Última actualización: 17 de marzo de 2015
Por lo tanto, el éxito en la vida no se mide por las metas alcanzadas, sino por los obstáculos superados.
La vida es un viaje. Esta representación de la vida es una metáfora utilizada desde la antigüedad, tanto en el contexto de la literatura como en el de la psicología. Y todos sabemos que en realidad no es un camino recto y sencillo: hay subidas, bajadas, desvíos y muchos obstáculos que superar. Sin embargo, siempre hay que seguir adelante y seguir caminando..
El problema surge cuando salimos de este camino, y no para hacer un recorrido, sino para entrar en un callejón sin salida. Sucede a menudo y, muchas veces, sin que nos demos cuenta; pensamos que es un atajo, una forma de continuar nuestro camino y, sin que nos lo esperemos, nos encontramos ante un muro.
A veces nos quedamos parados al final de este camino, mirando la pared sin entender por qué no hay salida o esperando que una puerta se abra mágicamente para nosotros.. Sufrimos porque no podemos avanzar, pero no retrocedemos, nos paramos frente al muro, tristes, golpeándolo con desesperación.
Dejemos la metáfora por un momento y centrémonos en nuestra vida diaria. Hay situaciones o personas que no nos llevan a ninguna parte, que nos dejan en ese callejón sin salida. Relaciones, amistades que no nos hacen bien o que no tienen futuro, pero a las que, a pesar de ello, nos aferramos desesperadamente.. Proyectos u obras que nos angustian, que no nos aportan nada, pero a los que no podemos renunciar.
Cuando nos encontramos en una situación que nos duele y nos hace infelices, debemos detenernos y pensar: “¿Estoy superando un obstáculo o estoy atrapado en un callejón sin salida?”. Si es el primer caso, entonces hay que seguir luchando.. Si por el contrario es el segundo caso, entonces es fundamental reconocerlo para cerrar las puertas y dejar atrás todo lo que nos impide avanzar.
Volviendo a la metáfora, hay que respirar hondo, volver atrás y salir del callejón sin salida. Sin mirar la pared que dejamos atrás. Hay que volver a la carretera principal, con sus subidas y fuertes desniveles, con curvas y piedras con las que tropezar, pero al final también con todas sus posibilidades y oportunidades de futuro..
En la vida es importante alejarse de situaciones o personas que nos paralizan y no aportan nada bueno a nuestra vida. Estamos convencidos de que dejarlos ir es doloroso. Pensamos que no somos capaces, evaluamos mentalmente todo lo que podría salir mal si lo hiciéramos.
Pero no es cierto, lo que duele es el hecho de aguantar y el miedo a que las cosas cambien, la angustia ante lo que no sabes.Y. Al fin y al cabo, el muro que nos impide avanzar es algo familiar y conocido y nos asusta enfrentarnos a algo diferente. Hay que ser valiente, llamar a las cosas por su nombre y entender cuáles son los muros de la vida.
Quizás este muro esté representado por la pareja o un ex. Tal vez sea un amigo, un familiar, un compañero de trabajo. Tal vez sea un trabajo al que no sabemos decir que no o una carrera que parece adecuada aunque no corresponda a nuestra vocación.. También puede ser un pasatiempo que odiamos, pero en el que trabajamos para hacer feliz a otra persona.
Chocar con estas paredes más de una vez no nos hace fuertes: es motivo de ansiedad, frustración, mal humor, tristeza. Y mucho peor: desesperación y conformidad. Pensamientos como “no puedo hacer nada” o “nunca saldré de esta situación”.
¡Demos un giro, demos la espalda a estas paredes! Sin sentirnos culpables por dejar atrás a las personas tóxicas, los trabajos insatisfactorios, las cosas que odiamos hacer. Sin miedo a lo que no sabemos y al futuro que está por llegar. Volvamos a nuestro camino y avancemos hacia la meta que queremos alcanzar y las personas que queremos ser. Sin lugar a dudas, nos espera un viaje apasionante.