Última actualización: 06 de mayo de 2016
Desde que Aristóteles dijo la frase “el amor se compone de una sola alma que habita en dos cuerpos”, parece que el concepto de tener pareja se ha adaptado totalmente a esta máxima. Sin embargo, a menudo olvidamos que Aristóteles también dijo que “El hombre poderoso es el que es dueño de sí mismo”.
Es evidente que ambas afirmaciones están descontextualizadas, y no sabemos cuánto tuvo que ver Aristóteles con estos conceptos, pero hoy sirven para introducir el tema de este artículo: el amor en pareja puede ser muy enriquecedor, pero hay que saber que no es una necesidad.
Una pareja no es una necesidad, pero nos puede hacer mejores
Pongamos un ejemplo: hay un evento muy importante, al que estamos obligados a participar con la ropa adecuada, por lo que dedicamos mucho tiempo a pensar en cómo es mejor vestirnos para respetar la norma que nos imponen.
"No quiero que me necesites, quiero que cuentes conmigo para siempre y en el más allá para unir tu hogar con el mío"
(Elvira Sastre)
Cuando decidimos cómo vestirnos, vemos que esa ropa realza nuestra apariencia física. Con las relaciones que establecemos pasa más o menos lo mismo: nuestra persona se empodera.
La ropa elegante (tener pareja) no es necesaria, pero, si decidimos llevarla, adquirimos otras peculiaridades que no tendríamos sin ella. Es como tener un bono: un compañero es un bono para ganar nuevas experiencias, tener apoyo y recibir enseñanzas que nos pueden hacer mejores, porque también aprenderemos algo de las situaciones negativas.
“Déjame abrazarte, ahora que tu piel aún no lleva las escrituras de las mentiras del mundo, y que tus labios son sólo la morada de la belleza. Porque solo quería ser bueno y sincero, y tú puedes hacer que lo sea. Déjame abrazarte"
(Juan Antonio Gonzalez Iglesias)
Una pareja con espacio e independencia
De hecho, tener pareja es una suerte, siempre y cuando se respete la independencia emocional y los espacios personales en la pareja, ya que es la única forma que tenemos disponible para realizarnos y crecer. En otras palabras, en la pareja hay dos vidas distintas que requieren su parte de atención individual, para luego progresar juntas.
Cuando nos damos cuenta de que somos felices en la soledad y que no necesitamos a nadie, comprendemos la importancia de estas ideas. A menudo sucede que cuanto más alguien quiere estar apegado a nosotros, más nos vemos obligados a huir, porque nos sentimos asfixiados.
El amor no es racional, pero aún necesita un poco de reflexión si queremos que la historia dure. Querer estar con alguien significa entender que un día esa persona puede irse, pero que igual seguiremos, tristes, pero completos.
El amor es una decisión, no una adicción.
El amor en la pareja no es una adicción ni una obsesión, aunque durante los primeros meses de la historia pueda parecerlo. En la fase inicial estamos envueltos en una nube en la que espacio y tiempo se confunden y queremos compartirlos a toda costa entre nosotros.
Lo cierto es que las obsesiones no son sanas y nos pueden llevar a tener relaciones tóxicas, en las que dejamos de darnos peso para vivir en un mundo falso y alejado de la realidad, un mundo en el que nos movemos con una venda en los ojos.
Si decidimos iniciar una relación de pareja es porque estamos convencidos de que estamos preparados para enamorarnos, pero también para seguir cultivando el amor propio. Elegimos empezar una historia y elegimos terminarla porque no somos de nadie y porque nadie nos pertenece, aunque muchas veces se nos haya hecho creer lo contrario.
"Y hay una cosa que puedo jurar:
Yo, que me enamoré de tus alas,
Nunca jamás los cortaré"
(Carlos Miguel Cortés)