Hablar de problemas siempre es positivo, no importa si se trata de dificultades en la relación de pareja, entre padres e hijos o en el trabajo. Cuando una discusión se centra en un objetivo específico, la probabilidad de que ambas partes lleguen a un acuerdo y comprendan el punto de vista del otro es buena. Pero cuando la discusión tiene lugar en dos posiciones claramente separadas, las posibilidades de resolver el problema se reducen drásticamente.
Todos, en un momento u otro, hemos tenido que enfrentarnos a discusiones. Suelen surgir de una conversación normal en la que se afronta un problema y acaba sacando a la luz mil dificultades distintas que muchas veces nada tienen que ver con el tema original de la discusión.
Esto sucede porque nuestro cerebro está constantemente luchando con asociaciones y comparaciones. Analizamos la realidad comparándola con experiencias y esta forma de pensar es tan común, nos llega de manera tan automática, que nos cuesta enfocarnos en un tema, sobre todo cuando nos concierne directamente. En este sentido, las discusiones a veces se distorsionan sin que la gente se dé cuenta y sin quererlo a sabiendas.
Otras veces las discusiones toman un rumbo equívoco porque uno de los dos no pretende responder, no quiere llegar a una solución, simplemente quiere demostrar su supremacía. No discute para llegar a un acuerdo, sino para ganar.
Este es el caso típico en el que un miembro de la pareja le dice al otro que le gustaría pasar más tiempo con él o ella, pero le recuerda que trabaja demasiado. En este punto, la persona puede percibir esta declaración como un ataque y puede responder contraatacando. En lugar de centrarse en las causas del problema y tratar de solucionarlo, señala todos los momentos en los que estuvo disponible, recordando que el otro no estaba a su lado porque estaba haciendo otra cosa. De ahí que la discusión degenere, porque ambos se calientan y será muy difícil llegar a una conclusión satisfactoria para ambos.
¿Cómo mantener la discusión centrada en el tema?
Si ve que la otra persona está a punto de perder los estribos, a menudo es suficiente que repita la pregunta o el problema que desea resolver. Señale que tiene una meta y que sería mejor limitar la discusión a ese plan. Asimismo, señale las razones por las que es importante no distorsionar el tema de conversación y, finalmente, para no herir sus sentimientos, dé importancia a sus argumentos, enfóquese en el futuro.
Puedes decir, por ejemplo: “Quiero hablar del tiempo que pasamos juntos (repetición del problema) porque me gusta estar contigo y quiero que nuestra relación se fortalezca (da tus razones). Tiene razón cuando dice que muchas veces estuve ausente (enfatice la importancia de sus argumentos), pero de esta forma no logramos nada. Creo que es mejor ver qué podemos hacer ambos a partir de ahora para pasar más tiempo juntos (centrarse en la solución) ".
Si no pierde los estribos, es probable que el otro tampoco lo pierda. Con esta actitud no solo demostrarás que el otro es importante para ti, sino que también quieres llegar a una solución.