Las relaciones de amor-odio pueden ser dañinas si no se toman medidas a tiempo. Pero, ¿por qué podemos sentir amor y odio hacia una persona al mismo tiempo? ¿Qué hay detrás de este sentimiento con dos caras opuestas?
Última actualización: 02 de enero de 2022
Las relaciones de amor-odio no son una rareza. Puede ser que frente a los demás no es posible admitir que la relación de uno se compone a partes iguales de amor y odio. Especialmente tras el auge de las redes sociales, la mayoría de las relaciones parecen idílicas.
Sin embargo, detrás de la máscara de la felicidad se esconde muy a menudo un sentimiento bivalente, en el que se contraponen el amor y el odio.
Pero, ¿a qué se deben estas relaciones hechas de amor y odio? ¿Por qué llegas a tener ambos sentimientos opuestos entre sí? Tal vez el amor no es realmente uno de los elementos de la ecuación, tal vez es otro sentimiento, otra emoción, otra sensación? ¿Listo para averiguarlo?
un poco a la vez
Al inicio de una relación solemos tener momentos idílicos, pero conforme pasa el tiempo, uno de los dos comienza a hacer ironías, sarcasmos, inferencias indirectas, etc. Y aquí es que poco a poco va surgiendo un sentimiento contradictorio en quienes reciben este trato.
En un lado, hay un sentimiento de amor, pero también surge otro de aversión, ira e incluso odio. Muy a menudo, la pareja no es consciente de por qué ocurre esto.
Las relaciones de amor-odio comienzan gradualmente. Quien peor es tratado puede empezar a adaptar su estilo en respuesta al de su pareja. Esto significa que no solo uno de los dos le falta el respeto al otro, sino que ambos terminan tratándose mal.
La relación se convierte así en una relación disfuncional.; es hora de analizar lo que está pasando. La pregunta a hacerse es: ¿en qué se basa el amor si también hay odio?
El amor y el odio coexisten
El amor puede venir del recuerdo de los primeros momentos idílicos. “Antes era todo muy bonito. Sin duda volverá a ser como antes”, suele pensar mucha gente. Por otro lado, para seguir de pie muchas relaciones de amor-odio no es amor, sino adicción. El amor inicial deja lugar a la dependencia emocional, al apego a la otra persona.
Esta adicción hace que la mayoría de las veces sea difícil terminar la relación. Sería más correcto llamarlo relaciones de adicción-odio.
Además, tendemos a atribuir la causa de nuestra infelicidad a la pareja: “has cambiado, no me haces más feliz”. Una dinámica similar alimenta el sentimiento de odio, pues identificamos en la pareja la causa de nuestra falta de felicidad.
El amor no es mirarse el uno al otro, sino mirar juntos en la misma dirección.
-Antoine de Saint-Exupéry-
No siempre es tan obvio
La situación descrita anteriormente se acompaña de otra. Varios las parejas, de hecho, no se faltan al respeto, pero hay una aversión latente. Lo que en un principio era idílico y ayudaba a crecer, con el tiempo se ha convertido en una especie de aversión sin saber muy bien por qué.
Cuando iniciamos una relación tendemos a idealizar a la otra persona. Con el paso del tiempo, sin embargo, también empezamos a ver sus defectos, esos aspectos que menos nos gustan. Poco a poco, algunas de sus actitudes, aunque inofensivas, empiezan a molestarnos.
Muchas personas se preguntan: “Si mi pareja no me ha hecho nada malo, ¿por qué no lo soporto? ¿Por qué todo sobre él o ella me molesta? No entiendo". Estas situaciones requieren un análisis más profundo.
Por un lado, uno se aferra a la idealización inicial de la pareja; un recuerdo que creemos que algún día volverá olvidando que todos cambiamos con el paso del tiempo. Por otra parte, nos damos cuenta de que no estamos en sintonía con nuestra pareja.
La relación comienza fugazmente y hay una tendencia a descuidarlo todo; enamorarse da espacio al amor, las dos personas comienzan a conocerse, hasta que se dan cuenta que no son compatibles. Y, sin embargo, donde había amor al principio, ha surgido la adicción.
Esta misma adicción dificulta terminar una relación: “ni contigo, ni sin ti”. Ninguno está satisfecho con la relación., pero uno no puede colocar un punto.
Las relaciones de amor y odio son más comunes de lo que parecen
Se nos enseña que hay un pequeño paso del amor al odio. Sin embargo, tenemos que decidir no odiar. En el primer caso, o cuando los dos miembros de la pareja comienzan a faltarse al respeto, la opción más sincera es acudir a un profesional o terminar la relación: el amor ha pasado a un segundo plano y solo quedan las malas maneras y la adicción.
En el segundo caso, en lugar de odiar a tu pareja porque no nos hace felices, lo más sano es reconocer que no tiene por qué cumplir con nuestras expectativas. De esta forma podemos intentar aceptarlo tal cual es o tomar una decisión sobre el futuro de la pareja.
Antes de iniciar una relación, lo ideal sería no exagerar en cuanto a expectativas; esto evitará decepciones desagradables. En cambio, si aprendemos a disfrutar de la soledad, será más difícil que desarrollemos adicción a nuestra pareja.
Al aprender a estar a solas con nosotros mismos, a medida que avanza la relación será más fácil aceptar al otro tal y como es, con virtudes y defectos y evitar caer en el círculo vicioso de las relaciones de amor-odio. Cuando aprendemos a sentirnos cómodos con nosotros mismos y a no engañarnos acerca de la otra persona, entonces somos más libres para apreciarla y aceptarla.