Toma siempre la iniciativa en tu relación, pero ¿no es eso lo que realmente quieres? En este artículo descubrimos cómo aprender a poner fin a esta situación.
Última actualización: 07 marzo, 2022
Tomar la iniciativa en las relaciones no está mal. Sin embargo, si no se siente cómodo haciendo esto, debe revisar la situación, porque asumir la responsabilidad total de una relación impide que la otra haga su parte.
También puede ocurrir que quienes no toman la iniciativa se sientan cómodos en un rol pasivo o que quizás sus prioridades sean otras. Sin embargo, lo importante es analizar cómo nos hace sentir esa dinámica.
Esto hará que sea más fácil identificar con quién tenemos un vínculo más fuerte y nos sentimos más cómodos. con quien tenemos más dificultad cuando tomamos la iniciativa. Exploremos el tema en este artículo.
Tomar la iniciativa en las relaciones: la fuerza del hábito
La fuerza de la costumbre es muy poderosa, incluso Darwin lo dijo. Nos hace acomodarnos en una situación hasta que nos cansamos y explotamos.
este puede desencadenar respuestas de rechazo y desconcierto, ya que la persona que no “explota” suele ser la que nunca toma la iniciativa en la relación. Sin embargo, puede tomar medidas para solucionar este problema.
- Comunicación siempre con respeto y claridad. Necesitamos hacerle saber al otro lo que pensamos sobre la situación y que queremos cambiar.
- Permitir que la otra persona se exprese: saber lo que el otro piensa y siente también es importante. Además, esto permitirá un intercambio de puntos de vista que nos puede llevar al siguiente punto.
- Evalúa las distintas opciones: necesitamos encontrar una opción que se adapte a nuestro caso. Así que podemos tomarnos un tiempo para pensar en algunas alternativas o hablar y evaluar juntos las posibles opciones que tenemos disponibles.
Lo importante no es hacer un cambio radical, sino empezar con pequeños cambios. Por ejemplo, la persona que nunca toma la iniciativa puede empezar proponiendo un programa de fin de semana una vez al mes.
Y así de manera progresiva. tendremos que comprobar si está haciendo su parte y si cumple con el compromiso asumido.
Cambio y frustración
Si la otra persona sigue siendo pasiva, puede que simplemente sea su forma de ser. Por eso, por mucho que pueda prometer que cambiará y que “sí, la próxima vez tomaré la iniciativa o seré más activo”, eso no sucederá.
En estos casos, es importante entender que la persona no es como nos gustaría y que aunque trate de complacernos diciendo que hará todo lo posible por cambiar, no será tan fácil.
Un artículo publicado en la Revista de Ciencia Sociales explica muy bien esta situación, muy común en las relaciones de pareja. Si para nosotros es tan importante tomar la iniciativa, y esta situación nos lleva a enfadarnos o a regañar constantemente al compañero por su pasividad, es fundamental reflexionar sobre la relación y los valores que nos importan.
La convocatoria de interés
Otro aspecto importante que no debemos pasar por alto y sobre el que debemos reflexionar es por qué mantenemos una relación en la que al otro no le gusta tomar la iniciativa. Por ejemplo, aunque nos propusimos vernos cuatro veces, la quinta fue esa persona. ¿Por qué pasó esto?
En el caso de que este contacto, la mayoría de las veces, tenga que ver, por ejemplo, con ir a la universidad a comprar un libro, ir al banco o ir a un lugar determinado donde no quieres ir solo tenemos que preguntarnos si esa llamada o ese mensaje no es por simple interés.
¿No podemos invitar a alguien a tomar un café, ir al cine o dar un paseo para hablar? Tal vez sea hora de revisar nuestras relaciones. Muchas veces tomamos la iniciativa solo en ciertas situaciones, pero no en otras.
Algunas personas, sin embargo, no toman la iniciativa en ningún ámbito de su vida. Si esto te hace sentir frustrado, cansado o incómodo, reflexiona. Además, no dude en ponerse en contacto un profesional que te proporcionará las herramientas adecuadas para manejar mejor esta situación.