Ser víctima puede ser un arma de doble filo. Algunas personas, sin embargo, ven más beneficios que costos.
Última actualización: 19 de febrero de 2022
El victimismo manipulador está presente en muchas personalidades. Es común, por ejemplo, entre narcisistas, entre quienes utilizan el chantaje emocional, e incluso entre quienes utilizan esta conducta para algún beneficio.
La víctima está, de una forma u otra, siempre protegida de las críticas. Además, disfruta de la compasión y la comprensión de muchos, haga lo que haga. Cualquiera que se atreva a cuestionar los actos de una presunta víctima pasa por insensible o despiadado.
La victimización es en muchos casos una estrategia que representa más beneficios que problemas. Esta condición te permite tener una especie de inmunidad por la cual todo lo que dices es verdad, todo lo que haces es bien intencionado, todo lo que crees es legítimo.
A la luz de esto, en más de un caso, esta victimización calculada, a sabiendas o no, esconde un claro chantaje.
Víctimas genuinas y atención justificada
Hay, por supuesto, situaciones reales de victimización, como cuando alguien ha sido maltratado o ha sido demasiado indulgente, sin tener la oportunidad de contraatacar.
Si una persona es agredida en la calle o maltratada por otra que ostenta un poder al que no puede hacer frente: un arma, un uniforme, un cargo, etc.
Estas situaciones provocan una condición objetiva de victimización. Sin embargo, la condición antes mencionada no es eterna ni tiene que ser una carga para llevar a donde vayas.
Tras superar la situación de impotencia concreta, estancarse en el papel de víctima es una opción, no una realidad inapelable.
Una cosa es cierta: la víctima demanda atención, cuidado, apoyo y cariño. Necesita dedicación y comprensión para salir de su estado de shock y vulnerabilidad. Esto está fuera de discusión.
La víctima como posición existencial
El victimismo como posición existencial se presta a posibles discusiones. Que un evento traumático se convierta en la eterna tarjeta de presentación no para testimoniar un acto execrable, sino para obtener privilegios que de otro modo no se recibirían.
Algunas personas hacen de su sufrimiento, cuidadosamente expuesto, un currículum vivo. En otros casos más graves, algunos creen que ser abusados los justifica para odiar o dañar a otros.
El estudio realizado por el Dr. Richard J. McNally, de la Universidad de Swansea, analiza la llamada regla del trauma. La expresión alude a la cronificación de la condición de víctima porque se obtienen diversos beneficios.
Reconocer el victimismo manipulador
Algunas señales apuntan al círculo vicioso de la manipulación establecido por quienes hacen del victimismo su modo de vida. Los principales son:
- La persona no pregunta directamente lo que quiere, pero envía mensajes inexactos en forma de queja o arrepentimiento.
Por ejemplo, afirmaciones como "Nadie sabe cuánto me costó llegar hasta aquí". No está claro si la persona quiere crédito, si culpa a su condición o si quiere ayuda.
- Sentirse culpable en presencia de la persona.. Cada conversación deja la impresión de que usted es responsable de su insatisfacción. Sientes tristeza o malestar.
- La persona es sospechosa y desconfiada..
- Quienes recurren a la victimización manipuladora frecuentemente adelantan malas intenciones hacia los demás y las justifican sobre la base de los sufrimientos experimentados. Podría acusar de insensibilidad si es criticado.
- Es capaz de hacer grandes sacrificios por los demás, sin que se lo pidan.. Lo recordará una y otra vez.
Cuando alguien presenta estos rasgos, es una persona que ha asumido el papel de víctima ante la vida.
¿Cómo actuar frente al victimismo manipulador?
Un estudio de la Universidad de Berkeley de 2008 revela la clara necesidad de investigar la figura de la víctima y el victimismo. Debemos tener claro que detrás de este perfil hay infelicidad. Más aún, en muchos casos la clara dificultad para cerrar el ciclo de la experiencia traumática.
Por lo tanto, la persona necesita comprensión, pero también sinceridad. La mejor forma de ayudarla es decirle con cariño y claridad lo que piensas de su actitud.. No debemos caer en su juego, no debemos ceder. Sin embargo, tampoco se debe actuar con desprecio o rechazo, para no escalar la conducta.
La victimización manipuladora es un signo de baja autoestima. Es la herida mal cicatrizada que a veces lleva a ser el centro de atención para evitar la soledad y el malestar. La única forma de acabar con esta dinámica es convencer a la persona de que busque ayuda profesional.
Una víctima siempre merecerá nuestro respeto, pero cuando usa la victimización para reforzar y beneficiarse, requiere asistencia psicológica para afrontar adecuadamente la realidad personal.
Imagen cortesía de YoSeLin