Última actualización: 03 agosto 2015
“Y siguió sus pasos con la esperanza de que, tarde o temprano, daría la vuelta. Recordando día tras día esa dulce voz que le hablaba en su memoria, esos ojos que se miraban de cerca, esa emoción cuando los dos cuerpos se tocaban.
Sus pasos esperanzados, a pesar de su corazón roto, no vacilaron en seguir adelante, sin importarle los mil no y las mil negativas que ahora acumulaba en el camino del pasado.
Y mientras las lágrimas mojaban sus pasos, arrasando con la poca fuerza de voluntad que le quedaba, juró que nunca más volvería a recorrer ese mismo camino. Sus pies, encadenados por el dolor, se arrastraban por el fango de los pensamientos, despojándola de todo rastro de lo que un día llamó alegremente dignidad.
Y a pesar de las interminables promesas hechas a amigos, familiares y ella misma, ella le rogó de nuevo. No le importaban las consecuencias, siempre volvía a caer en súplicas. Cada vez que sentía el control de la angustia dentro de ella, su capacidad de control se desvanecía.
y el miedo la llevó por las calles de la desesperación.
Y su autoestima, hundida y pisoteada, sumergida en las profundidades del lodo más oscuro y profundo, se escondió, abandonando a la persona de la que alguna vez había sido parte.
Aturdido por la melancolía de los recuerdos de un amor roto y perdido,
por las eternas promesas y por los planes de un futuro común, rotos.
Se volvió y, mirando hacia atrás, pensó: ¿Qué debí haber hecho para no llegar a este punto?
Y lloró".
¿Te hizo pensar esta historia?
¿Quién no ha sido nunca testigo o protagonista en primera persona de una ruptura? ¿Y cuántas de estas historias rotas se han dejado llevar por la frustración y la derrota? ¿Cuántos han luchado contra ese no, contra la inevitabilidad de una ruptura con la esperanza de arreglar las cosas y volver atrás? ¿Qué podemos hacer para no llegar a este punto?
Es cierto que en muchos casos un "no" se puede arreglar, pero otros "no" son para siempre y nuestra ansiedad, nuestra falta de autocontrol o nuestras ganas de tener una respuesta inmediata pueden empeorar la situación. Tal vez nuestra pareja solo necesite algo de tiempo para respirar. Y esa presión puede ser la causa que le lleve a decirnos que no.
I conflictos en la pareja, como todo tipo de conflicto en este mundo de los seres humanos, puede tener solución.
Encontrar la solución, sin embargo, requiere compromiso y voluntad, amar y hacer, conceder y comprender. La ruptura puede ser una salida para un miembro de la pareja a una situación que, desde su punto de vista, se ha vuelto insoportable.
En muchos casos puede ser incluso un soplo de aire fresco, más que un abandono real. El problema es que, normalmente, hay una parte pasiva y una activa, es decir, un miembro de la pareja que quiere esa separación y que hace todo lo posible por conseguirla, mientras que la parte pasiva no la quiere.
Esto no quiere decir que los que quieren la separación sufran menos, ni que los que no la quieren sean la causa. Cuando se trata de una ruptura y ésta no se debe a una tercera persona, debemos intentar ser autocríticos. Porque, aunque hayamos intentado hacer las cosas bien, es probable que en muchos casos nos habremos equivocado, habremos juzgado y provocado sin querer situaciones insoportables.
Que hacer
Hay varios consejos que podemos darle para ayudar a evitar que su relación llegue a un punto sin retorno. Algunos de estos son:
1. No imponer, sino dialogar, llegar a un consenso. Deja de discutir para saber quién tiene la razón, y explica nuestros motivos de forma lógica. Concéntrese más en los momentos presentes en lugar de traer a la superficie los pasados, y mucho menos ponerlos como ejemplo.
2. Entiende que es normal estar en desacuerdo en todo: esto debe verse como un "desafío" positivo para encontrar puntos en común, más que como un conflicto.
3. Agradecer a nuestro compañero y hacerle entender que apreciamos sus esfuerzos por mejorar nuestra relación. Pequeños gestos, un beso, un abrazo, una caricia, una sonrisa o un momento dedicado sólo a él, pueden resultar más importantes y poderosos que los gestos descarados con la única intención de entrar en su favor.
4. Si tenemos que criticar algo que no nos gusta, siempre es mejor criticar un determinado comportamiento que a la persona. Enfatiza que no te gusta lo que ha hecho, en lugar de ser personal y culpar a tu pareja por sus defectos o insultarlos. El respeto es fundamental para una buena convivencia.
5. Habla con tu pareja y establece a priori que, si una discusión se vuelve violenta, lo mejor es abandonarla para que puedas pensar individualmente y encontrar una solución al problema. Cuando esté más relajado, intente volver a abordar el problema con paciencia y mediante el diálogo: solo a través de la comprensión y el compromiso llegarán a un acuerdo.
6. Haz un esfuerzo por escuchar, mirar a los ojos, tratar de comprender el mundo del otro, sus vivencias, sus angustias y miedos.
7. Busca actividades compartidas que le permitan compartir el tiempo de una manera agradable para ambos. Aceptar el dinamismo de la relación sin pretender ser una copia del otro.
8. Confía en tu pareja y dale tiempo para sí mismo; no lo ahogues con mensajes y llamadas, pero respeta sus espacios. El verdadero amor proviene de la libertad.
9. Y lo más importante, tómate un tiempo solo para ti, sin el socio. Recuerda quién eres y por qué esa persona se enamoró de ti un día. ¡Amaos unos a otros!
Albert Einstein dijo:
"Nada se crea, nada se destruye, todo se transforma".
¡Ama también!