Última actualización: 19 de abril de 2017
El estrés se ha convertido en un enemigo silencioso que acecha por todas partes. Las grandes ciudades producen sobre todo esto: gente angustiada. La propia vida urbana a veces provoca tensión simplemente por el paso por las calles. El bombardeo de estímulos puede ser tan grande que estresa a cualquier individuo.
Nuestros sentidos también se ven afectados por el estrés. Por ejemplo, nos cuesta más distinguir los olores debido a la contaminación ambiental y lo mismo ocurre con los sonidos. En cualquier calle principal de una ciudad, los niveles de ruido son tan altos que hay que subir el volumen para hablar y prestar especial atención para poder oír a nuestro interlocutor.
“Sin bienestar, la vida no es vida; es solo un estado de languidez y sufrimiento”.
-François Rabelais-
Lo mismo sucede con los otros sentidos. Cerramos los ojos o miramos hacia abajo para no confundirnos. Peor aún: no saboreamos lo que comemos ya que correr siempre nos lo impide. Para algunos, la hora del almuerzo es incluso una pérdida de tiempo. Y en cuanto al tacto, somos conscientes de ser cada vez más insensibles a la palpación y exploración de lo que nos rodea?
Damos un significado erróneo al término "tiempo libre". Mucha gente piensa que significa no hacer nada. Por eso, cuando tenemos tiempo a nuestra disposición, lo desperdiciamos frente al televisor, un videojuego o la pantalla de una computadora. De esta forma, nos sumergimos en una realidad ajena a nosotros y, sin darnos cuenta, nos convertimos en prisioneros del estrés.
¿La naturaleza nos ayuda a combatir el estrés?
La respuesta a esta pregunta es, sin duda, sí. Hoy en día, entre los consejos de algunos médicos está la búsqueda del contacto con la naturaleza. Piense en paseos por el campo; seguramente lo has notado una vez lejos de la ciudad, todo cambia. Los olores, sonidos y paisajes son diferentes. Los sentidos parecen despertar y percibimos lo que ignoramos en la rutina.
Sin embargo, mucho más allá del simple contacto con la naturaleza, existe uno técnica muy eficaz dirigida a contrarrestar el estrés: baños de bosque. Esta técnica se originó en Japón, país que tiene una de las economías más desarrolladas del mundo. Al mismo tiempo, sin embargo, tiene altas tasas de suicidio entre los adolescentes y enfermedades (incluso fatales) entre la población debido al exceso de trabajo.
Esta técnica consiste en redescubrir la naturaleza, ya sea un bosque o un campo abierto.. La idea es relajarnos, dejar de lado el caos en el que estamos inmersos a diario y, de esta forma, reducir los niveles de estrés para que podamos gestionarlo mejor. Debes pensar que caminar en un entorno natural significa establecer una ruptura con diversos estímulos que nos provocan angustia.
Beneficios del baño de bosque
El mayor beneficio que nos ofrece el baño de bosque es la desconexión con el universo a través de la naturaleza y la consiguiente eliminación del estrés.. Los baños de bosque (cuyo nombre en japonés es Shinrin Yoku) también se pueden realizar de otras formas, además de caminando. Si quieres, puedes abrazar un árbol e intercambiar tus vibraciones negativas por las positivas que ofrecen las ramas y el tronco del árbol o puedes beber una infusión de plantas aromáticas que nos haga relajarnos.
La naturaleza ayuda a ver el mundo desde otra perspectiva. Si estamos estresados, parte de nuestro cerebro está sobrecargado. Los baños de bosque reducen la actividad cerebral que nos lleva a tomar decisiones y resolver problemas. Por el contrario, activa las áreas asociadas a las emociones, el placer y la creatividad.
Para que un baño de bosque sea capaz de reducir nuestro estrés es necesario dedicarle el tiempo suficiente. Sin prisas. Recuerda que debes aprovechar los beneficios que nos ofrece el contacto con la naturaleza. Beneficios que solo se pueden obtener prestando atención a cada paso que damos. Entre otras cosas, recuerda que también es posible meditar mientras caminas: basta con estar alerta y mantener los sentidos despiertos.
Dedicarnos a ganar energía positiva no implica dinero ni esfuerzo. Es suficiente para abrir la mente y el corazón. Reconocer que somos parte del universo. Todos cumplimos una función, estamos interconectados y cada decisión que tomamos repercute en el entorno que nos rodea. Si queremos paz mental, salud y crecimiento espiritual, debemos comenzar a ponernos en contacto con la naturaleza nuevamente.
