Es común escuchar sobre la necesidad de “cerrar” ciclos. ¿Cómo se aplica al campo de las relaciones afectivas? Hablamos de ello en este artículo.
Última actualización: 18 de febrero de 2022
La serie de televisión de humor negro Six Feet Under narra la vida de una familia estadounidense al frente de una funeraria. Los protagonistas deben lidiar con sus problemas domésticos y, al mismo tiempo, mantener una seria compostura para ayudar a sus clientes a manejar el duelo, muchas veces difícil debido a las extrañas muertes narradas al comienzo de cada episodio. El propósito de la serie es enfatizar cuánto es importante cerrar con el pasado, cerrar los ciclos de la vida.
En la serie, el duelo se presenta tanto más difícil cuanto más inexplicable y extraña la pérdida sufrida. Durante cada episodio apreciamos la necesidad de cierre y las diferentes formas de obtenerlo.
El final de una relación es una pérdida importante para nosotros, por lo que con toda probabilidad viviremos un proceso de duelo. Este proceso será más fácil si tenemos una explicación razonable de por qué sucedió.
Conseguir una explicación que nos resulte satisfactoria nos permitirá “terminar” la relación de una forma psicológicamente adecuada.
¿Qué es el cierre cognitivo?
El cierre cognitivo es la necesidad que tenemos de encontrar una explicación satisfactoria a situaciones ambiguas o inciertas (Kruglanski y Webster, 1996).
Cuando una relación termina, debemos entender por qué esto ha sucedido y, al hacerlo, darle sentido dentro de nuestra narrativa vital. Esta explicación pasará a formar parte de nuestros esquemas mentales y nos ayudará a explicar y predecir mejor el mundo del futuro.
Sin embargo, cuando una relación termina y la otra persona simplemente desaparece, nos niega una explicación, no creemos lo que dice o no entendemos por qué actuó de cierta manera, tenemos la sensación de que nos han suspendido.
La falta de cierre es una sensación molesta. porque no tener información nos impide conocernos mejor y nos dificulta entender el mundo que nos rodea.
Al fin y al cabo, necesitamos integrar las experiencias vividas, darles sentido dentro de nuestros valores personales y utilizarlos para aumentar el conocimiento que en el futuro nos permitirá describir, explicar y predecir con mayor precisión nuestra realidad.
La necesidad de cerrar con el pasado según la personalidad
Aunque para la mayoría de las personas es necesario hasta cierto punto, no todos tenemos la misma necesidad de cierre.
Según nuestra personalidad sentiremos esta necesidad con mayor o menor urgencia (Neuberg, Judice y West, 1997):
- Personas con una fuerte necesidad de cierre. se caracterizan por una gran intolerancia a la incertidumbre. Suelen ser personas obsesivas, adictas al orden, las reglas y la previsibilidad. Necesitan estructuras bien definidas de la realidad. Pueden ser autoritarios y dogmáticos, convencidos de que conocen la "manera correcta" de actuar. Suelen ser conservadores.
- Las personas con baja necesidad de cierre se caracterizan por una mayor creatividad, así como una mayor tolerancia a la incertidumbre y la sorpresa. Tienden a ser más impulsivos y también más complejos cognitivamente. Su mayor flexibilidad cognitiva les permite moverse y adaptarse a situaciones ambiguas o contradictorias.
- Finalmente, hay también son personas que necesitan evitar el cierre. En este caso, se suspende el compromiso con el sentido crítico. En otras palabras, la persona prefiere no saber qué pasó, porque asume que la explicación le hará más daño que la simple exposición a la incertidumbre.
¿Qué hacer si no puedes cerrar con el pasado y si lo necesitas?
Por supuesto, no podemos (y no debemos) obligar a otros a satisfacer nuestras necesidades. Cuando la otra persona no coopera y se aleja de nosotros sin explicación, nos abandona en un limbo relacional.
Sin embargo, la terapia enseña que adoptar una actitud saludable significa aprender a manejar su parte de responsabilidad en cada situación. En este caso tendremos que gestionar el fallo al cerrar.
¿Y qué hacer, exactamente? Para resolver una pérdida inexplicable, no hay más remedio que renunciar a la explicación anterior. Es difícil, es injusto, pero si lo pensamos bien, veremos que también nos conviene.
La alternativa sería quedar atrapado indefinidamente en un interrogatorio personal continuo. Pregúntanos para siempre ¿Por qué sucedió esto? ¿Por qué a mí?. En algún momento tendremos que dejar de hacerlo para seguir adelante.
A través del doloroso camino del duelo, después de lidiar con emociones como la tristeza, la culpa o la ira, en última instancia, nuestro objetivo debe ser la aceptación.
Y para aceptar lo sucedido, debemos soltar todas las cargas que nos retienen, incluida la búsqueda de respuestas o explicaciones. Dejar ir nos hará libres.
¿Cuando sucede?
El cierre cognitivo en una relación ocurre cuando podemos acceder a una explicación plausible por qué las cosas fueron de esta manera.
Sentimos la necesidad de cerrar con el pasado porque esta explicación nos ayuda a captar aspectos de nosotros mismos, de los demás y del mundo que nos rodea.
Trabajar para poner fin a una relación rota nos permite dar sentido a la pérdida que hemos sufrido y despedirnos de una parte importante de nuestra vida.
Desafortunadamente muchas veces las relaciones no terminan de manera madura y el cierre no es completo, dejándonos sin respuestas a nuestras preguntas. En estos casos, renunciar al cierre es una forma de deshacerse del lastre. Dejar ir la necesidad de explicación nos permitirá avanzar.