Última actualización: 13 septiembre, 2020
Si has sufrido de ansiedad, probablemente conozcas el concepto de somatización. Nuestro organismo comienza a presentar una serie de síntomas que parecen no tener causa. Por ejemplo, podemos tener dificultad para respirar, erupciones en la piel o problemas digestivos. Hoy descubriremos que la somatización en personas adictas, además de ser común, es más fuerte de lo normal.
Cuando somatizamos las emociones, somos incapaces de relacionar lo que sentimos con lo que nuestro cuerpo manifiesta. Tenemos una tendencia a justificar, tal vez creemos que ese dolor de estómago se debe a un alimento que nos enfermó. O tal vez pensamos que el eczema que nos está molestando es causado por una reacción alérgica. A veces puede ser así. Sin embargo, si sufrimos ansiedad y estamos en una relación adictiva, lo más probable es que los síntomas que experimentamos signifiquen otra cosa.
Para comprender mejor cómo funciona la somatización en las personas adictas, contaremos la historia de Rebecca (se ha cambiado el nombre). Con este personaje entraremos en una relación de apego enfermiza. Veremos que los síntomas que presenta le están indicando que debe salir de esta relación.
Patologías de Rebecca
Aunque la relación no iba bien, Rebecca llevaba 3 años con su pareja. Su pareja jugaba videojuegos todo el tiempo y quería quedarse adentro todo el tiempo. Rebecca, por otro lado, quería salir y hacer otras actividades. Aparte de eso, en su relación había muchos otros problemas. Rebecca, sin embargo, había iniciado esta historia por miedo a quedarse sola y difícilmente la habría abandonado.
Rebecca también tenía muchos problemas con la madre de su novio, una madre soltera muy apegada a su hijo. A menudo fingía estar enfermo para llamar su atención. Esto, además de las constantes llamadas, generó mucha discusión. Rebecca protestó y se enojó, pero al final cedió y todo volvió como antes.
Después de tres años de relación, Rebecca comenzó a experimentar algo extraño. A veces, en las situaciones más particulares, manifestaba una reacción alérgica en el rostro. A veces, la irritación se producía al tener relaciones sexuales con la pareja. Al principio a Rebecca no le importaba. Tomó sus antihistamínicos y siguió con su vida.
Este es un claro ejemplo de emociones reflejadas en el cuerpo. Como decíamos al principio del artículo, la somatización nos alerta de un problema emocional. Además, a medida que se ignoran los síntomas, el cuerpo sigue presentando otros problemas hasta que la persona se da cuenta de lo que está pasando y busca una solución. Estos incluyen problemas digestivos, dolores y dermatitis.
El momento en que todo empeoró
Durante una cena con unos amigos de la madre de su pareja, Rebecca no podía hablar con normalidad. Su garganta parecía haberse cerrado. Se las arregló para controlarse en esa situación, pero el problema seguía repitiéndose. Cuando fue al médico, le dijeron que estaba teniendo un bolo histérico.
Al igual que en el caso de las irritaciones de la piel, no le importaba Ignoró el hecho de que estaba empezando a sufrir parálisis del sueño, fuertes dolores de cabeza y náuseas. Además, sintió fuertes dolores en el vientre antes de tener relaciones sexuales con su pareja.
Un día se pelearon por la madre de su pareja y él no la quiso en todo un día. No contestó el teléfono y no dio señales de vida. Rebecca comenzó a sentirse peor, pensando que él quería dejarla. Inmediatamente sintió un dolor de cabeza insoportable. Dejó de sentir hambre y su presión sanguínea bajó. No podía levantarse del sofá porque la cabeza le daba vueltas. Cuando su pareja la llamó, todos estos síntomas desaparecieron hasta quedar en el olvido.
La relación de dependencia
Rebecca no se dio cuenta de que ya no quería estar con su pareja. Siempre lo culpó por querer ir a su casa a una hora determinada a jugar videojuegos y por no poner límites a su madre. Estaba cansada de soportar esta situación. y enfadada consigo misma porque al principio no decía nada, estaba ciega y ahora todo la perturbaba.
Interiormente quería terminar la relación porque la agotaba, pero no fue capaz de ello. Tenía mucho miedo de estar sola. Su incapacidad para tomar una decisión coherente se manifestó en su cuerpo. Se sentía parte de una relación que no la hacía sentir bien. Eventualmente, Rebecca rompió con su novio, pero ya tenía a otra persona en mente para no estar sola. Después de un tiempo, los síntomas regresaron. Esta vez, sin embargo, se multiplicaron por 100. El ciclo se repitió nuevamente y los síntomas empeoraron.
No subestimes la somatización
Si no se resuelve el problema que causa la somatización, reaparecerá en otras circunstancias y con otras personas. En las personas adictas, esto es una advertencia. Esta señal indica que hay que profundizar en lo que se ha ignorado durante demasiado tiempo.
La somatización en personas adictas puede ser muy grave. Incluso puede provocar ataques de pánico, estados muy graves de malestar físico y gran infelicidad. Los que sufren de adicción no se dan cuenta. Sin embargo, si se detienen y se escuchan, se darán cuenta de que quieren salir de la situación en la que se encuentran.
La historia que hemos descrito no solo nos sirve para aprender a identificar si tenemos una relación problemática, sino para reconocer primero estas señales en nosotros y decidir actuar. Si creemos que nuestro cuerpo nos está enviando señales, tratamos de escucharlo. Puede que encontremos algo realmente útil.