Última actualización: 21 septiembre, 2016
Existe una conexión entre las enfermedades y las emociones. Las emociones no surgen de la nada, sino que están relacionadas con nuestra forma de interpretar lo que nos sucede; estas reacciones pueden dar lugar a síntomas fisiológicos. Así como las enfermedades físicas afectan nuestro estado de ánimo y nos hacen temer, temer o preocuparnos, muchos problemas psicológicos afectan a nuestro cuerpo.
Cuando la relación mente-cuerpo ve alterada su armonía por emociones desagradables, sentimientos negativos, baja autoestima y situaciones estresantes, surgen las enfermedades psicosomáticas. Estos últimos son considerados trastornos físicos cuya aparición y curso puede estar relacionado con factores psicológicos. Hablando de síntomas psicosomáticos, nos referimos a dolencias físicas para las que no es posible realizar un diagnóstico médico.
Proyección de emociones sobre el cuerpo.
Existen diferentes modos de manifestación en lo que se refiere a trastornos o alteraciones físicas correlacionadas con factores de carácter psicológico:
- Digestivo: colon irritable o síndrome del intestino irritable. Están ligados a la ira, la ira y la agresión.
- Sistema cardíaco y cardiovascular: relacionado con la euforia, la histeria, la excitación, la hipersensibilidad y el nerviosismo.
- Respiratorio: cuando estás deprimido, te quedas sin aliento ante el factor sorpresa, la emoción se ahoga y la angustia aumenta.
- Endocrino: El funcionamiento de las glándulas endocrinas se ve alterado por desequilibrios emocionales como la ansiedad, la duda, el escepticismo y los celos.
- Genitourinario: vinculado al miedo, falta de autoestima, timidez y desesperación.
- Dermatológicas o cutáneas: están relacionadas con dificultades de comunicación cuando se quiere imponer la palabra, exceso de autoridad y control sobre los demás.
Nuestro cuerpo grita cuando las emociones no hablan
Un mismo trastorno puede tener distintas manifestaciones físicas en función del estado de ánimo al que se enfrente. Se ha demostrado que ante la presencia de enfermedades como el cáncer o la fibromialgia, aprender a gestionar las emociones y encontrar un cierto equilibrio emocional ayuda al paciente a recuperarse.
Cuando las emociones no se expresan, hay un déficit en la mentalización de las emociones, las sensaciones corporales aparecen escasas o nada asociadas a los estados mentales.
Un concepto muy importante relacionado con la incapacidad para expresar emociones es la alexitimia. Describe un grupo de síntomas observados en personas con enfermedades psicosomáticas que experimentan dificultad para identificar y percibir emociones, así como un agotamiento de su imaginación.
Las diferentes causas de la alexitimia incluyen factores hereditarios, genéticos, neuronales, lesiones cerebrales o traumatismos. Las personas con alexitimia a menudo son descritas por los demás, incluso por sus seres queridos, como frías y distantes. Carecen de habilidades empáticas y tienen gran dificultad para comprender y corresponder los sentimientos de otras personas de manera efectiva.
Represión emocional
En la alexitimia hablamos de la existencia de un fenómeno de represión emocional. La represión serviría para mantener fuera de la conciencia las experiencias dolorosas o desagradables. Los individuos lo usan como una estrategia defensiva y, por lo tanto, tendrían menos acceso a los recuerdos emocionales, especialmente a los eventos negativos o desagradables.
El bloqueo emocional es la respuesta que dan muchas personas a un sufrimiento vivido como amenazante o grave; este bloqueo se refleja en la dificultad para reconocer y regular las propias emociones con la intención de autoprotegerse del sufrimiento. Sin embargo, lejos de proteger, este estilo emocional tiene graves consecuencias clínicas y sociales. Lo que la boca no dice lo grita el cuerpo.