Adoptar un niño: 4 pensamientos para hacer

Adoptar un niño: 4 pensamientos para hacer

Adoptar un niño representa una gran oportunidad para quienes no pueden tener hijos de forma natural. Es una forma diferente de crianza, que estimula la creación de un vínculo padre-hijo tan fuerte como el biológico.

Adoptar un niño: 4 pensamientos para hacer

Última actualización: 18 de febrero de 2022

Adoptar un niño representa una gran oportunidad para quienes no pueden tener hijos de forma natural. Es una forma diferente de ser padre que estimula la creación de un vínculo padre-hijo tan fuerte como el biológico.



Por otro lado, los trámites de adopción parten de la decisión de los padres de emprender un largo camino, compuesto por algunos obstáculos que vale la pena analizar antes de continuar.

Los padres adoptivos no sólo ejercen el rol de tutores; su generosidad y su deseo de transmitir amor dejan huella en la vida. Adoptar un niño significa reconocer como niño a alguien que no lo es biológicamente, para formar una familia.

Dudas y preguntas

Es normal tener dudas y temores desde el inicio de este complejo camino. La inseguridad de los padres adoptivos los lleva a hacer preguntas y tener sentimientos encontrados: "¿Seré un buen padre o una buena madre?", "¿Seré capaz de hacer que me ames?", "¿Seremos realmente una familia?".

Uno de los temores más compartidos por los padres adoptivos es que su hijo no se sienta amado como un hijo biológico; también necesitará adultos, padres seguros de lo que hacen, de sus sentimientos y de las decisiones que toman para sentirte realmente seguro. No necesita padres llenos de dudas, sino que afronten este momento con serenidad.

Adoptar un niño: 4 pensamientos para hacer

Según la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño, la adopción no es una solución a un problema de fertilidad o una voluntad de paternidad, sino una forma de proteger a un niño al que se le ha negado la infancia, a respetar su derecho a tener una familia y la obligación de las administraciones de encontrar una familia para el niño.



Adoptar un niño no es una decisión que deba tomarse a la ligera

La primera pregunta que deben hacerse los padres que han decidido adoptar es: "¿Por qué queremos adoptar un niño?", "¿Cuáles son los motivos o razones que nos impulsaron a tomar esta decisión?”.

A partir de este momento, comenzará un duro camino, compuesto por burocracia, varias fases de evaluación durante el cual los padres deberán demostrar que son candidatos idóneos. Se escudriñarán sus vidas, con el único fin de encontrar la mejor familia posible para el niño o niña. En esta etapa, la ansiedad o el estrés que la situación puede generar en los futuros padres pasa a un segundo plano.

Una premisa es que la adopción es un proceso largo ya menudo difícil de manejar. Los especialistas que intervienen actuando como intermediarios en este proceso, deben profundizar en diversos temas, como el trabajo, las amistades o la actitud de los futuros padres adoptivos.

Muchas veces el número de preguntas, entrevistas o indagaciones sobre la propia vida puede parecer excesivo (algo que la naturaleza no hace cuando decidimos tener un bebé). Es importante tener paciencia y no perder de vista el objetivo: adoptar un niño. Por otro lado, los hábiles mediadores que se ocupan de este encargo deben ser lo suficientemente sensibles para distinguir los obstáculos insalvables de aquellos que se pueden superar con esfuerzo, inteligencia y algunos recursos a los que se puede recurrir en algún momento.

Prepárese para las entrevistas con anticipación

El fuerte deseo de tener un hijo cuanto antes hace que los aspirantes a padres perciban la espera como infinita. Debe enfatizarse, sin embargo, que los criterios buscados por los mediadores, por injustos y subjetivos que parezcan, se basan en leyes establecidas por conferencias internacionales, que vistos en su conjunto tienen una lógica; especialmente en el contexto de incertidumbre que rodea el tema de la adopción y la niñez.



Durante las entrevistas se preguntan las razones que llevaron a la adopción; luego procedemos con un análisis de la relación de pareja, de la personalidad de los padres, de su salud física y de su capacidad para consolidar y desarrollar la relación padre-hijo.

La adopción no es una obra de caridad

¡Obviamente, la adopción no es una obra de caridad! Tanto los padres como los hijos adoptivos pasan por estados emocionales complicados. Se trata de abordar un proyecto juntos, no de hacer un gran favor. Por no hablar del hecho de que en un momento dado, el compromiso de un niño puede representar una carga considerable.


El deseo de los padres se hace realidad en el momento en que el niño llega a la casa. Esta fase tan importante, que no es el último paso, ya que todavía queda mucho trabajo por hacer, llega después de haber superado ya algunos obstáculos. Por ejemplo, lo que ya hemos informado: soportar con una sonrisa que un desconocido le haga preguntas directas y muy personales.

Por otra parte, el interés por la adopción debe verse siempre desde la perspectiva del niño. Los padres son importantes, por supuesto. Pero ante todo, está el menor; tiene menos recursos, está más indefenso. Después de todo, es él quien tiene derecho a los padres, a una familia, y no al revés.

Enfrentando una nueva vida

No es fácil predecir cómo se adaptará el niño adoptado a su nueva familia y nuevo hogar. El concepto de adopción se complica aún más cuando hablamos de niños nacidos en otros países, con historias y experiencias de vida que pueden influir en la integración al nuevo entorno.

Contrariamente a lo que pudiera pensarse en un principio, los niños y niñas adoptados tienden a adaptarse fácilmente, en general; a saber, que no muestran profundas dificultades a nivel personal, social, familiar o escolar, haciendo comparaciones con sus pares no adoptados.


En cuanto a los nuevos padres, una buena solución para resolver todas sus dudas. es entablar amistad con otras familias adoptivas y buscar apoyo en las asociaciones de padres adoptivos. Es necesario no tener expectativas sobre el período de asentamiento familiar posterior a la llegada del niño o niña. Es una etapa pasajera, en la que se establece un vínculo basado en el amor, el respeto y la confianza mutua.

Ni carne ni sangre, es el corazón el que nos hace padres e hijos.

-J. Schiller-

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