Última actualización: 16 de febrero de 2020
Las personas optimistas logran generar una profunda sensación de bienestar en sí mismas y en quienes las rodean. Son capaces de ver el lado positivo de las situaciones en lugar de quedar atrapados en el malestar. Han elegido afrontar la vida ondeando la bandera del optimismo y valorando cada circunstancia desde una perspectiva positiva. Porque lo cierto es que, si bien existen algunos rasgos de personalidad que lo favorecen, el optimismo es una elección muy relacionada con la reflexión y el ejercicio personal.
Cada persona, en efecto, consciente o inconscientemente decide cuál es la perspectiva desde la que quiere mirar la vida. Esta elección depende en gran medida de las experiencias personales y relacionales y de algunos rasgos de la personalidad, pero muy a menudo también se deriva de la costumbre o la falta de reflexión. Siempre es más fácil imitar lo que vemos a nuestro alrededor que construir un punto de vista personal.
"La vida tiene su lado oscuro y su lado bueno: depende de nosotros decidir cuál nos gusta más".
-Samuel Sonrisas-
Para ser optimista, no necesariamente tienes que creer que la vida es todo color de rosa, haber tenido una infancia de cuento de hadas o vivir en condiciones maravillosas. Buscar siempre lo mejor en uno mismo, en los demás y en las situaciones que vivimos es ante todo una elección de vida. Las personas optimistas no son personas desinformadas, al contrario: son personas que han optado por centrarse principalmente en los aspectos positivos.
Ante la vida, ser pesimista es mucho más fácil. Es un hecho objetivo que nadie puede escapar del dolor y la frustración, pero seguir subrayándolo solo justifica una actitud pasiva y conformista. Las personas optimistas, en cambio, aceptan el reto de actuar, crecer y mejorar. En el artículo de hoy queremos hablar de algunos rasgos que las caracterizan.
1. Las personas optimistas luchan por lo que quieren
El mero hecho de luchar por una meta llena de vitalidad a cualquier persona. Por el contrario, quien no ha entendido cuáles son sus sueños y deseos tiende a ver la vida de una manera más oscura. Si hay algo capaz de infundirnos optimismo es la capacidad de marcarse objetivos y trabajar duro para alcanzarlos.
Las personas optimistas también son realistas. Esto significa que no están apuntando a objetivos que están más allá de sus posibilidades o posibilidades. La verdad es que no todas las metas son alcanzables y elegir una meta inalcanzable alimenta nuestra frustración. Una cosa es apuntar alto, otra cosa muy diferente es tratar de lograr algo imposible.
2. Donde otras personas ven un fracaso, ven una lección de vida
Las personas optimistas creen que nada es un "fracaso". Saben que hay errores, errores, desafíos fallidos y metas fallidas. Pero ninguna de estas situaciones representa para ellos un fracaso como tal. Lo que les hace optimistas es precisamente la capacidad de ver el lado positivo de las situaciones, la otra cara de la moneda.
No hay gran logro del ser humano que no haya sido precedido por dificultades y errores. Un gran resultado se construye sobre la base de errores corregidos, lagunas rellenadas y lagunas rellenadas. Cada error corresponde a una lección de vida. Y cada lección de vida conduce al crecimiento. Las personas optimistas saben que el único fracaso real es dejar de intentarlo.
3. Son honestos consigo mismos
Ser honesto contigo mismo significa renunciar a excusas y excusas. Es una actitud que requiere mucho coraje, porque no nos permite escondernos y nos obliga a mirar la vida de frente. Además, requiere una profunda sinceridad hacia nosotros mismos.
Las personas optimistas no tienen miedo de admitir sus errores: por el contrario, están dispuestas a reconocerlos. Evitan culpar a los demás de sus errores y tienen suficiente confianza en sí mismos para aceptar que no siempre tienen la razón. Esta actitud no les disminuye, les hace más fuertes, porque saben que reconocer sus errores es el primer paso para mejorar.
4. Nunca hacen comparaciones con los demás.
Continuar comparándose con los demás tiene solo dos consecuencias: distorsiona nuestros pensamientos y envenena nuestros corazones. Todos somos diferentes y, por tanto, incomparables. No hay forma de medir quién es mejor o peor en términos humanos. Un recluso puede ser mejor persona que un gerente, pero menos bueno para lograr sus objetivos. No hay una forma objetiva de medirlo.
El optimismo genuino se basa precisamente en la comprensión de esta verdad. Nadie es "más" o "menos" que otro, porque en el ámbito humano cualquier comparación es completamente arbitraria. Quienes se miden constantemente con los demás lo hacen por falta de autonomía e independencia. Solo nosotros mismos sabemos si estamos viviendo como queremos y como debemos. Otros pueden estar de acuerdo con nosotros o no, pero en realidad no importa.
5. Las personas optimistas están motivadas
“Motivación” es equivalente a “ponerse en movimiento”, y hacerlo a pesar de los obstáculos. Significa darse el empujón para seguir adelante, para perseguir un propósito o una meta. Las personas optimistas saben que la fuerza que las mantiene activas y listas para luchar proviene principalmente de su interior. Y esto viene del hecho de que no podemos hacer las cosas porque otros nos empujen a hacerlas, sino porque nosotros mismos estamos convencidos de ello.
Una persona es capaz de motivarse cuando puede encontrar y alimentarse de las razones por las que hace lo que hace. La convicción nos da la fuerza para seguir adelante. Si estamos seguros de que las razones para seguir ese camino son profundamente válidas, podemos avanzar sin dar demasiada importancia a las dificultades que encontramos en nuestro camino. Un optimista es, por tanto, una persona que está convencida de lo que hace.
6. Aceptan a los demás por lo que son
A menudo tratamos a los demás de una manera muy similar a la forma en que nos tratamos a nosotros mismos. Cuando una persona sabe aceptarse a sí misma, también le resulta fácil aceptar a los demás. Por el contrario, si le cuesta valorarse a sí misma o no tiene suficiente amor propio, es común que proyecte este conflicto también en los demás. Es en ese momento cuando las personas que lo rodean se convierten en objeto de constantes críticas.
Para ser optimista, necesitas tener una buena visión de ti mismo. Esto no significa convertirse en un egolatra, sino ser consciente del propio valor. Por este motivo, a las personas optimistas les resulta más fácil aceptar y valorar a los demás. Saben que todos los seres humanos somos parte de una misma historia común, y que cada uno de nosotros tiene su propio rol y significado dentro de esta aventura humana. Es más, no olvidan que la solidaridad nos ayuda a observar el presente con mayor confianza.
7. Se cultivan solos
Nadie puede ser realmente optimista si no trabaja en sí mismo. Esto implica conocerse, perdonarse los propios errores y dar a los aciertos el valor que se merecen. Cada uno de nosotros es obra de su propia obra. Esforzarse por mejorar ese trabajo y sentirse orgulloso de los propios progresos se traduce en un mayor optimismo de cara a la vida.