Última actualización: 15 agosto 2018
Cómo nos relacionamos con la soledad dice mucho de nosotros. Debemos ser conscientes de nuestro estado de ánimo, de nuestros pensamientos, deseos y necesidades. Reflexionar sobre ellos nos ayudará a encontrar la estabilidad psicológica incluso en momentos difíciles. Este tipo de introspección se alimentará del tiempo que dediquemos a la soledad.
La capacidad de disfrutar de la soledad es un signo de madurez emocional e independencia. Estas cualidades nos permitirán potenciar el conocimiento de nosotros mismos.
¿Quizás nos odiamos tanto a nosotros mismos que necesitamos que los demás se sientan más aceptables? La dependencia emocional y los conflictos sentimentales crean en nosotros un vacío emocional. Además, no nos permiten soportar la soledad. Caemos así en relaciones codependientes, en simbiosis y en una confusión basada en una sociabilidad no genuina.
“El que odia, se odia a sí mismo”.
-Anónimo-
Cuando el silencio de la soledad causa angustia
Estar bien solo es una experiencia muy personal. Cada momento que pasamos solos es único. Surgirán en nosotros diferentes sensaciones según el momento vital al que nos enfrentemos. También afectará a nuestro estado psicológico.
No todas las mentes son capaces de contener e integrar el dolor que provocan determinados conflictos y circunstancias vitales. A veces nos marea escuchar nuestro propio eco. Por eso nos rodeamos de ruidos externos. Evitar elegir tu compañía es como huir de un callejón sin salida. Eventualmente, el vacío saca lo mejor de nosotros.
Si no aguantamos la soledad, nuestras máscaras entrarán en escena. Se dejará de lado la autenticidad y se pondrá en marcha un círculo vicioso en el que nos evitaremos a nosotros mismos. Haremos todo lo posible para no estar solos. Enmascararemos el miedo con falsas justificaciones. Pasaremos de una relación a otra sin siquiera saber lo que estamos buscando. Derramaremos nuestra angustia sobre amigos y familiares para que nos ayuden a llevar parte de nuestra carga aliviándonos momentáneamente. Intentaremos encontrar anestesia para la ansiedad a fuerza de pastillas. Cualquier opción será válida siempre y cuando no te enfrentes a la soledad y al mensaje que resuena en ella.
¿Qué hacer para eliminar la angustia?
Si estar solos nos produce malestar, inquietud, aburrimiento, angustia o ansiedad, es útil detenerse y pensar: ¿nos sentimos cómodos con nosotros mismos? ¿Hay algo que nos preocupa o nos inquieta? ¿Podemos nombrar la ansiedad que sentimos? ¿Podríamos explicar con palabras lo que pasa por nuestra mente o por nuestro corazón?
Cuando la soledad es incómoda o desagradable, significa que hay un mensaje que debemos escuchar. Algo no funciona bien si pasamos todo el tiempo en compañía de otras personas. Evitar la soledad a toda costa refleja el conflicto interpersonal. Si evitamos afrontar esta situación, acabaremos haciendo todo lo posible por calmar este estado de malestar, pero no seremos capaces de entender ni de afrontar lo que realmente nos está pasando.
La soledad es refrescante
Después de ciertos eventos importantes, es necesario tomarse un tiempo para uno mismo. Necesitamos esto para reorganizar las ideas y los sentimientos. Las pérdidas y los cambios crean en nosotros un desequilibrio emocional que debemos reordenar para recuperar la calma.
Dedicar tiempo en la intimidad es fundamental para hacer nuestra y vivir plenamente las experiencias que estamos viviendo. Está claro que también necesitamos que otras personas compartan nuestras experiencias e inquietudes. Sin embargo, es muy importante escuchar nuestra voz interior. Pasar tiempo con otras personas no debe reemplazar la reflexión personal, sino complementarla.
Reservar momentos solo para nosotros nos empuja a colocar nuestro mundo interior como centro de atención. Solo escucharemos nuestros pensamientos y enfrentaremos nuestras emociones. Nadie entrará en escena en nuestro lugar. Quedará en nuestras manos la responsabilidad de saber gestionar lo que nos aqueja. Será pues así como podremos disfrutar de la calma y aprenderemos a gestionar los estados de malestar.
La soledad nos permite hacer un esfuerzo por comprendernos a nosotros mismos. Nos da la oportunidad de decidir qué hacer, cuándo y cómo. Además, todo este proceso no será una carga, sino algo placentero.
"La soledad es la regla de la conciencia".
-Gustavo Adolfo Bécquer-
¿A dónde se fue la autenticidad de las relaciones?
Cuando se trata de relaciones, la calidad, no la cantidad, importa. La presencia de alguien a nuestro lado puede hacernos sentir igual o más solos que antes. La empresa no asegura el bienestar individual.
Necesitamos el cariño de los demás desde que nacemos. Buscamos el contacto humano dada la naturaleza de nuestra especie. La familia, los amigos, la pareja, los compañeros y cada uno de los núcleos sociales en los que nos movemos son fundamentales para nuestro desarrollo individual. Las relaciones interpersonales sirven como configuración para nuestra personalidad. Además, afectan nuestras habilidades sociales y el control emocional que tenemos sobre nuestro entorno. A pesar de ello, la capacidad de estar solo es de igual o mayor importancia. Sentirnos cómodos con nosotros mismos es el primer paso para estar cómodos con los demás.
Por otro lado, la hiperconectividad en la que vivimos conduce periódicamente a una desconexión y deterioro de los vínculos reales. Pasamos más tiempo comunicándonos a través de una pantalla que mirándonos a los ojos. Tenemos acceso a una multitud de personas y la capacidad de crear muchas relaciones. Sin embargo, estas relaciones suelen ser efímeras y no satisfacen nuestras necesidades emocionales más profundas. En consecuencia, nos sentimos incómodos cuando estamos solos e insatisfechos con las nuevas relaciones que establecemos.
“El carácter independiente surge de la capacidad de autoabastecerse”.
-Francisco Grandmontagne-
La soledad, la mejor compañera que existe
Disfrutar de la soledad dependerá de nuestra capacidad introspectiva. Dicho de otra manera, dependerá de la capacidad que tengamos para analizarnos a nosotros mismos. Esta capacidad refleja el nivel de compromiso e implicación que tenemos con nosotros mismos. Es decir, hasta qué punto nos hacemos cargo de nuestra vida sin delegar en otros nuestro mundo interior y nuestros conflictos. Una cosa es buscar la compañía de los demás para darles lo que nos sobra y otra buscarla para suplir lo que nos falta.
No se trata de estar solo, sino de saber disfrutar incluso estando solo. Hacernos compañía, elegirnos a nosotros mismos como compañeros y saber disfrutar de esto aun cuando estemos con otros marcará la diferencia. Nos permitirá establecer relaciones basadas en el deseo y no en la necesidad.
"Qué agradable sorpresa descubrir finalmente que solos no estamos tan solos".
-Ellen Burstyn-