En el jardín de nuestras amistades hay figuras más luminosas y otras más discretas. Aunque tengamos más intimidad con algunos amigos, debemos estar agradecidos por la presencia de todas estas personas.
Escrito y verificado por el psicólogo. GetPersonalGrowth.
Última actualización: 15 2022 noviembre
Todos tenemos o hemos tenido amistades pasivas y activas en un momento u otro de nuestras vidas. Esta distinción no refleja los lazos sociales que nos enriquecen de los que no.
En realidad, son el marco de ese jardín más verde y frondoso de las relaciones humanas, habitado por flores, arbustos y malas hierbas de todo tipo… Esta abigarrada flora embellece nuestra vida cotidiana.
Hay algunas plantas que apreciamos mucho más. En nuestro círculo personal hay personas con las que tenemos mayor complicidad y también figuras con las que, aunque no intimemos, nos gusta conversar, compartir ocasionales eventos, verlos de vez en cuando.
Somos seres sociales que necesitamos interacciones diarias para mantenernos saludables. Agradecemos igualmente esa conversación con nuestro panadero, ese café con un compañero de trabajo, ese paseo más cómplice con nuestro mejor amigo para hablar de nuestras inquietudes.
Hay diferentes tipos de amistad, lo importante es que sean sinceros y enriquecedores, el grado de intimidad realmente no importa. La autenticidad siempre es primordial.
Incluso los llamados lazos débiles, o amistades pasivas, son importantes en nuestra vida: son personas que, sin establecer un vínculo de intimidad, generan confianza y momentos positivos en nuestro día a día.
Amistades pasivas y activas: ¿en qué se diferencian?
Si te preocupas por tus relaciones, estarás de acuerdo en que llamar a alguien "amigo" es especial y significativo. No se hace todos los días y no todos obtienen esta calificación. Sin embargo, también hay quienes, lejos de comprender la profundidad de este término, a veces lo violan al derribar el templo sagrado de la confianza y el respeto mutuo.
En cualquier caso, todos tenemos o hemos tenido más de una amistad y sabemos lo gratificante que es tener un aliado de vida, un compañero diario y un refugio emocional donde todo encaja: las alegrías y las tristezas.
Sin embargo, en la década de 70, Mark Granovetter, profesor de sociología en la Universidad de Stanford, publicó una investigación llamada La fuerza de los lazos débiles, que reformuló el concepto de amistad.
Es bueno recuperar este trabajo en la era de las nuevas tecnologías. En cierto sentido, con la teoría de las amistades pasivas y activas de Granovetter, entendemos mucho más la importancia que pueden tener los amigos presentes en las redes sociales.
No podemos minimizar su importancia, porque a veces esa persona que conocemos o resentimos en Facebook o cualquier aplicación puede ser tan importante como un amigo de la infancia. Averigüemos más sobre esta interesante categorización.
Amistades activas: la conexión profunda que enriquece nuestra vida
Las amistades activas están presentes en nuestra vida diaria de muchas maneras.. Los consideramos nuestra familia y saben casi todo sobre nosotros.
Compartimos con ellos experiencias, valores, secretos, complicidades, fragmentos de momentos tristes y muchos momentos de felicidad en común. También son nuestro refugio constante cuando algo sale mal y, en ocasiones, son más necesarios para nosotros que para nuestra pareja.
Algunos llevan décadas con nosotros desde que empezamos la primaria o la secundaria, y el “enamoramiento” fue casi instantáneo. Otros son adquisiciones recientes, personas que se cruzaron en nuestro camino no hace mucho, pero que parece que conocemos desde que vinimos al mundo.
La interacción es constante. No importa que a veces se muestren distantes, porque la preocupación por lo que están haciendo, lo que les aqueja o qué series están viendo es constante. Y eso apoyo inmaculado, ese saber estar presente en cada momento y circunstancia, nos hace felices.
Amistades pasivas: vínculos sutiles que nos hacen sentir bien
Las amistades pasivas y activas no son opuestas. Uno no es lo contrario del otro.. De hecho, son complementarios. De hecho, en los últimos años, la teoría del Dr. Mark Granovetter ha sido revivida como un claro reflejo de lo que está sucediendo en esta nueva tecnología y sociedad digital.
Los amigos pasivos son personas ajenas a nuestro círculo más íntimo, pero cuya interacción infunde bienestar. Un ejemplo de esto sería un vecino, un amigo de un familiar, esa chica de la tienda de abajo, ese compañero de trabajo con el que nos llevamos bien, esa persona que vemos una vez a la semana en el metro y con la que charlamos interesante.
La amistad pasiva y activa se diferencian fundamentalmente en la cercanía y el afecto. Un vínculo débil es también el que podemos establecer con quienes nos encontramos en las redes sociales. Nos gusta hablar con ellos, compartir intereses comunes. Sin embargo, sabemos que muchas de estas relaciones nunca van más allá.
Como nos explicó el sociólogo Mark Granovetter, estas amistades pasivas y no vinculantes son un gran estímulo diario. Nos traen alegría, nuevas perspectivas y momentos de dulce relajación. También transmiten conocimientos, emociones positivas y sentido de pertenencia.
Los amigos cercanos (y activos) son importantes, pero las investigaciones nos muestran que construir redes de relaciones casuales, tanto a través de las nuevas tecnologías como en nuestras interacciones diarias en el mundo social, también brinda felicidad y un sentido de pertenencia.
La amistad es una necesidad vital.
Los buenos amigos son mejores si son pocos; en cuanto a las amistades pasivas, cuantas más mejor. Para entender esta idea, tomemos un ejemplo. Steve Jobs diseñó el edificio de Pixar con una idea muy específica en mente: facilitar que los empleados de diferentes departamentos se reunieran por casualidad.
La idea era lograr ese tipo de amistad pasiva que estimula la creatividad. Estos encuentros casuales siempre fueron positivos, amistosos y enriquecedores, fluían las ideas y se reducía el estrés. No era necesario crear “grandes amistades”, sino esos lazos de cortesía y amabilidad donde muy a menudo fluían nuevas ideas. Esta fue la clave.
Para mediar en nuestro bienestar, es bueno elevar todos los contactos sociales diarios. Conversaciones cortas, un "¿cómo estás?" o un "¿cómo está tu día?" enriquecernos siempre. Y estos lazos, como amistades sanas, deben ser alimentados y promovidos.