Un problema siempre esconde una oportunidad

Un problema siempre esconde una oportunidad

Un problema siempre esconde una oportunidad

Última actualización: 11 de enero de 2017

Que los problemas siempre esconden una oportunidad es una realidad que se ha constatado en varias ocasiones. Sin embargo, aunque nunca dejamos de repetir esta frase a nuestros amigos para motivarlos en momentos de dificultad, muchas veces la olvidamos cuando más la necesitamos.

Los problemas no son sólo desafíos para la inteligencia y la razón. ¡Me gustaría que fuera así! La dificultad es que a menudo dan lugar a muchas emociones instintivas y casi mecánicas.: miedo, ira, prejuicios y aprensiones, intolerancia...



 "No se puede resolver un problema con la misma mentalidad que lo generó"

-Albert Einstein-

Como resultado, a menudo terminamos perdiéndonos en un vaso de agua. Perdemos la perspectiva de lo que somos capaces de hacer y nos quedamos quietos, paralizados por el miedo, tímidos o simplemente abandonándonos a la queja. Quizás hemos programado nuestra mente para ver amenazas en problemas de los que no hay salida; quizás hemos perdido de vista que los problemas son desafíos y que abordándolos podemos convertirnos en mejores personas. Hoy te hablaremos de las historias de hombres y mujeres que han convertido sus problemas en oportunidades.

Elizabeth Murray, de los problemas más oscuros a la luz

Elizabeth Murray nació en el Bronx, Estados Unidos, y las circunstancias en las que creció la llevaron a vivir una infancia complicada. Sus padres, dos hippies de los años 70, pronto sucumbieron al mundo de las drogas y, cuando ella nació, eran dos drogadictos con pocas esperanzas de recuperación, consumían habitualmente cocaína y heroína.

Liz Murray con su padre

Liz Murray y su hermana pasaron su infancia comiendo cubitos de hielo y pasta de dientes, las únicas cosas que podían encontrar para llenar sus estómagos. En su mayor parte, sus padres enfermaron de SIDA y su madre murió. El padre se mudó a un centro para personas sin hogar y la hermana se fue a vivir con una amiga: Liz estaba literalmente en la calle a la edad de 15 años.



La niña comenzó a aceptar cualquier tarea, a los 17 volvió a la escuela y, durante una visita de un exponente de Harvard, decidió que esa sería su meta. Y se unió a él: consiguió una beca gracias al New York Times. Hoy es una exitosa psicóloga que entiende el dolor humano mejor que nadie. También publicó un exitoso libro y su vida fue transportada a la gran pantalla.

Arturo Calle, el hombre que hizo de la austeridad su fuerza

Es el empresario colombiano más exitoso en el campo de la moda masculina. Su padre murió cuando él era solo un niño, dejando una familia de 8 niños pequeños y una madre viuda. Para ayudar a su familia, Arturo Calle comenzó a trabajar desde muy joven, conocía el valor de cada centavo y para ello se adaptó a una filosofía de vida particularmente austera.

Tan pronto como cumplió la mayoría de edad, consiguió un trabajo que le permitía ganar un salario mínimo. No obstante, siguió ahorrando durante varios años sin parar, hasta que ahorró suficiente dinero para abrir una pequeña tienda de ropa. Su lema era “ahorrar sin endeudarse jamás”.  

Así fue que, paso a paso, se convirtió en un exitoso empresario y hoy en día dueño de numerosos comercios a lo largo de Latinoamérica. Sus prendas tienen un valor extra: la relación calidad-precio es excelente ya que la empresa de Arturo Calle no le debe ni un centavo a nadie. Como resultado, los costos de producción son más bajos y los precios más bajos. El hombre también es considerado uno de los 5 mejores empleadores de toda Colombia, ya que gracias a la ayuda de la empresa, todos sus empleados tienen casa propia.



Wilma Rudolph, una historia que te inspirará

Wilma Rudolph fue más que un problema. Las dificultades la han acompañado desde su primer día de vida: nació prematura y los médicos dudaron de que sobreviviera. La niña, sin embargo, se resistió, pero a los 4 años contrajo una doble pulmonía y enfermó de polio. Por si fuera poco, provenía de una familia pobre, sobre todo teniendo en cuenta que tenían que alimentar a 22 niños.


Debido a la enfermedad, Wilma perdió el uso de su pierna izquierda y se vio obligada a caminar con la ayuda de un dispositivo ortopédico. A pesar de ello, a los 9 decidió intentar caminar sin ayuda y lo consiguió. A los 11 años, ingresó al equipo de baloncesto de su escuela y, por primera vez, comenzó a tener confianza en sus habilidades físicas. A los 13 años decidió probar el atletismo. En su primera carrera terminó último, resultado que se repitió en muchas otras carreras en los años siguientes.


Wilma Rodolfo, 1960

Después de varios años de entrenamiento, finalmente logró ganar una carrera y, una vez en el camino hacia el triunfo, decidió no parar nunca. Logró clasificarse para los Juegos Olímpicos de Melbourne en 1956 al conseguir la medalla de bronce para Estados Unidos. En 1960 ganó dos medallas de oro en los Juegos Olímpicos de Roma. Tras contraer polio y sufrir una grave lesión, esta mujer alcanzó la cima del atletismo mundial al ganar tres medallas olímpicas.

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