Cómo interpretamos el pasado afecta nuestro presente

Cómo interpretamos el pasado afecta nuestro presente

Cómo interpretamos el pasado afecta nuestro presente

Última actualización: 23 octubre, 2016

Varios estudios han demostrado que los recuerdos no son inmutables, sino que contienen distorsiones y creaciones propias. En otras palabras, significa que lo vivido en el pasado deja una huella que no recordamos con exactitud, sino solo en función de la interpretación que le damos para entender lo sucedido.

En realidad, el hilo conductor de la mayoría de nuestros recuerdos no se trata de los hechos en sí, sino del significado que tienen para nosotros. Pongamos un ejemplo: dos personas fueron abandonadas por sus padres cuando eran muy jóvenes. Ambos han sufrido mucho, pero uno de ellos se ha embarcado en un proceso de comprensión de cómo y por qué sucedió todo esto.



Unos años después, esta persona recuerda el hecho como un hecho triste, pero conoce y comprende las circunstancias en que ocurrió. La otra persona, que no ha "digerido" la experiencia, solo tiene recuerdos vagos e inexactos, pero también un fuerte sentimiento de dolor y resentimiento.

Nunca se trata de lo que hemos experimentado, sino de la forma en que lo hemos procesado. Gran parte de los motivos por los que sientes ansiedad o tristeza se encuentran en el pasado, hechos que, al no haber sido procesados, siguen siendo un factor negativo en la vida.

La experiencia pasada y su interpretación.

Los seres humanos no somos ordenadores que simplemente acumulan datos para tenerlos siempre disponibles. El recuerdo juega un papel muy importante en nuestras vidas. El pasado es en realidad un concepto muy complejo porque, aunque ya se haya vivido, puede influir significativamente en el presente.. Aunque no lo notemos.

Podemos referirnos a la metáfora del edificio antiguo. Primero se construyen los cimientos y luego, uno encima del otro, los distintos pisos. Si los cimientos no están bien hechos, es probable que uno de los pisos comience a desmoronarse sin razón aparente o que el edificio en su totalidad se derrumbe en caso de un terremoto.



Lo mismo le pasa a la gente. Construimos los cimientos de lo que somos en los primeros años de vida y, en general, todos los olvidamos. A partir de este momento, cada experiencia suma y se interpreta a partir de esa conciencia básica que ya está formada.. Y si los cimientos están comprometidos, por alguna razón, es posible que aún en la vida adulta tengamos grietas o una inestabilidad que puede ponerlo todo en riesgo.

Si bien la metáfora del edificio es útil para comprender, el ser humano es mucho más complejo, pero a la vez más flexible. Lo que sucedió en el pasado se puede interpretar de una manera más constructiva y útil a través de la comprensión. Eso significa, lo que hemos vivido puede ayudarnos a mejorar o empeorar dependiendo de cómo lo interpretemos.

Lo que hemos vivido se puede reinterpretar

Por naturaleza tendemos a evadir u olvidar las experiencias negativas.. Si hemos vivido un abandono, un rechazo o una experiencia traumática, ciertamente tendemos a dejarlo de lado y no pensar en ello, para no sumergirnos en una cadena de pensamientos que no aportan nada a nuestro bienestar emocional.

Sin embargo, cuando no nos damos tiempo para asimilar lo vivido, en realidad no olvidamos, sino que mantenemos viva la experiencia en nuestro inconsciente. Esto se traduce en tristeza o ansiedad, sentimientos que parecen no tener explicación.

No es tanto lo que hemos vivido lo que importa, como la forma en que hemos estructurado la memoria.. Si elegimos una perspectiva de víctima para interpretar los hechos, entonces veremos las experiencias pasadas a través de la lente de la autocompasión. Si optamos por un punto de vista defensivo, lo vivido será un motivo más para desconfiar de los demás o adoptar una actitud de revancha o venganza hacia ellos, aunque no nos hayan hecho nada.



Es importante aprender a desmontar lo vivido, esto significa tomar las experiencias vividas y adoptar un punto de vista que nos lleve a comprenderlas. No solo tomarlos en consideración, por tanto, sino también ponernos en el lugar de aquellos que nos han hecho daño para entender por qué.


Quizá descubramos que no lo hizo por malicia o egoísmo, sino por sus propias limitaciones o frustraciones.. Quizás entenderíamos que la mejor forma de hacer justicia no es olvidar, sino aprender a vernos como personas que hemos vivido un episodio negativo, pero que también merecemos superarlo y ser felices.

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