Hay personas que no nos quieren como nos merecemos. Se quedan con nosotros solo para beneficiarse de ello o para satisfacer sus deseos o llenar un vacío. El amor egoísta duele y deja huella. Reaccionar a tiempo es la única manera de salir sanos y salvos de estas relaciones tóxicas.
Escrito y verificado por el psicólogo. GetPersonalGrowth.
Última actualización: 15 2022 noviembre
El amor egoísta puede causar verdaderas catástrofes personales. Hay personas que, detrás de la ropa de los adultos, esconden una forma de relacionarse a través de un ego infantil, que ve en las relaciones afectivas un medio para satisfacer sus necesidades.
Son personas que toman en vez de dar, figuras inmaduras que no entienden, ni quieren entender, el lenguaje de la reciprocidad.
Abraham Maslow dijo que no todos los comportamientos egoístas son negativos. Al menos, aquellos cuyos motivos y orígenes podemos entender no lo son. Así, por ejemplo, darnos prioridad a nosotros mismos de vez en cuando e invertir nuestras energías en nuestro bienestar personal, no solo es un comportamiento positivo, sino que es muy recomendable para mejorar la autoestima.
Erich Fromm fue uno de los primeros en hablar del amor egoísta. Según el autor de Escape from Freedom y The Art of Love, algunas personas conciben las relaciones de manera instrumental, en una dinámica de toma y daca. Son hombres y mujeres incapaces de ver más allá de su preciosa esfera personal.
El egoísmo no consiste en vivir como nos plazca, sino en exigir que los demás vivan como nos plazca.
-Oscar Wilde-
Amor egoísta: el quinto caballero
Cuando el psicólogo John Gottman de la Universidad de Washington enunció su famosa teoría de los cuatro jinetes del Apocalipsis para predecir la llegada de una separación, ignoró por completo la dimensión del amor egoísta.
En su ensayo, Gottman presentó los 4 mayores peligros de una relación: obstrucción o indiferencia, defensa, crítica y desprecio. En este contexto, el egoísmo podría ser el quinto jinete, igual de devastador que sus antecesores.
Sin embargo, el Dr. Gottman no lo consideró un elemento útil para la predicción de crisis emocionales. probablemente porque el egoísmo subyace en cada una de las otras cuatro dimensiones mencionadas. La persona que critica, hiere y desprecia a la pareja o quien elude sus responsabilidades, no hace más que destilar egoísmo por todos sus poros.
Sin embargo, aunque parezca una obviedad, no siempre somos conscientes de ello cuando nos encontramos envueltos en el amor egoísta. Como todos sabemos, el amor a veces duele, y esto se debe a que, sobre todo al principio, el amor es ciego. La mayoría de nosotros, en algún momento de nuestras vidas, arriesgamos todo por alguien. Lanzamos un ataque con toda la caballería para conquistar a esa persona, aparentemente perfecta y fascinante, para terminar en un precipicio emocional.
Porque el egoísta es críptico y engañoso, sobre todo al principio de una relación, y es fácil caer en su red.
Más tarde, cuando ha conquistado a su presa, la aprovecha revelando su verdadera naturaleza. Usa el chantaje emocional y la manipulación para convertirte en un verdadero agujero negro, que se traga cualquier cosa. Y, como si eso fuera poco, no devuelve nada de lo que toma, porque la personalidad egoísta no tiene nada que ofrecer, aparte de defectos y decepciones.
Las personas egoístas no aman, porque no saben amarse a sí mismas
Esta oración puede parecer contradictoria, pero vale la pena pensar en ella por un momento: el amor egoísta surge de la incapacidad de amarse a uno mismo. ¿Como es posible? Estamos acostumbrados a pensar que el egoísmo, como el narcisismo, responde a aquellas personalidades que solo se aman a sí mismas, pero al hacerlo ignoramos la realidad oculta de estos comportamientos.
Como acertadamente señaló Erich Fromm en su libro El arte de amar, el egoísta en realidad se odia a sí mismo. Está totalmente desprovista de amor propio, es una persona frustrada y tan llena de necesidades que explota las relaciones en beneficio momentáneo.
El egoísta no se ama lo suficiente a sí mismo, es más, ama muy poco; de hecho, se odia a sí mismo. Tal falta de amor y de respeto por sí misma, que no es más que la expresión de su falta de productividad, la deja vacía y frustrada. Se siente necesariamente infeliz y ansiosamente preocupada por arrebatarle a la vida las satisfacciones que ella misma se impide obtener.
-Erich Fromm-
En el amor egoísta, el compañero reclama el amor que no tiene para sí mismo.
Hace unos años, el departamento de psicología de la Universidad Estatal de Nueva York realizó un estudio que comparó el comportamiento altruista con el egoísmo. Quedó claro que las personas desinteresadas estaban más satisfechas personal y emocionalmente. Dan sin recibir nada a cambio, ofrecen su tiempo y recursos a los demás libremente, porque lo viven como un acto espontáneo que genera bienestar.
Al contrario, las personas egoístas reclaman de los demás lo que no tienen. No tienen nada que ofrecer, ni quieren dar nada a los que les rodean, porque lo único que tienen son carencias. La persona egoísta carece de autoestima, amor propio y seguridad.
Por esta razón, el amor egoísta no es más que un señuelo, una trampa para capturar a una persona lo suficientemente buena como para servir como un devoto dador.
Como hemos visto, el amor egoísta es un comportamiento tóxico y doloroso que puede socavar las relaciones románticas. Esto nos recuerda, una vez más, el principio fundamental de las relaciones: amarse a uno mismo es fundamental para poder amar a los demás.
Así que aprendamos a aplicar este principio correcta y sanamente, porque el amor egoísta es como un barco sin vela: nunca lleva a ninguna parte.