Última actualización: 03 septiembre, 2016
No queremos mirarnos al espejo, nos deprime que nos fotografíen e incluso utilizamos programas informáticos para eliminar los "defectos" de nuestro cuerpo en las fotos. La moda, las presiones sociales, los enfrentamientos… son todos nuestros enemigos que nos hacen mucho daño y que poco a poco eliminen todo el amor que sentimos por nuestro cuerpo.
El cuerpo, entendido como un lugar donde reside nuestra entidad física y que nos permite actuar sobre el mundo exterior, es una parte importante de nosotros, junto con las emociones y los pensamientos forman un "todo", el que nos diferencia del resto. Los estándares de belleza actuales y la percepción equivocada de la salud nos llevan a odiar este caparazón que nos rodea.
Entendiendo el cuerpo
Para poder ofrecerle a nuestro cuerpo todo el respeto que se merece, lo primero que hay que hacer es empezar a entenderlo. No es un enemigo que quiera hacernos daño, siempre se comporta de manera impecable y en su complejidad puedes encontrar un gran aliado, sobre todo si sabes interpretar sus señales.
Incluso cuando no lo tratamos lo suficiente, el cuerpo es esa barrera o escudo que nos protege de las agresiones externas. Muchas veces somos nosotros mismos los que perjudicamos a este amigo nuestro tan especial, comiendo cosas poco saludables, siguiendo dietas extremas o no poniendo pasión en el deporte que practicamos...
Ese cuerpo que tanto odias y que no te gusta ver reflejado en el espejo, que ocultas apagando la luz en la intimidad con tu pareja o que evitas mostrar vistiendo determinada ropa es el que te acompañará por el resto de tu vida. Tienes el poder de cambiarlo o mejorarlo, pero en algunas ocasiones esto es incompatible con el amor.
El cuerpo y la moda
Los medios, la publicidad y la sociedad tienen el poder de inducir a una chica a dejar de comer para parecerse a una modelo oa un chico a pasarse la vida en el gimnasio levantando pesas para ser tan atractiva como los actores de Hollywood.
Y sin embargo, el significado de "belleza" (en lo que respecta al cuerpo) es más bien relativo y cambia con el tiempo. Por ejemplo, en el Renacimiento, las mujeres hermosas eran lo que ahora llamamos tallas grandes. En la cultura árabe, las chicas demasiado delgadas no son las más atractivas para los hombres que quieren casarse. Y como estos podríamos ponerte decenas de ejemplos.
Más allá de lo que dicta la moda, lo cierto es que el cuerpo es la mejor máquina tecnológica que tenemos a nuestra disposición. Cambiando algunas partes, por supuesto, todo se puede mejorar. Pero esto no significa que debamos menospreciar lo que ya es.
¿Te gusta tu cuerpo?
La mayoría de las personas no están satisfechas con sus cuerpos. A los flacos les gustaría ser más corpulentos, a otros les gustaría un cuerpo más esbelto, los altos están cansados de ver el mundo desde arriba y los bajos están cansados de tener la sensación de que nunca los toman en serio.
Si respondiste "no" a la pregunta "¿Te gusta tu cuerpo?", debes saber que eres como la mayoría de la población y te invitamos a hacerte otras preguntas: ¿por qué no te gusta? ¿Qué no te hace feliz con tu cuerpo? ¿Cómo puedes mejorarlo? ¿Hay algún aspecto que te guste?
Para cambiar ciertas partes del cuerpo, tienes que pensar si realmente necesitas ese cambio. ¿Encuentras la razón por la que lo quieres: es porque no te gusta en sí mismo o porque te comparas con los demás? En todo caso, si quieres que sea un asunto serio, lo mejor es que acudas a un profesional para pedirle una consulta.
Comienza a aceptar tu cuerpo.
Aceptar no significa cruzarse de brazos y esperar que nada cambie. Significa comenzar el día amándote a ti mismo y comprender la belleza que llevas dentro de ti y también mostrársela al mundo. Un ejercicio que te puede ayudar es pararte frente al espejo, posiblemente sin ropa, y analizar cada centímetro de tu cuerpo, prestando mucha atención a lo que ves y cómo te sientes.
Puede que al principio sientas cierto rechazo, pero pasados los primeros minutos te acostumbrarás. Mire su cabello, cara, torso y piernas. Detente en lo que más te gusta: la nariz, los hombros o los ojos.
Luego trata de fijarte en las zonas que no son de tu agrado. Sin embargo, esta vez en vez de criticar, te proponemos que aceptes. Puede sonar fácil en teoría, pero no lo es en la práctica.
¿Tienes ojos que te permitan mirarte, una mente que te permita evaluar, una nariz que te permita respirar, unas piernas que te obedezcan, una piel que se sienta más allá de las caricias y un corazón que late? Encuentra la perspectiva adecuada para mirar tu cuerpo, sin pensar en los juicios que recibimos a través de la publicidad.
Más allá de mirarte, una forma de llegar a tu cuerpo es prestar atención a lo que hace. Quédate con él en la ducha y no corras mentalmente a lo que harás a continuación, a hacer deporte y sentir cómo se te acelera el corazón o a caminar y experimentar esa sensación de libertad que nos da cuando está en movimiento.
Finalmente, no te olvides de todas aquellas personas a las que les gustaría un cuerpo como el tuyo. Obviamente también los hay. Acepta tus formas, tus irregularidades, tus relieves y sus magnitudes. No eres solo el caparazón que te rodea, sino también tus pensamientos, ideas y emociones.
“Para mí la escultura es cuerpo. Mi cuerpo es escultura".
-Louise Bourgeois-