Última actualización: 03 de mayo de 2016
A veces nos preguntamos cuál es el propósito de sentirnos vivos y completos, pero ignoramos la respuesta más simple de todas: aprender a disfrutar del amor incondicional. Está claro que el amor incondicional es el amor mas puro e increible que el universo nos puede dar y que podemos trabajar en ello para desarrollarlo. De pequeños, de hecho, empezamos a intentarlo con nuestros padres y familiares más cercanos, pero cuando crecemos y nos volvemos habituales, lo olvidamos.
“Biológicamente hablando”, el ámbito en el que más nos interesa mejorar este amor es con nuestra pareja. Cuando tenemos una relación de pareja, el amor se desarrolla en todos los ámbitos de la vida y no conoce límites. Para cultivarlo sólo se necesita un corazón alegre y lleno de deseos de superación como ser humano que pone parte de su esencia en manos de su pareja, sin condiciones.
El psiquiatra estadounidense Mark Goulston se hizo esta pregunta: ¿qué necesitamos para construir el amor incondicional dentro de una relación? Decidió responder con 3 pilares, que queremos compartir contigo hoy.
“El amor incondicional es uno de los anhelos más profundos, no solo de los niños, sino de todos los seres humanos”.
-Erich Fromm-
Crear actividades comunes
Según Goulston, el amor se construye sobre la base de una serie de hábitos que creamos inconscientemente. Cuando amamos a nuestra pareja incondicionalmente, nos encanta estar con él/ella y disfrutar del tiempo que pasamos juntos.. Por eso surge un deseo automático de compartir actividades más placenteras o relajantes.
El paso del tiempo o la aparición de nuevas circunstancias pueden hacer desaparecer la pasión y mermar también ese amor. que, al principio, rebosaba de felicidad. Al mismo tiempo, es como si empezáramos a descubrir nuevos defectos en nuestra pareja y sopesar los que ya conocíamos empiezan a parecernos mucho más insoportables.
Estos nuevos descubrimientos no suceden porque ahora estemos más cerca de nuestra pareja, todo lo contrario. Son la distancia y los hábitos los que, poco a poco, alimentan esta desesperación. Por eso, como puedes imaginar, recuperar la cercanía y explorar nuevas actividades para hacer juntos puede erradicar por completo esta dinámica, por muy antiintuitiva que parezca.
Caminando juntos y confiando el uno en el otro
Si te preguntaran: ¿Cuál es la primera pista de que una pareja está unida? Probablemente responderá diciendo que es el lenguaje y el comportamiento corporal entre los dos. Vivimos y cultivamos el amor verdadero sabiendo que estamos al lado de nuestra pareja. Siempre mostrándole que estamos ahí, que lo apoyamos en su camino.
Caminar de la mano es uno de los gestos más especiales que existen. Tomarse de la mano es un gesto sencillo, pero es símbolo de permanencia, contacto y unión. Representa la manifestación física de caminar juntos, aventurarnos sin perder uno de nuestros principales puntos de referencia.
Es normal discutir e intercambiar ideas sobre las que no necesariamente hay que estar de acuerdo. De hecho, si ese fuera el caso, estaríamos lidiando con una adicción y no nos estaríamos respetando. Cuando te encuentres frente a un momento de desacuerdo, no permitas que se convierta en ira. Dejar a un lado los rencores y las actitudes negativas te ayudará a mantener una relación plena y sana.
Acoger lo bueno en el otro y expresar las propias emociones
Uno de los aspectos que distingue a las parejas fuertes de otras es que estas últimas reconocen que la suma de los resultados de todas las acciones individuales realizadas por ambos es siempre menor que la de las acciones que pueden realizar juntos.. Reconocen que su pareja les hace la vida mejor, que tienen una serie de virtudes difíciles de detectar y que, de una forma u otra, sus personalidades se complementan a la perfección. No son pensamientos que te guardes para ti, sino que los compartes con tu pareja de forma natural.
Goulston sostiene que las parejas felices "enfatizan los aspectos positivos". En otras palabras, es como si el amor mentalmente cortara su atención en dos, por lo que se centran más en las acciones de su pareja que son buenas para la pareja, que en las que pueden ser molestas.
Es una división que, en buena medida, actúa como una resistencia contra los pensamientos negativos o catastróficos en tiempos de crisis. En cierto modo, el hecho de que el amor, simplemente existiendo, les ayuda de forma natural a tender a lo positivo, hace muy difícil romper el círculo "motivación-crecimiento" que se crea dentro de la pareja. De esta forma, los momentos negativos no degeneran, mientras que los positivos se convierten en una verdadera dinámica.
Esto quiere decir que, cuando estamos enamorados, nos es más fácil comprender que las pequeñas discusiones cotidianas están muy por debajo de lo que realmente importa; que cuando nuestro compañero se proponga una meta, allí estaremos para luchar con él y que, cuando nos busque, allí estaremos.
"Me voy. te vas Pero quédate en mi corazón. Siempre".
-Luz Gabás-