La falta de valoración de uno mismo genera sospechas constantes y el sentimiento de ser atacado, despreciado o violado. Esto lleva a hablar mal de los demás.
Última actualización: 24 marzo, 2022
No podemos liberarnos por completo de las personas malvadas, porque muchas veces son parte esencial de ellas: familia, amigos. Lejos de dejarnos influenciar o incluso torturar por sus comentarios y pensamientos, vale la pena aprender a lidiar con ellos. Defendernos de personas descarriadas nos ayudará a mantener la sana y sana distancia.
Pero, ¿por qué algunas personas hablan mal de otras? ¿Es una enfermedad, un rasgo distintivo de la personalidad?
La verdad es que estos perfiles presentan toda una serie de rasgos interesantes a tratar. Conocerlos nos permitirá comprenderlos.
“Hay dos fuentes de confusión: no decir lo que pensamos y no hacer lo que decimos. Cuando decimos lo que pensamos y hacemos lo que decimos, nos volvemos dignos de confianza”.
-Ángeles Arrién-
Pensamientos negativos y autoestima.
Ya tenemos una pista casi imprescindible sobre las personas descarriadas: la baja autoestima. Seguro que a todo el mundo le ha pasado encontrarse con alguien con quien, a pesar de tener una relación cercana, tiende a desconfiar de lo que decimos, de nuestras palabras.
Los psicólogos Abalakina-Paap, M. Stephan, Winston Craig de la Universidad de California explican en un estudio que el cerebro humano se caracteriza por la desconfianza.
Esto se debe a un hecho muy simple: somos capaces de ser más precavidos para asegurar nuestra supervivencia. Sin embargo, hay perfiles que son más sospechosos que otros, por lo que no pueden construir lazos basados en la confianza y el respeto para los que les rodean.
La desconfianza, el sentimiento constante de ser engañado se basa en una baja autoestima. Esa sensación de estar en un rincón del mundo donde no son ni comprendidos ni aceptados por los demás. Se sienten incomprendidos y este malentendido a su vez suscita una rudimentaria forma de autoprotección en forma de desconfianza. La idea es "si desconfío de la gente, sufriré menos".
Desconfianza y baja autoestima, el círculo del sufrimiento
Las personas desconfiadas a veces interpretan lo que otros dicen o hacen como si estuvieran conspirando contra ellos. Sospechas infundadas, inseguridades, juicios erróneos.… Perfiles que en ocasiones pueden caer en la paranoia.
A menudo es También es difícil establecer lazos de confianza con estas personas., porque de ellos solo recibimos desconfianza, reproches, una mirada severa que piensa lo peor de nosotros.
A la baja autoestima se suma la falta de cercanía y afecto. Cualquier relación en la que se contemplen emociones fuertes y cercanía es amenazante para la mente fría y calculadora de estas personas.
Rara vez hay ternura, por lo que ellos mismos caen en una especie de círculo vicioso: desconfianza - malos pensamientos - personas que los evitan - sensación de soledad - ira - desconfianza una vez más.
Cómo defenderse de la gente malpensada
A veces estos individuos pueden llevarnos a la exasperación. Sin embargo, debemos tratar de tener en cuenta lo que les impulsa a comportarse de determinada manera: la falta de autoestima, la soledad, la poca empatía y, fundamentalmente, la incapacidad para ser felices.
Por otro lado, hay un aspecto que debemos tener en cuenta. Si dicha conducta es extrema y continua, lo más probable es que estemos ante un trastorno de personalidad paranoide. En caso de situaciones problemáticas, se debe buscar ayuda especializada.
Tomar distancia no siempre es la única respuesta, menos aún si la persona en cuestión es un padre o un amigo que vemos con frecuencia.
Si la distancia física no es posible, mantenemos una distancia emocional; en otras palabras, evitamos que sus palabras nos lastimen.
Defiéndete de las personas equivocadas para mejorar
En nuestra vida diaria tenemos que tenga cuidado de no caer en estas dinámicas impulsadas por una desconfianza excesiva.
Pensar mal de los demás casi en todo momento acaba por hundirnos en la soledad absoluta y también en el sufrimiento.
Defendámonos también de aquellos que se atreven a violar nuestra estabilidad psicológica y emocional con sus conspiraciones y su constante desconfianza. Nadie merece vivir así.