Última actualización: 03 de mayo de 2020
Cada experiencia que vivimos afecta la forma en que actuamos, sentimos y pensamos. De alguna manera nos transforma, ya sea poco a poco oa pasos agigantados; todo depende de la importancia que le demos. El problema es que cuando las circunstancias nos golpean tan fuerte que nos tambalean y ponen nuestro mundo patas arriba, muchas veces no sabemos cómo comportarnos, porque solo podemos pensar en cómo nos gustaría que las cosas fueran de otra manera. Si no aprendemos a aceptar la realidad, las expectativas nos pueden hacer mucho daño.
A veces estamos obsesionados con hacer que todo salga a la perfección, exactamente como queremos. Nos aferramos al escenario de un futuro ideal donde todas las piezas del rompecabezas encajen perfectamente, esperando que la realidad se desarrolle de acuerdo a nuestros planes. Cuando esto llega con todas sus imperfecciones, nos damos cuenta de que muchas piezas no encajan, no existen o pertenecen a otra persona. Por eso nos sentimos frustrados, perdidos y fuera de lugar. Porque no aprendemos a aceptar la realidad.
¿Quién nos asegura que todo será como lo imaginamos? Nadie. Es solo una suposición de nuestra mente, una historia que nos hemos contado a nosotros mismos para estar tranquilos y así liberarnos de una incómoda sensación de inseguridad. Lo cierto es que la perfección no siempre es el mejor camino. Confiar en la tranquilidad de que nuestros planes saldrán bien puede ser uno de los mayores obstáculos en nuestro camino. ¿Qué hacer entonces?
Acepta la realidad. Esto es lo que debe hacer. Sorprenderse y acoger lo que la vida nos da puede ser una maravillosa opción si se vive con responsabilidad y compromiso. ¿Pero de qué se trata exactamente? Te lo explicamos en los siguientes párrafos. ¿Estás listo?
"El sabio no hace nada, deja que las cosas sigan su curso"
-Carl Jung-
Aceptar la realidad significa recibir con amor lo que la vida da
Nadar contra corriente puede ser extremadamente arriesgado si no estamos preparados. Como estar en una ventisca sin fin. Por un lado, nos esforzamos demasiado, encontrándonos sin energía; por otro lado, mantenemos la esperanza de que las circunstancias cambien. Si aprendiéramos el arte de aceptar la realidad, todo sería más sencillo.
Aceptar significa dejar que el nudo se desenrede. Significa adaptarse, en lugar de luchar, e aprovechar la corriente para dejarnos llevar por donde queramos. Es dejarse sorprender por lo que sucede en cada momento, en lugar de planificarlo todo.
Aceptar la realidad es un arte, un reto maravilloso que nos hará más libres.
Se trata de recibir con amor y aceptación lo que la vida nos da, aprendiendo de cada experiencia. y, sobre todo, entender que es imposible tenerlo todo bajo control. Si nos dejamos sorprender, podremos disfrutar de cada momento. Además, nos liberaremos de la frustración que genera el conflicto entre lo que hemos imaginado y lo que realmente está pasando.
Tratando de controlar la sucesión de eventos, así como el tiempo, desperdiciaremos energía, ya que es inevitable que la mayoría de las variables escapen a nuestro control. Si practicamos el arte de la paciencia y esperamos a ver qué pasa, será mucho más fácil dejar que la angustia y la preocupación desaparezcan, ya que dejamos de centrarnos en el futuro para mirar al presente.
¿Cómo aceptar la realidad?
Aceptar la realidad es el arte de dejarse llevar, aceptar las sorpresas y soltar los miedos que nos impiden crecer. Significa vivir el presente al máximo. Hay muchas formas de practicar este maravilloso arte. Estos son algunos de los más fuertes:
- Adaptar. Es el primer paso para cambiar nuestra filosofía de vida. Adaptarnos a lo que sucede a nuestro alrededor, en lugar de luchar contra ella, es la base de este principio. A menudo nos esforzamos por hacer que las circunstancias sean como esperábamos y que las personas se comporten tal como las habíamos imaginado, pero es solo un engaño de nuestra mente. Puede o no suceder. Para ello no debemos esperar, debemos adaptarnos a lo que sucede y luego comportarnos en consecuencia.
- Conéctate con el presente. Vivir el aquí y el ahora, en conexión con cada momento, nos permite aceptar la realidad porque nos libera del peso del pasado y de las expectativas del futuro.
- dibujar lecciones. Hacer que cada experiencia sea fructífera, aunque no sea agradable, nos permitirá aprovechar al máximo lo que nos sucede. Podemos aprender de todos y de todo, no lo olvidemos.
- Abriendose a lo inesperado. Cada momento es único. En lugar de rechazar lo que no sabemos, ¿por qué no aprovecharlo? Actuando con responsabilidad y compromiso, es posible.
- Meditar. La meditación es un poderoso ejercicio para sintonizarnos con nosotros mismos, para explorar nuestro yo interior y despertarlo. Gracias a ella, desarrollaremos mucho mejor nuestra sensibilidad y, en consecuencia, nuestra capacidad de conectar con el presente.
Al aprender a aceptar la realidad, será más fácil no encontrarse contra la corriente. Hay cosas por las que no podemos luchar, por lo que es inútil perder tiempo, energía y esfuerzo tratando de forzar lo que no se puede forzar. Con paciencia y dejando que el camino se muestre tal como es, podremos vivir con mayor plenitud.
Aceptar la realidad: ventajas
No ir a contracorriente es una gran opción para vivir plenamente. Además, esta práctica nos ofrece importantes beneficios, como los siguientes:
- Armonia. Aceptar abre la puerta a la tranquilidad y la calma, a la posibilidad de saborear la armonía de todo lo que nos rodea, a estar abiertos a lo que sucede con la conciencia de que no todo depende exclusivamente de nosotros.
- Creatività. Al no nadar contra corriente, viviremos los momentos de forma auténtica. Así tendremos más libertad a la hora de desarrollar nuevas ideas para elegir nuevos caminos y tomar mejores decisiones.
- Relajación. Sorprendernos por lo que sucede nos ayuda a liberarnos de culpas y expectativas. Es decir, de todas aquellas tensiones que nos obligan a permanecer en un continuo estado de alerta.
- Desapego. Cuando aceptamos el estado de las cosas, nos desligamos de personas, situaciones u objetos. Dejemos de lado la costumbre de luchar por ser felices. Nos deshacemos de lo que nos daña y comenzamos a apreciar el verdadero valor de lo que nos rodea.
- felicidad. La aceptación nos acerca a ese sentimiento que anhelamos y que se encuentra dentro de nosotros: la felicidad. Mantener la calma, sin problemas y conectado con el presente será mucho más fácil.
Aceptar la realidad significa liberarnos, dejar que las cosas sucedan, aprender de ellas tal como se presentan, aprender de cada experiencia y de cada momento. Todo en la vida tiene su momento.
Aceptar es un arte y nosotros somos los pintores de una gran obra llamada vida. Nosotros decidimos cómo vivirlo. Aprendemos a aceptar cada momento con los brazos abiertos, y lo lograremos.
“No se trata de tener todas las certezas, sino de aprender a vivir con las incertidumbres. Querer controlar todo te enferma. Dejar ir cura.”
-Anónimo-