Un simple contacto físico puede resultar muy convincente, incluso más que un discurso bien preparado. Se sabe que un ligero toque en el brazo o el hombro puede hacernos más receptivos y nos empuja a estar más dispuestos a ayudar a los que no conocemos. Por tanto, en la literatura contacto físico siempre se ve de forma positiva.
Pero ahora un estudio belga muestra que el contacto físico también tiene su lado oscuro. Esta nueva investigación revela cómo una simple palmada en la espalda puede tener un efecto negativo si se da en un contexto inapropiado.
Los investigadores reclutaron a 74 estudiantes para realizar el estudio. Cada uno de ellos tuvo que competir con otra persona para determinar quién resolvería un problema en particular en el menor tiempo posible. Todo se organizó para que el participante ganara con una pequeña ventaja, luego el alumno ingresó a una sala donde encontró a su oponente. En algunos casos, el oponente le dio tres amistosas palmaditas en el hombro y le deseó mucha suerte en el trabajo que tenía que hacer. En otros casos, el oponente simplemente les deseaba buena suerte, pero sin ningún contacto físico. Posteriormente, la pareja de jugadores se insertaba en el "juego del dictador", en el que el alumno debía decidir cuánto dinero se le pagaría a la otra persona. .
Los estudiantes que recibieron las palmaditas en la espalda compartieron menos dinero entre ellos, lo que sugiere que el contacto físico en un entorno competitivo, lejos de calmar, podría mejorar aún más el ánimo. Probablemente porque Algunas palmaditas amistosas están pensadas como un gesto que expresa dominación y poder.Sin embargo, lo curioso es que ningún alumno pareció darse cuenta de que las palmaditas recibidas podían afectar la reacción hacia el oponente. De hecho, todos afirmaron que el contacto físico los había mantenido neutrales de todos modos. Esto podría significar que los efectos del contacto físico afecten nuestras decisiones, pero a nivel inconsciente, y los psicólogos han llegado a la conclusión de que el contacto físico en el momento menos adecuado puede tener consecuencias desastrosas, incluso cuando lo interpretemos como un gesto amistoso.