Actualmente, los tanques de aislamiento sensorial se encuentran en casi todas partes, al alcance de cualquiera que quiera usarlos. Los entusiastas comparan la experiencia con el regreso al útero materno. La mente se libera y descansa definitivamente.
Última actualización: 12 de junio de 2020
Lo llaman tanque de privación sensorial o flotante y vuelve a ponerse de moda cada dos por tres. Aunque fue inventado con el fin de estudiar el cerebro, hoy en día se utiliza como método de relajación. Hay empresas especializadas que ofrecen este tipo de experiencia, pero también es posible utilizarlo en diferentes spas.
Quienes promueven las tinas de privación sensorial argumentan que es una experiencia comparable a regresar al útero materno. Probablemente la comparación sea arriesgada, pero está claro que quienes usan a menudo este dispositivo lo consideran una experiencia única. Aparentemente, te permite entrar en un estado de relajación absoluta.
El dispositivo también tiene sus detractores. Hay quienes entran en el tanque de privación sensorial con ciertas reservas, ya que la ruptura total del contacto con el mundo exterior les produce cierta angustia. Dicen quienes manejan estos tanques de flotación que es necesario gozar de estabilidad mental y madurez para poder vivir la experiencia al máximo.
Si bien gran parte de lo que percibimos nos llega a través del olor de los objetos que nos rodean, otra parte (quizás la más importante) siempre proviene de nuestra mente.
-William James-
La invención del tanque de privación sensorial
El tanque de privación sensorial es una creación de John C. Lilly, un neuropsiquiatra estadounidense. Su objetivo era dirigir un negocio exitoso. Su objetivo era estudiar los cambios producidos en el cerebro en una condición de aislamiento extremo.
Era la década de 50 y estos temas llamaron la atención de muchos científicos. En ese momento, Lilly diseñó dispositivos que bautizó como "cámaras de privación sensorial", es decir, dispositivos que minimizaban la actividad de todos los sentidos.
Lilly descubrió que a través de estos dispositivos era posible tener una experiencia muy especial. Permanecer cierto tiempo dentro de estas habitaciones producía una sensación muy relajante y rejuvenecedora. Sin embargo, sus estudios no se tomaron particularmente en serio, ya que Lilly era considerada, ante todo, una excéntrica ávida de atención.
Nuevos estudios de investigación
Aunque el tema no se consideró relevante en ese momento, el interés aumentó con el tiempo. Los experimentos con reservorios de privación sensorial comenzaron en varios lugares y surgió que tal vez esto no era solo una simple rareza de Lilly., sino más bien un medio que podría haberse aplicado en el campo terapéutico.
Al principio, estos tanques se estudiaron con fines militares. Su potencial para fortalecer el cuerpo y la mente parecía evidente y varios infantes de marina los probaron. Más tarde, la NASA empleó estos tanques flotantes como parte del entrenamiento de los astronautas.
A partir de la década de 70, comenzó a extenderse el uso de reservorios de privación sensorial. Los primeros en utilizarlo fueron los deportistas profesionales, que encontraron su utilidad durante las fases de recuperación muscular. Más tarde, los dispositivos fueron absorbidos por el mercado del bienestar. En un mundo de gente estresada, se presentaban como un gran negocio.
¿Cómo es un tanque de privación sensorial?
Es una especie de palangana con una capacidad que varía entre 400 y 600 litros de agua. Al menos la mitad de este volumen está ocupado por las llamadas sales de Epsom o sulfato de magnesio. La alta concentración de sales hace que todo el cuerpo flote de forma natural. Este es un efecto similar al producido por el Mar Muerto.
El agua mantiene una temperatura similar a la del cuerpo humano, por lo que al bucear no se siente ni frío ni calor. En algunos casos, el dispositivo tiene una escotilla que se cierra. De esta forma, el usuario permanece dentro de la bañera, flotando en total oscuridad y sin ningún estímulo auditivo.
Otros tanques de fluctuación no se cierran. Tienen una escotilla que permanece abierta, pero la luz a su alrededor es extremadamente tenue y el ambiente es silencioso. Por lo general, quienes se sumergen en un tanque de privación sensorial permanecen en este estado entre 60 y 120 minutos.
Los efectos positivos del tanque de privación sensorial
Todo apunta a que el uso de estos reservorios de fluctuación estimula cambios positivos en el cerebro. se pone en movimiento una actividad diferente a la habitual, muy similar a la que se obtiene con los estados de meditación. Por ello es una experiencia muy relajante.
Al mismo tiempo, se ha demostrado que sumergirse en una de estas piscinas mejora nuestra salud. En concreto, ayuda a calmar cualquier tipo de dolor muscular y previene problemas frecuentes, como las migrañas o los cólicos menstruales. Finalmente, reduce los estados de ansiedad.
También informamos que esta experiencia estimula la creatividad y aumenta las habilidades intelectuales. La mayoría de los que usan los tanques de privación sensorial quedan gratamente sorprendidos. Una minoría, por otro lado, encuentra la experiencia aburrida e incluso molesta. Además, no parece tener efectos secundarios, así que ¿por qué no intentarlo?