Última actualización: 22 de febrero de 2015
Un comentario inapropiado, un insulto o simplemente una afrenta suelen ser motivos suficientes para que perdamos el control. Y es en esos momentos cuando la ira se hace cargo. Cuando esto sucede, ¿dejamos de ser nosotros mismos o dejamos salir nuestra verdadera identidad?
no te enojes
Algunas personas se dejan llevar por los impulsos más fácilmente que otras. Como todos saben, hay personas de mal genio y personas más tranquilas. Pero, ¿es bueno enfadarse? De alguna manera, liberamos lo que tenemos dentro, como el odio o la ira reprimida. Por otro lado, provocamos una situación de conflicto y generamos aún más odio.. pues, que hace falta hacer? ¿Contenerte? Muchos se abstienen de comentar cuando se sienten ofendidos y liberan su rencor golpeando la pared o rompiendo lo que sostienen. Quizás, sin embargo, la solución va más allá: ¿y si evitamos este sentimiento de ira?
Si eres capaz de no ofenderte cuando una persona te provoca, también podrás controlar tu ira. El proverbio "en palabras necias, oídos sordos" resume bien esta actitud. En este caso, debes darte cuenta de que cuando alguien trata de ofenderte o provocarte, solo se está insultando a sí mismo.. Está siendo insolente, irrespetuoso, inmaduro, etc. Si eres capaz de entender esto, entonces podrás controlar tu ira.
Saber cuándo actuar
Está claro que a veces hasta la persona más paciente es incapaz de contenerse o de soportar ciertos insultos u ofensas. Pero este es otro asunto. Lo que puedes controlar son todas las situaciones intermedias, a menudo sin importancia, que surgen día tras día. No decimos que te humillen o insulten, solo trata de manejar la situación sin dejarte llevar por las emociones. Necesitas controlar las reacciones impulsivas y entender cuándo es mejor estar en silencio y cuándo hablar.. Necesita saber cuándo sonreír y cuándo abstenerse de cualquier gesto. Todo esto sin mostrarte demasiado cobarde o demasiado atrevido. Más bien, sea cauteloso.
Porque el que grita no siempre es el más valiente, así como el que habla poco no siempre es el más cobarde. La vida nos enseña que muchas veces los que parecen más valientes son en realidad los más cobardes. Por esta razón, uno debe aprender a controlar sus emociones.. Sobre todo la ira.