Última actualización: 29 de abril de 2016
Según Freud, “cuando tomamos decisiones de modesta importancia, siempre es útil analizar los pros y los contras. Sin embargo, en asuntos de vital importancia, como la elección de pareja o de trabajo, la decisión debe venir del inconsciente, de un lugar oculto dentro de nosotros. En las decisiones verdaderamente importantes de la vida, debemos dejarnos gobernar por las profundas necesidades de nuestra naturaleza”. Por eso, en una pareja, la afinidad requiere que los dos socios tengan el mismo sueño, pero también que cada uno cultive su propia individualidad.
A lo largo del día tomamos muchas decisiones de manera intuitiva, elegimos la ropa que nos pondremos, tomaremos un camino en lugar de otro para ir al trabajo, comeremos un alimento determinado y evitaremos otro. Si todas estas decisiones no se tomaran de manera intuitiva, nuestra vida sería un desastre, porque perderíamos demasiado tiempo haciendo cualquier cosa o incluso comenzando a hacerla.
“Era su voz, su confianza para decir las cosas, con palabras simples podía tocar mi alma”
(Edgar Pareja)
Pero, ¿qué sucede cuando tenemos que elegir a nuestra pareja? Sería difícil compilar largas listas de pros y contras antes de salir con alguien, y más complicado aún decirle a nuestro corazón quién nos gusta y quién no. Cuando tenemos que elegir a la persona con la que salir, es nuestra intuición elegir, porque se trata de vivir un sueño.
Elige a alguien con quien soñar
Aunque existe el mito de que los opuestos se atraen, mucha investigación ha demostrado que tendemos a salir y casarnos con personas como nosotros en cuanto a educación, clase social, etnia e incluso características físicas. Este fenómeno se llama "apareamiento selectivo". Este tipo de acoplamiento asegura que se mantenga la desigualdad cultural o social, ya que se opone a la mezcla entre clases.
En 2009, en la revista Genome Biology se publicó un estudio, realizado en América Latina, que concluyó que las personas tienden a aparearse con otras dependiendo de las similitudes entre su ADN y sobre todo las similitudes entre sus linajes genéticos. En otras palabras, no elegimos a nuestra pareja al azar.
Un estudio más reciente, realizado por la Universidad de Colorado, Estados Unidos, llegó a la conclusión de que las personas tienden a elegir parejas que tengan un ADN similar al suyo. En esta investigación, los expertos examinaron la secuencia genética de 825 parejas norteamericanas y constataron la existencia de una mayor similitud entre el ADN de los dos socios que entre el de los socios y el resto de individuos.
"Nunca seremos la pareja perfecta si no somos capaces de aceptar que 2 proviene de 1 + 1 solo en aritmética".
(Julio Cortazar)
Los investigadores también compararon el grado de similitud genética con el grado de similitud debido a la formación académica. Resultó que la preferencia por una pareja genéticamente similar fue tres veces menor que la preferencia por una pareja similar debido a los estudios emprendido.
El sueño compartido y el sueño personal
Tener afinidad con alguien no significa no tener sueños personales: siempre debe haber una parte de nuestra vida en la que nos desarrollemos como personas y aprendamos a ser nosotros mismos, sin dejar de compartir otras cosas con nuestra pareja.
La película "El círculo de la suerte y la felicidad", basada en una novela de Amy Tang, cuenta la vida de un grupo de mujeres chinas que emigraron a EE.UU. Los más jóvenes son americanos, pero sigue muy arraigado en ellos el sentido de tener que ofrecerse totalmente a los demás ya su pareja. Uno de ellos va a la universidad y uno de los chicos más populares se enamora de ella cuando se muestra sincera y auténtica. Después de un tiempo, se casan, pero ella abandona todos sus sueños y ambiciones para dedicarse a él.
En una escena de la película, la joven le pregunta a su esposa dónde quiere cenar, si en casa o fuera; él responde que puede elegirla, pero la niña insiste. Su marido le ruega que decida, que exprese sus deseos, pero ella ya no puede elegir porque ha enterrado sus sueños en un lugar tan profundo que ha perdido su capacidad de decisión. En la siguiente escena, se revela que los dos están recurriendo al divorcio.
Esta sencilla escena nos hace comprender que tener pareja no tiene por qué significar renunciar a nuestros sueños, a nuestra capacidad de decisión y libertad de elección. Habrá sueños en común, pero también debe haber sueños personales y estos enriquecerán a cada uno de los dos socios.
“Dime una vez más que la pareja del cuento fue feliz hasta la muerte, que ninguno de los dos traicionó al otro. Y no olvides mencionar que, a pesar del tiempo que pasaron juntos y todos los problemas, se besaban todas las noches. Cuéntame mil veces más por favor, es la mejor historia que he escuchado”.
(Amalia Bautista)