Última actualización: 11 2017 noviembre
Las palabras son un arma de doble filo: pueden construir relaciones profundas, pero también tienen el poder de destruirlas y lastimar a las personas. Aprender a hablar desde el corazón, a sanar nuestro lenguaje y, por tanto, nuestra capacidad de comunicarnos, es fundamental para la salud de nuestras relaciones. Por eso es tan importante la comunicación no violenta o empática.
A principios de la década de 60, el psicólogo estadounidense Marshall Rosenberg desarrolló este nuevo tipo de comunicación mientras estudiaba los factores que afectan nuestra capacidad de ser compasivo. Su objetivo era encontrar respuesta a dos preguntas que le preocupaban desde niño:
¿Qué nos aleja de nuestro carácter solidario y nos lleva a comportarnos de forma violenta y abusiva?
¿Y por qué algunas personas logran mantener un espíritu solidario incluso en las circunstancias más adversas?
El resultado de esta reflexión fue el desarrollo de la comunicación no violenta. Vamos a ver lo que es.
“Lo que quiero en la vida es compasión: una corriente que fluya entre los demás y yo, basada en el don mutuo con el corazón”.
-Marshall Rosenberg-
Comunicación no violenta o empática
Gran parte de nuestras relaciones se desgastan porque somos incapaces de comunicarnos, y muy a menudo surgen conflictos por este motivo. El problema es que muchas veces creemos que comunicar es lo mismo que hablar, y nos olvidamos de una parte fundamental: escuchar.
Una alternativa para solucionar este problema es la comunicación no violenta o empática propuesta por Rosenberg, la cual se basa en dar desde el corazón. Nos permitirá establecer una conexión más profunda con nosotros mismos, para luego conectarnos con los demás. Nos permitirá sacar a relucir nuestra compasión natural.
Este tipo de comunicación se basa en habilidades relacionadas con el lenguaje, verbal y no verbal, que nos permiten seguir siendo humanos incluso en condiciones extremas. Esto significa que esta estrategia nos ayudará a controlar los impulsos, incluso en situaciones en las que estamos tentados a dejar que tomen el control. De esta forma, podremos mantener una comunicación sincera y auténtica, que nace del corazón.
La comunicación no violenta o empática nos ayuda a renovar la forma de expresarnos y escuchar a las personas con las que nos relacionamos.
Como puedes ver, esto no es nada nuevo. Los elementos que componen esta comunicación se conocen desde hace siglos, solo hay que sacarlos del baúl de los recuerdos, ser conscientes de su importancia y ponerlos en práctica todos los días.
Los componentes de la comunicación empática
Comunicarnos de forma no violenta puede transformarnos de forma extraordinaria. El hecho de que este término, "no violento", se aplique a una forma de comunicar nos empuja a ir más allá de nuestras necesidades personales para escuchar también las de los demás, a no caer en la tentación de reaccionar automáticamente, sin pensar. Pero, ¿cómo podemos hacerlo?
Según Rosenberg, aprender a dar desde el corazón tenemos que dirigir la luz de nuestra conciencia para que ilumine cuatro áreas (los cuatro componentes de la comunicación no violenta):
- Observación. Este primer componente es observar lo que sucede en una situación. ¿Lo que otros dicen o hacen nos enriquece o no? El secreto está en expresar adecuadamente qué cosas de las que nos rodean nos gustan y cuáles no, sin emitir juicios ni valoraciones. Porque, como decía J. Krishnamurti, observar sin evaluar representa la forma más elevada de la inteligencia humana.
- Sentimiento. El siguiente componente es comprobar cómo nos sentimos. ¿Lo sentimos? ¿Alegre? ¿O tal vez irritado? Es fundamental identificar qué emociones y sentimientos estamos experimentando en ese momento.
- Necesidades. El tercer componente tiene que ver con cuáles de nuestras necesidades se relacionan con los sentimientos que hemos identificado.
- Aplicación. El último componente de la comunicación no violenta es identificar lo que esperamos que haga la otra persona para enriquecer tanto su vida como la nuestra. Para poder hacer que esto suceda, se requiere una solicitud muy específica.
Ahora bien, la comunicación noviolenta o empática no se refiere sólo a lo que honestamente somos capaces de expresar desde nuestra conciencia, sino también al hecho de saber cómo recibir esta información de otros de una manera empático
Cuando nos enfocamos en todos los aspectos de este proceso y ayudamos a otros a hacer lo mismo, entonces, estamos activando la comunicación bidireccional. Una doble apertura del canal de comunicación, en la que entran en juego dos perspectivas: por un lado, observo, siento e identifico lo que necesito para enriquecer mi vida; por otro lado, ¿qué observa, siente el otro y qué necesita el otro para enriquecer lo suyo?
El poder del lenguaje compasivo
La comunicación no violenta es el lenguaje en el que habla la compasión, la conexión entre la conexión interior y un puente hacia los demás, con una actitud honesta y sincera. Porque, además de ser un tipo de comunicación, es una forma de afrontar la vida, que nos lleva a responsabilizarnos de nuestros procesos internos.
"La forma en que nos comunicamos con los demás y con nosotros mismos determina en última instancia la calidad de nuestra vida".
-Anthony Robbins-
Antes de dejarnos llevar por impulsos y pronunciar palabras de las que nos podamos arrepentir, es bueno hacer una pausa y escucharnos para comprendernos y tratar de comprender a los demás. Los gritos y los insultos no ayudan; viceversa, el silencio y la calma pueden ser herramientas muy útiles para lograr el objetivo de iluminar los momentos en los que reina la oscuridad.
Nunca olvides eso la forma en que nos comunicamos determina en gran medida la calidad de nuestros días. Si la comunicación no violenta predomina en nuestra vida, será mucho más probable que también pueda predominar en la de los demás.