Wabi Sabi también hace referencia a conceptos más profundos e internos como la humildad, la sencillez y la soledad. Una forma de vivir en paz con uno mismo y con el entorno.
Última actualización: 18 septiembre, 2020
Wabi Sabi es un concepto zen que recuerda la capacidad de ver la belleza en la imperfección. Es una filosofía oriental que tiene mucho éxito en occidente. No solo como una herramienta para el crecimiento personal, sino también como una forma de perseguir una existencia plena y feliz.
Es el arte de la armonía y el bienestar en la imperfección, es la capacidad de encontrar la belleza incluso en las cosas simples. Según Leonard Koren, autor de Wabi-sabi para artistas, diseñadores, poetas y filósofos, se refiere a todo lo relacionado con la belleza tradicional japonesa y en particular a la búsqueda de la belleza en las cosas imperfectas e incompletas. Wabi Sabi es, en definitiva, la aceptación de lo no convencional.
Es importante recordar que este concepto no solo se refiere a factores externos, sino también a conceptos más profundos e interiores como la humildad, la sencillez, la soledad e incluso el abandono. Define una forma de vivir en paz con uno mismo y con el entorno, a partir de la sencillez de lo cotidiano.
Origen del concepto Wabi Sabi
Wabi Sabi tiene su origen en el concepto budista de los tres signos de existencia, que establece que todo lo que ocurre en la naturaleza está sujeto a tres características fundamentales: el no-yo, la impermanencia y el sufrimiento.
Cabe señalar que también se trata de un esquema estético equiparable a los cánones de belleza de los occidentales, pero que, sin embargo, nada tiene que ver con ellos.
El origen etimológico de la palabra "wabi" hace referencia a la frugalidad y moderación que contrasta la ostentación y el lujo. Más precisamente, es lo opuesto a la extravagancia y el despilfarro. Mientras que la palabra "sabi" se refiere a la serenidad y tranquilidad que se derivan de la edad o madurez intelectual.
Por eso, el Wabi Sabi enfatiza la belleza en la imperfección, la grandeza en la sencillez, pero sin menospreciar la decadencia del mundo donde la tristeza y la desolación se funden en la melancolía más absoluta.
Kintsukuroi, cuando reparar un objeto lo hace más fuerte y hermoso
Es posible ver una relación entre el concepto de Wabi Sabi y la técnica japonesa llamada Kintsukuroi, que consiste en reparar objetos uniendo las piezas con oro. De esta forma, además de embellecerlas, se hacen más resistentes que antes.
Esto también se aplica a un alma que ha sufrido una herida profunda o una afrenta tan grande como para conducir a la desintegración del ego. La filosofía de Kintsukuroi enseña que la adversidad puede ser una oportunidad para convertirnos en personas más fuertes y bellas, ya que las cicatrices de la adversidad son una forma de recordar que, a pesar del sufrimiento y la desgracia, el individuo siempre tiene la capacidad de renovarse de manera integral gracias al poder de la resiliencia.
Resiliencia
En psicología, la resiliencia se refiere a la capacidad de afrontar una situación adversa fortaleciéndose. La persona descubre en sí mismo recursos que desconocía y que le ayudan a recuperarse después de un evento traumático.
Para el individuo resiliente, un problema o una crisis se convierte en un desafío, una oportunidad para crecer y fomentar su desarrollo personal. Transmutar el dolor en la fuerza necesaria para alcanzar nuevas metas, avanzar y recuperar el equilibrio.
Encontrar la salida en cada adversidad de la vida y recuperar la paz con uno mismo y con los demás son habilidades excepcionales del ser humano.. Así como reconocer que los límites existen mientras creas en ellos o que para lograr lo que parecía imposible simplemente necesitas trabajar en ellos todos los días.
Y sobre todo, la capacidad de no dejarse abrumar por los problemas, marcando metas claras y creyendo en las propias fortalezas y en su consecución a pesar de las dificultades.
Finalmente, reconocer que se vive en un mundo caótico, finito y complejo, y a pesar de que todo es feliz, es fundamental para disfrutar de la vida. Sin prever necesariamente los sufrimientos que trae consigo la existencia misma.