Última actualización: 28 octubre, 2015
Cuando nos despedimos de las personas, algo se rompe dentro de nosotros. Podría decirse que la ruptura se da en nuestras ilusiones, en nuestras esperanzas, en nuestros sentimientos. A partir de ese momento, una parte de nosotros desaparece para siempre, es más, a veces llega a atormentarnos.
Por eso, quienes en la vida han tenido que despedirse de algo o de alguien importante, sepan que, después de un adiós, nunca se vuelve a ser lo que se era antes. Nos quedamos con cierta nostalgia, arrepentimiento.
Después de todo, un adiós es un duelo, ya sea forzado o no. Es un proceso compuesto por una sucesión de momentos, algunos dolorosos, que nos hacen sentir la necesidad de aferrarnos a algo imposible. Todo esto puede ser una fuente de ruptura, y lo que quede de nosotros después de la despedida sufrirá un cambio.
Nada es permanente, todo se transforma.
Las personas cambian, y con ellas, las relaciones con el resto del mundo. Cambias a pesar de querer lo contrario con todas tus fuerzas, e incluso esas veces que estás dispuesto a resignarte para no afrontar el momento de “soltar”, cuando te ves obligado a renunciar a algo que crees necesitar.
Este último punto es importante ya que, como ya se ha dicho en varias ocasiones, el sentimiento de necesidad limita nuestra libertad, sometiéndonos a las expectativas y comportamientos de los demás. Si no nos ocupamos de esto, seremos carne de relaciones tóxicas.
Desde otro punto de vista, las despedidas son como dulces frases. Aunque suene paradójico, son dulces, ya que nos permiten sentir y saborear toda la amargura del momento, para luego ofrecernos la oportunidad de disfrutar del placer de lo que vendrá después: la libertad emocional.
A veces, las despedidas son necesarias para encontrarte a ti mismo, lo que se vuelve tremendamente difícil si vives aferrado y anclado a determinados sentimientos, personas, lugares o actividades.
No olvides cerrar las heridas de tu pasado emocional
Siempre es importante saber cuándo termina una etapa en la vida. Si te empeñas en encerrarte en él más de lo necesario, pierdes la alegría y el sentido del resto. Es necesario saber pasar página, es necesario saber cerrar ciertas puertas, es necesario saber concluir ciertos capítulos.
Lo importante es saber cerrar el círculo y dejar que ciertos momentos de la vida lleguen a su fin.
No podemos quedarnos en el presente con nostalgia del pasado. Ni preguntándonos constantemente por qué. Lo que pasó, pasó. Debe disolverse, debe liberarse. No podemos seguir siendo niños para siempre, ni adolescentes tardíos, ni empleados de empresas inexistentes, ni mantener vínculos con quienes no quieren tener vínculos con nosotros.
Los hechos pasan y hay que dejarlos ir.
Paulo Coelho
Antes de iniciar una nueva etapa, debemos aprender a cerrar muchas otras. Sanar las heridas de nuestro pasado emocional es un proceso doloroso y complicado, pero cada uno de nosotros tiene al menos una herida aún abierta vinculada a nuestro pasado emocional y sentimental, herida que perturba nuestro presente y que podría llegar a determinar nuestro futuro.
Es normal sentirse mareado ante el abismo emocional de un adiós. Así como cuando tenemos que mirar hacia abajo desde una gran altura, pero nuestra mente nos lo impide.
En estos casos, sin embargo, algo se ha hundido por el precipicio de las emociones, y aunque ahora es imposible recuperarlo, es fundamental intentar visualizarlo para aceptar la idea de que se destruyó durante la caída. Es decir que es imprescindible ver ese trozo que fue parte de nuestra vida para creer que ahora se ha desprendido de nosotros, ya no nos pertenece. Fue lindo mientras duró, claro, pero se convirtió en un flagelo que nos impedía avanzar en el camino de nuestra vida.
En definitiva, cuando tengas que despedirte de alguien, sé agradecido, porque cada despedida te ofrece la oportunidad de aprender los rudimentos esenciales para enfrentar lo que la vida te depara.
Imagina lo que podría ser volver a sentirte tú mismo, aceptar y soltar todo lo que ya no te pertenece, pudiendo finalmente caminar ligero. Por supuesto que no hay palabras en el diccionario que puedan describir esta agradable y maravillosa sensación...