Lo mejor y lo peor de cada uno de nosotros siempre está bajo presión. Cuando estamos bajo presión podemos perder los nervios y sentirnos abrumados por el peso del estrés, pero también podemos superarnos a nosotros mismos y dar lo mejor de nosotros mismos.
Independientemente de lo que suceda, tendemos a pensar que la presión es una especie de catalizador de nuestro verdadero "yo". Creemos que las situaciones estresantes sacan a relucir lo que llevamos dentro. Pero tal vez ese no sea el caso, o al menos no siempre. Estar bajo presión puede tener el efecto contrario y llevarnos a recurrir predominantemente a respuestas preconcebidas y socialmente aceptables.
Bajo presión, la máscara social se impone al ego.
Tenemos una "mente dividida". Hay una mente más intuitiva e impulsiva y otra más racional y autocontrolada. La mente intuitiva e impulsiva permanece "incontaminada" guardando nuestros deseos, ilusiones e impulsos no confesados; la mente racional es fundamentalmente fruto del condicionamiento social, es la que ha asimilado normas y valores.
La mente racional deberÃa "controlar" la mente impulsiva, al menos la mayor parte del tiempo. Este sistema de control generalmente sigue vÃas neuronales más largas y complejas, por lo que lleva más tiempo.
Es por eso que siempre hemos asumido que cuando pedimos a las personas que respondan rápidamente presionándolas, la mente racional no tendrá tiempo suficiente para controlar la mente impulsiva y, por lo tanto, dirán lo que realmente piensan.
Sin embargo, los psicólogos de la Universidad de California afirman que "responder rápidamente y sin pensar [...] hace que la gente mienta y te diga lo que quieres escuchar". Esto significa que en realidad nuestro "yo social" está permanentemente en guardia y ejerce un control más estricto de lo que imaginamos.
Acostado bajo presión
Los investigadores involucraron a un grupo de 1.500 personas que tuvieron que responder "sÃ" o "no" a varias afirmaciones, como: "A veces me frustro cuando no obtengo lo que quiero" o "Siempre escucho bien , no importa con quién estoy hablando ".
A algunos se les dio suficiente tiempo para responder, mientras que a otros se les presionó para que respondieran en menos de 11 segundos, por lo que no pudieron pensar mucho.
Los psicólogos descubrieron asà que las personas bajo presión, que tenÃan que responder rápidamente, solÃan dar respuestas socialmente aceptables, mientras que las que tenÃan más tiempo para reflexionar daban respuestas más auténticas que reflejaban quiénes eran en realidad.
En otras palabras, la presión del tiempo no saca a relucir nuestro "yo real" pero prevalece el deseo de mostrarnos con una luz más halagadora, aunque implique ocultar quiénes somos realmente, qué sentimos o pensamos.
Esto significa que nuestras respuestas automáticas no están dictadas por la mente intuitiva e impulsiva, como solÃamos pensar, sino por el constructo social que hemos asimilado a lo largo de los años. Y que para obtener respuestas más sinceras debemos reflexionar y soltar el férreo control para que nuestra esencia salga a la luz.
Por tanto, si queremos conectarnos con alguien y conocerlo de verdad, lo mejor es no presionarlo.