo con la propia interpretación del mundo y la propia capacidad de apreciación y placer; además, no hay que aguantarlo todo por amor.
Tolerar ciertas cosas de tu pareja está bien y es saludable. Como sabemos, nadie es perfecto y los demás tolerarán diferentes aspectos de nuestro carácter tan bien como deberíamos.
El problema surge cuando soportamos ciertas cosas que van en contra de nuestra identidad, nuestros valores o nuestros derechos o simplemente cuando notamos que la otra persona no se preocupa por nosotros, no nos apoya, no nos cuida, solo piensa en sí mismo. Evidentemente, ella tiene derecho a hacerlo ya vivir como le plazca, pero cuando esto sucede, la relación ha llegado a su fin y ya no podemos hablar de amor.
Está claro que cada uno ama a su manera. Hay personas mucho más cariñosas y expresivas que otras, pero hay detalles que no se pueden pasar por alto. La falta de respeto, la violación de nuestros derechos personales, los intentos de manipularnos o hacernos cambiar la forma en que pensamos, sentimos y vivimos, no son negociables. Si tu pareja te quiere, te quiere por lo que eres y te ha elegido porque eres único; no tiene sentido que quiera cambiarte, herirte o manipularte.
Después de estas reflexiones, puedes pensar en tu relación actual y observarte desde afuera: ¿sonríes a menudo? ¿Pasas tus días de mal humor, discutiendo y estando triste? ¿Te sientes más cómodo con otras personas que con tu pareja?
Sé honesto contigo mismo y responde todas estas preguntas.
¿Cómo tomo una decisión?
Si llegas a la conclusión de que el amor brilla por su ausencia, que ya no está presente, pero que los miedos te impiden tomar un nuevo rumbo, te conviene pensarlo con mente racional y práctica y que mantengas la siguiente consejo:
- Amaos los unos a los otros. No dejes que nadie te trate como no te mereces. Nadie merece tener una relación en la que sea ignorado, descuidado y abandonado a su suerte. Sin embargo, si lo permites, seguirá sucediendo. El que tiene que poner límites, a pesar del miedo al cambio, eres solo tú y puedes tener éxito si aprendes a quererte y valorarte antes que nadie.
- Aprende a perder. Las relaciones no siempre acaban bien y es una realidad que nos pasa a casi todo el mundo en la vida. Cuando esto pasa, no intentes forzar las cosas, no seas terco con algo que sabes que no puede funcionar. Lo más sensato e inteligente es aprender a perder y retirarse con dignidad.
- Minimizar. ¿Qué es lo peor que te puede pasar si terminas una relación? No necesitas a esta persona. Antes de conocerla, ni siquiera sabías que existía y vivías tranquila y feliz, por lo tanto, no es fundamental en tu vida. Lo peor que te puede pasar es lo que estés dispuesto a aceptar, así que tienes que afrontar la situación con serenidad, sabiendo que no necesitas a nadie para ser feliz, mucho menos que a una persona real. Solo tú eres responsable de un estado emocional disfuncional.