Última actualización: 11 de abril de 2016
Siempre vuelves a los viejos lugares, aquellos en los que amabas la vida. Sin embargo, Joaquín Sabina, cantante español, en una de sus canciones dice “No deberías intentar volver al lugar donde eras feliz”. Pero entonces, ¿hacia dónde debemos apuntar nuestra brújula?
Tal vez sea realmente cierto: quizás si volvemos a los lugares que han marcado nuestra vida, no los veremos de la misma manera. Los observaremos con una mirada serena, sin enamoramiento ni plenitud de vida. Veremos los edificios por lo que son: estructuras de diferentes materiales, que acogen a nativos y turistas. Ya no parecen ser actores colocados a nuestro alrededor para actuar como coprotagonistas de nuestra historia.
Los olores ya no parecerán cómplices de la luz de nuestros sentimientos. Pasamos los períodos más hermosos de nuestra vida, los atravesaremos, pero también tendremos que salir de ellos; parece que todo es más hermoso cuando tiene un final.
"Los amores imposibles no pueden desarrollarse, transformarse, cambiar... Por eso nunca mueren"
(Los puentes del condado de Madison)
En persona o en pensamiento siempre volvemos
Hay historias que tienen una duración fija en tu vida, y eso está bien. Si te esfuerzas en que duren más, dejarán de calentarte en las noches de fríos gemidos y angustias, porque su manto de dulzura existe gracias al misterioso final abierto. A veces, es necesario guardar las quimeras del amor como si fueran un tesoro: ese sentimiento que nunca se ha realizado del todo será auténtico para toda la vida por eso mismo.
Siempre volvemos a los viejos lugares donde amamos la vida, aunque solo sea con la imaginación. Sentimos el ritmo de sus latidos y la inocencia de la respiración de su pecho.
Siempre volvemos a los viejos lugares donde amamos la vida, volvemos con el pensamiento. Nos mordemos las lágrimas ante recuerdos inesperados. Siempre volvemos cuando queremos volver a enamorarnos, porque queremos recordar cómo se siente. Siempre volvemos, porque queremos esperar algo, queremos demostrar que todavía somos capaces de ello.
Siempre volvemos a quejarnos.
A veces volvemos a los viejos lugares donde amamos la vida solo para quejarnos de que perdimos una oportunidad. Volvemos con pesar y tristeza, pero con más pasión porque, a pesar de todo, la llama sigue ardiendo.
Volvemos a quejarnos de que no fuimos lo suficientemente valientes debido a los miedos e inseguridades. Al hacerlo, no hemos obtenido felicidad, sino comodidad. Estas certezas solo se realizan una vez en la vida.
“Solo lo diré una vez. Nunca dije eso, pero estas certezas solo se realizan una vez en la vida".
(Los puentes del condado de Madison)
Siempre regresas para mostrar lealtad.
Siempre volvemos a los viejos lugares para decir que nadie más nos ha hecho sentir lo mismo. Ha habido personas, sentimientos y eventos similares, pero la forma en que tocaron nuestros corazones no fue la misma. A veces necesitamos repasar toda nuestra existencia en un momento.
Esta forma de actuar tan libre, anárquica, impredecible, rebelde y apasionada es un lujo que le hicimos a ese lugar, porque nos encantó por cómo nos hacía sentir. No es una relación donde alguien pierde: ambos tomamos la magia del otro para brillar más. Ese lugar brilla más después de saber que le hemos sido leales. Es un secreto entre los dos, pero un secreto que no aprisiona, sino que libera.
Volvamos a los lugares donde amamos la vida para ser valientes
Siempre volvemos a los viejos lugares donde amamos la vida para ser valientes y sanar nuestras heridas, sabiendo que algo de lo que creíamos sanado puede comenzar a sangrar nuevamente. Siempre volvemos a esos lugares porque un momento de plenitud allí vale más que mil momentos pasados en cualquier otro lugar. Porque los días allí no son felices: los días allí tienen sentido y, por tanto, representan una felicidad imparable.
Volvemos a ser valientes porque somos conscientes de que nunca podremos irnos de ese lugar sin antes agradecerle y escucharle… Sin antes intentarlo de nuevo.
