Última actualización: 24 octubre, 2016
Me gustaría decirte todo lo que nunca te he dicho, suponiendo que siempre tendría el tiempo para hacerlo, el tiempo para decirte lo orgullosa que estoy de ti.
Pensé que al repetirte demasiadas veces lo importante que eras para mí, las palabras perderían su valor. Pero ahora solo puedo pensar que aunque olvides todo, incluso tu nombre, nunca olvidaré lo que hiciste por mí, mamá.
No puedo dejar de pensar en cuantas palabras y momentos hemos desperdiciado en vez de decirnos lo que sentimos. El clima es caprichoso y ahora que el Alzheimer te está quitando la memoria y haciéndote olvidar quién eres, Me estoy dando cuenta del valor que le damos a los que perdemos y cuánto somos incapaces de disfrutar de su presencia cuando tenemos la oportunidad.
"Morimos en las palabras que no podemos pronunciar, morimos en la tristeza de quien perdona la vida esperándola"
–Gustavo Martín Garzo-
Si bien tengo que admitir que cuidarte fue mucho más difícil de lo esperado, no me arrepiento de un solo momento dedicado a ti, tal como lo hiciste cuando me criaste. Soy como soy gracias a ti, a tu esfuerzo y, por eso, me prometí cuidarte hasta tu último aliento.
Un pequeño estallido de luz en la oscuridad.
Al principio fue difícil aceptar la forma en que la enfermedad te estaba transformando.. Te vi marchitar, vi tu mente cada vez más enredada, tus recuerdos cada vez más borrosos y un futuro por venir aún más doloroso. El Alzheimer es mucho más fuerte que tú y tenemos que acostumbrarnos a vivir bajo su sombra.
Se acostumbra decir que es el paciente el que no reconoce a los familiares pero, en este caso, fui yo quien tuvo dificultad para reconocerte. Cada día que pasaba tu mirada estaba más y más ausente, como un refleja el vacío que se abrió paso en tu cabeza, llenándola de olvido.
Es difícil ver cómo empeoras día tras día, cómo dejas de hablarme, de darme consejos y hasta de regañarme. Daría cualquier cosa por otra discusión, por otro abrazo, por otra mirada, por otro pedacito de ese pequeño universo que compartimos y que nunca volverá.
Todavía recuerdo cómo encontraste la fuerza para superar las dificultades sin pisar los dedos de los pies de nadie en el camino, cómo luchaste con todas tus fuerzas para que nada me faltara a pesar de no tener mucho y cómo me enseñaste que la familia es el valor más importante de la vida porque, pase lo que pase, siempre seremos tú y yo.
Entonces eras: fuerte, valiente, luchadora y brillante. Eras amor y vida. Y ahora eres olvido, debilidad y vacío. Pero siempre sigues siendo mi mamá, eres tú misma y nada a la vez. Pase lo que pase conmigo siempre serás tú, y cada rayo de luz que aunque sea por un momento te aleje de esa oscuridad a la que te ha obligado el Alzheimer me recuerda que aún en las dificultades cada momento pasado a tu lado valdrá la pena. ser vivido
Aunque me olvides, te guardaré por siempre en mi corazón
No estoy preparado para ver tu luz dejar de brillar y despedirme para siempre. No estoy listo para verte olvidar quiénes somos, lo que hemos sido o planes futuros que nunca tendremos tiempo de hacer. No estoy dispuesto a soltar tu mano en el camino de la vida, porque sin ti no habrá nadie dispuesto a levantarme cuando caiga.
Se dice que las despedidas son difíciles, pero nadie habla nunca de lo difícil que es despedirse de los seres queridos que siguen vivos, pero que han dejado de ser ellos mismos, cuando el olvido se ha apoderado de ellos, de su esencia. Incluso si continúan viviendo, ya no son las mismas personas.
Pero si hay algo que todavía puedo hacer por ti, aunque ya no seas tú, es estrecharte la mano con fuerza para que no te sientas solo, acompañándote en tus últimos días. Para que recibas el cariño que te mereces, porque, aunque me olvides, te llevaré por siempre en mi corazón.