Última actualización: 24 marzo, 2016
Dicen que perder aprendiendo significa no perder en absoluto, lo cual es absolutamente cierto. Solo eres derrotado si lo quieres: si no quieres, puedes aprovechar el fracaso para aprender algo nuevo. en ti, en lo que te falta o en lo que te sobra, para alcanzar el éxito.
A veces se gana y a veces se aprende. No hay un solo ser humano sobre la tierra que haya pasado por el mundo sin conocer la derrota. En realidad, la mayoría de los mayores logros están en lo alto de las escaleras cuyos peldaños están hechos de errores, hasta que uno llega al triunfo descarado. ¿No estás de acuerdo en que los mayores descubrimientos e inventos de la historia de la humanidad se han logrado de esta manera?
“La derrota tiene una dignidad que la victoria no conoce”.
(Jorge Luis Borges)
Lo que hace que el sabor del éxito sea tan dulce es la dificultad que implica. Nadie saborea el éxito logrado sin luchar. Uno puede regocijarse de la fortuna que ha disfrutado, pero ciertamente no enorgullecerse de su triunfo, porque sólo lo es si se combina el talento con el esfuerzo.
A veces tu ganas
Carlos Serrano es un deportista que ostenta el récord mundial de natación paralímpica. Compartió una foto suya en las redes sociales, imagen en la que aparece con un cartel que dice "En los entrenamientos ganas medallas, en las competencias coleccionas".
La frase contiene una gran verdad. Lo que garantiza el triunfo es el trabajo sobre uno mismo, la preparación, el esfuerzo se hace en el desarrollo de un proceso en el que, poco a poco, se van rompiendo los propios límites.
La victoria no está reservada para aquellos que tienen más habilidades que otros, sino para aquellos que las usan mejor. Es un fruto que sólo puede ser saboreado por aquellos que son capaces de fijarse una meta, de luchar sin descanso y de trabajar constantemente en sus errores y defectos, para ser dignos del triunfo.
La mentalidad de las personas exitosas se caracteriza porque el esfuerzo y el trabajo duro ocupan un espacio central. Quien sabe ganar sabe también que nada se regala: cada meta alcanzada es producto de la perseverancia.
Primero, se gana en la lucha con uno mismo a la hora de definir metas, tener confianza en las propias capacidades, tomar una decisión lo suficientemente resistente y firme ante cualquier eventualidad adversa y vicisitud. Una vez hecho esto, sólo queda “recoger las medallas”, como dice Carlos Serrano.
No existe una receta para el éxito, sin embargo, es posible definir las características de un ganador. El primero de todos es la fe en el trabajo de uno. A partir de ahí, existe una gran capacidad para hacer una sana autocrítica, es decir, para evaluar objetivamente los errores y corregir las jugadas.
A veces aprendes
En la antigua Grecia existía un verdadero culto a la competición, sobre todo en el ámbito deportivo. En aquellos días, eventos de este tipo tenían un valor muy diferente al que tienen hoy. Platón, en "La Repubblica", defendía que los jóvenes debían educarse con dos pilares básicos: la gimnasia y la música.
Por gimnasia entendía la educación del cuerpo, y por música, la educación del alma. Para los griegos, la idea de poder triunfar en una competición deportiva era inconcebible si uno no poseía además grandes valores. como un ser humano.
Lo que hacía merecedor a un atleta era su capacidad de "ser mejor" que el promedio. Su valor y esfuerzo fueron exaltados. Las competencias tomaron el nombre de “Agón”, que significa contienda, desafío; es precisamente de ahí que deriva el término "agonía", que, en nuestro tiempo, indica un sufrimiento que separa la vida de la muerte.
Cuando hay una competencia, solo hay ganadores y perdedores. Y la competencia es saludable solo cuando se dirige a aquellas partes de uno mismo que necesitan ser limpiadas, mejoradas, curadas; esta es la condición para el éxito.
La derrota siempre es relativa, ya que depende de los sentimientos, emociones y actitud de quien es incapaz de alcanzar una meta en un momento dado. Sería una verdadera derrota, en el sentido estricto del término, si lo que se produjera fuera un derribo total.
Si, por otro lado, la imposibilidad de alcanzar una meta se convierte en fuente de reflexión y aprendizaje, no podemos hablar de derrota. Esta lección radica en evaluar las razones por las cuales no fue posible lograr el éxito e incluso una reflexión sobre la meta misma. A veces, la derrota es señal de que vamos por el camino equivocado, quizás porque nos hemos propuesto un propósito que no es el nuestro.
En realidad, para aquellos con mentalidad triunfante, la palabra "derrota" no existe. Se puede decir que hay situaciones en las que obtienes lo que buscabas y hay otras en las que tienes la oportunidad de aprender algo que antes no sabías.