El comportamiento de los niños y adolescentes revela mucho sobre las relaciones y dinámicas familiares y sociales. Por ello, ante la presencia de conductas disfuncionales, lo mejor es acudir a la psicoterapia.
Última actualización: 08 octubre, 2022
El número de niños y adolescentes en terapia ha aumentado en los últimos años en un intento de explicar los comportamientos disfuncionales. La causa de estos comportamientos se ha identificado en aspectos de carácter social.
El contexto en el que están inmersos estos factores se convierte en una especie de almacén de significados para explicar los comportamientos menos inofensivos, pero también las situaciones más graves.
Del caos social al familiar
Educación primaria y secundaria son testigos de un aumento de las actitudes agresivas y violentas entre los alumnos. Sin embargo, sería simplista limitar la violencia únicamente al contexto escolar.
Por lo tanto, debemos preguntarnos: ¿cómo no podría haber violencia en las escuelas si en diferentes contextos sociales la agresión es una constante? Campos de fútbol, accidentes de tráfico, corrupción a varios niveles, robos callejeros con agravante de violencia, robos y allanamientos. Estos son los escenarios en los que crecen los jóvenes.
En el trabajo existe un clima de inestabilidad que conduce al abuso de poder y al maltrato, es por ello que el actual sistema económico ha creado una población de desempleados e inadaptados, pobres y muy pobres; además, de pobre gente llena de ira y rencor.
Por si fuera poco, la televisión prolifera con programas que adormecen retransmitiendo guerras entre coristas o sinvergüenzas.
Si la sociedad, que debería ofrecer a los jóvenes modelos con los que identificarse, con los que discernir entre el bien y el mal, ofrece en cambio la estupidez, la corrupción y la violencia como punto de referencia, ¿qué imagen muestra realmente?
La crisis amenazante que se convierte en una realidad cotidiana deja problemas y conflictos crudamente inesperados que fortalecen: familias en crisis que transmiten una dosis de neurosis a otros miembros. La disfuncionalidad ya no solo nos persigue, nos ataca.
Comportamientos disfuncionales en la familia.
La familia es parte del contexto social. en que está inmerso; por lo tanto, es inevitable que en mayor o menor medida reproduzca en él los aspectos positivos y las contradicciones de la sociedad a la que pertenece.
Actualmente vivimos en un clima familiar que sigue al social. Las personas viven bajo la presión desmesurada de un ambiente de trabajo que las somete a una perenne degradación: todos somos reemplazables.
Dentro de casa, muchas parejas apenas se comunican, se limitan a lo superfluo: facturas, pequeños cálculos diarios y escasas intuiciones y reflexiones sobre la vida, cuestiones que no ponen en peligro la perentoria estabilidad y no los ponen frente a una causa más del caos. , o separación. .
Ma el sentimiento de impotencia que produce este estilo de vida es una amenaza lo cual se expresa con respuestas agresivas que de repente se magnifican con el famoso "efecto avalancha".
El clima de tensión constante, sumado a los estallidos de agresividad, contribuye a alimentar un ambiente que alimenta los reproches, la baja autoestima, la impotencia en todos los aspectos.
Los comportamientos disfuncionales de los niños.
Los padres se vuelven menos tolerantes con las solicitudes. El reclamo, con pocos espacios para argumentar, aumenta los desencuentros. Pero el clima de tensión en la pareja va más allá de este límite, los padres comienzan a involucrar a sus hijos en el circuito conflictivo.
Los niños entran en la disputa, poniéndose del lado de uno u otro padre. Si defienden al padre, sienten ira por las acciones de la madre, pero al mismo tiempo se sienten culpables y viceversa. La culpa y la ira contribuyen a alimentar el clima de desorden familiar.
En poco tiempo, la complejidad de la comunicación se complica. Los sentimientos de los niños se reflejan en otros contextos, es decir, comienzan a exhibir conductas disfuncionales en su segundo hogar: la escuela.
La comunicación en la familia y en la escuela.
Justo en la escuela el niño o joven reproduce el estilo comunicativo adquirido en la familia, al mismo tiempo que vierte el insoportable cúmulo de angustias que lo invade.
Le basta con repetir algunas acciones violentas para ser etiquetado como "el violento" de la clase. Y es probable que ante la ocurrencia de esta circunstancia, empieces a presentar problemas de aprendizaje.
En poco tiempo se transforma en el chivo exhalador y objeto de burla de sus compañeros; esto lo hace sentir marginado y, por lo tanto, reacciona violentamente, confirmando así su papel de "violento".
Siguiendo las convocatorias, notas de conducta y amonestaciones de los profesores, los padres se centran en su hijo, recurriendo a premios y castigos, que suelen ser ineficaces.
El chico no solo es problemático en la escuela, también en casa, sin embargo, nadie se había dado cuenta. De alguna manera logró liberar su angustia, hacerse notar por sus padres y así distraerlos de las discusiones que amenazaban con separarse.
Estas acciones se entrelazan en un círculo infinito, que si no se detiene a tiempo provoca el caos y la desesperación, uno de los caminos que alimentan los trastornos mentales.
Acude a terapia para atajar la situación a tiempo
En parte gracias a la desmitificación de la asociación entre locura y psicoterapia, los padres recurren a la psicoterapia esperando regresión y solución a las conductas disfuncionales de sus hijos.
Algunos terapeutas eligen proceder con entrevistas de crianza y sesiones individuales con el niño. Durante estas sesiones, por ejemplo con niños de 4 o 5 años, se aplica el llamado “tiempo de juego”, en el que a través de la vertiente lúdica se expresarán y decodificarán las señales conflictivas.
Pero los síntomas que presenta el niño/adolescente pueden ser consecuencia de padres en constante riña, intolerancia ante la idea de una separación, vivencias de separación o ruptura familiar, etc. Es necesario saber leer el mensaje contenido en el síntoma.
Aquí la terapia familiar se vuelve indispensable, con una entrevista grupal y el análisis de las consecuentes conductas sintomáticas de los niños.
Conclusiones sobre conductas disfuncionales en niños
Cualquiera que sea el enfoque psicoterapéutico que se adopte, deberá ofrecer a los jóvenes las herramientas y los recursos necesarios para combatir la disfuncionalidad.
Los padres serán informados de la situación y tendrán que hacerse cargo del problema del niño. De lo contrario, no se obtendrán los resultados deseados, por el contrario, se alimentará el malestar.
La psicoterapia es por definición un espacio de reflexión y aprendizaje. Un lugar que ordena y corrige las desviaciones que desestabilizan el bienestar, como la disfuncionalidad. En un contexto de malestar generalizado, de angustia incesante, de incertidumbre y ansiedad, de estabilidad e inestabilidad, ¡qué mejor que ver a un niño que recupera la sonrisa!