Última actualización: 25 2016 noviembre
Lo primero que hay que saber es esto: mantener la calma es una cualidad aprendida. Si bien la herencia genética puede hacernos más o menos impulsivos, es normal que desde niño empecemos a afrontar la vida abandonándonos a las emociones y pasiones, ya que a esa edad nuestro lóbulo frontal aún no está completamente desarrollado.
Si tenemos la suerte de poder contar con condiciones favorables para nuestra evolución y desarrollo, aprendemos que para comportarnos racionalmente, necesitamos controlar los impulsos. También somos conscientes de que sin este autocontrol nos comportaremos de forma incorrecta, acabando haciendo o diciendo cosas que a la larga nos afectan.
“La vida es como un viaje por mar: hay días de calma y días de tormenta; lo importante es ser un buen capitán de tu barco"
–Jacinto Benavente–
La mala noticia es que no todos hemos recibido una educación dirigida a promover el autocontrol. Lo positivo, sin embargo, es que una vez superada la infancia somos capaces de aprender este tipo de educación por nuestra cuenta. Una vez que seamos conscientes del problema, de hecho, tendremos todas las herramientas disponibles para corregir esta dinámica.
Al hacerlo, inevitablemente terminamos reprimiendo algunos de nuestros impulsos. Esta es una acción normal al entrar en el mundo de la sociedad: renunciar a aquellos apetitos y deseos que chocan con la adecuada convivencia con el mundo circundante.
En realidad, sin embargo, el autocontrol es fundamental para nosotros mismos - evita que desperdiciemos energía emocional innecesariamente y nos permite ser más obedientes. Te proponemos 4 trucos para aprender a mantener la calma en los momentos más delicados.
Para mantener la calma, elimine el estímulo estresante de inmediato.
La pérdida de control se produce ante un estímulo estresante. Bajo la etiqueta de "estresante" es posible ubicar todo lo que nos asusta o nos amenaza. Pero también lo que nos hace dudar, lo que nos deja estupefactos o lo que va en contra de nuestros deseos.
Si no has cultivado el autocontrol, cuando aparezcan estímulos similares, te verás inducido a activar mecanismos de defensa, expresándote en forma de agresión: gritos, gestos de carácter violento, uso de lenguaje ofensivo o palabras que quieran herir o incluso amenazar.
Puedes controlar estos impulsos simplemente permaneciendo en silencio durante 20 segundos.. Si sientes que te es imposible no reaccionar, detente un momento a reflexionar sobre la situación, inhalando y exhalando profundamente. Hay un fondo de gran verdad cuando se dice que hay que "contar hasta diez". A veces, la diferencia entre un éxito y un error está en esos pocos segundos.
Pon tu atención en tu cuerpo
Es importante prestar atención a todo lo que pasa en tu cuerpo. Activa el "chip" siempre que te sientas incómodo con algo o con alguien. Deja de pensar en la realidad externa y, por un momento, dirige tu atención a cómo se está comportando tu cuerpo. Las señales vienen de ahí, es él quien muestra los primeros signos de ansiedad, bloquéalo.
Concéntrate en tu respiración y en los latidos de tu corazón. Piensa en la temperatura de tu cuerpo y, si sientes calor, refréscate con agua o aire fresco. Detente si tus músculos se sienten tensos y haz algunos estiramientos. Sin darte cuenta, tomarás las riendas de la situación.
Para "activar el chip", repite esta orden una y otra vez: "Quiero entender las reacciones de mi cuerpo". Si te parece extraño e irritante, aprende a repetirlo automáticamente: “Quiero entender las reacciones de mi cuerpo”. Esta frase es una apertura a la autoobservación y, en consecuencia, al autocontrol.
Siempre practica
Si eres uno de esos casos crónicos (personas que suelen perder los estribos, por cualquier cosa), necesitas urgentemente incorporar algo de ejercicio diario a tu rutina. Mejor aún si te dedicas a un deporte de verdad, uno que suponga tal gasto de energía que no dejes más para cuando pierdas el control.
Está científicamente comprobado que el ejercicio activa la producción de diversas hormonas que afectan el estado de ánimo. El derroche de energía física también te permite liberar esa tensión emocional que te mantiene alterado o al borde de estallar. La disciplina necesaria para hacer ejercicio o deporte es también una forma de entrenar el autocontrol.
Este no es un deporte practicado a toda costa por la competencia o el deseo de ganar. Lo importante es disfrutar de la actividad y escuchar a tu cuerpo incluso en contextos donde es libre de expresarse, imponiéndole un ritmo más rápido y enérgico.
Mejor si es una actividad que te llame la atención y que te guste un poco. Si por el contrario te encuentras en esa fase en la que no te apasiona nada, haz ejercicios sencillos incluso en casa o sal a caminar durante el día a un ritmo acelerado. Verás que en poco tiempo te sentirás mucho mejor.