Disculparse con demasiada frecuencia no es justo para usted. Necesita saber cómo establecer límites para proteger su valor
Escrito y verificado por el psicólogo. ObtenerCrecimientoPersonal.
Última actualización: 15 2021 noviembre
¿Tienes la costumbre de disculparte con demasiada frecuencia? Decir “lo siento”, en principio, es uno de los pegamentos sociales que fortalecen las relaciones. Sin embargo, hacerlo constantemente puede debilitar tu autoestima. Tenga en cuenta que el acto de disculparse debe ser oportuno y significativo. No tiene por qué ser un ejercicio continuo y casi maníaco, en el que de alguna manera aflore y se prefigure cierta desconfianza.
“Perdona si te molesto, pero: ¿puedo hacerte una pregunta”, “Disculpa, ¿me prestas el lápiz?”, “Lo siento, pero creo que…”. Podríamos darte mil ejemplos diferentes de las muchas situaciones en las que te ves llevado a disculparte con demasiada frecuencia. Algo que inicialmente puede ser un sello distintivo de una buena educación, a veces se convierte en una dinámica con implicaciones negativas para el ego.
Jean de la Bruyère dijo una vez que solo se permite un exceso en nuestro mundo, y es mostrar gratitud genuina. Porque el acto de agradecer no es sinónimo de estar verdaderamente agradecido. Con el perdón sucede lo mismo. Podemos decir la palabra "lo siento" veinte veces al día, incluso cuarenta veces. No obstante, siempre será preferible utilizar este término cuando se acompañe de un sentimiento sincero.
“Disculparse no siempre significa que estamos equivocados. Simplemente significa que valoramos una relación mucho más que nuestro ego".
-Anónimo-
Deja de disculparte con demasiada frecuencia
Cuando nos disculpamos, a menudo hacemos entender a los demás que queremos deshacernos de algo. Tarde o temprano, las personas que nos rodean se cansarán de toda esta "educación". Terminarán pensando que no tenemos la confianza suficiente para actuar solos o que incluso nos estamos burlando de ellos. Así que, y como en cualquier ámbito de la vida, se deben evitar los extremos. Aunque, en este caso, el exceso es en sentido positivo.
Un buen ejemplo de esto nos lo da Donald Trump. Una de sus frases más célebres es aquella en la que afirma: “Nunca me disculpo, porque simplemente nunca me equivoco”. Otro ejemplo de este extremo es el que ofrece Martin Winterkorn, ex CEO de Volkswagen. Aunque el fraude cometido respecto a las emisiones de los coches diésel de la empresa alemana (el famoso Dieselgate) ha quedado sobradamente demostrado, tardó casi un año en disculparse públicamente. Cuando lo hizo, la confianza de la mayoría de los clientes ya estaba comprometida.
En el otro extremo, están todos aquellos perfiles que hacen uso y abuso de las excusas.. A veces por cortesía y cortesía, a veces por simple inseguridad. Todos ellos desconocen las implicaciones que esto puede tener. Veamos, a continuación, las más importantes.
1. La excusa pierde valor
Perdonar y pedir perdón son dos ejercicios altamente terapéuticos. Resuelven conflictos, libres de cargas, alivian tensiones. Con palabras sencillas se comparte el daño supuestamente hecho, mostrando cercanía, comprensión y arrepentimiento. Pero solo cuando esta es la demostración de una participación real.
Al contrario, si pasamos todo el día disculpándonos con demasiada frecuencia por cosas insignificantes, la esencia del perdón pierde significado y relevancia.
2. Devaluamos
Antes de disculparte, detente y piensa. ¿Cómo crees que te verán los demás cada vez que te inclines por algo que no importa o que no tiene repercusiones? Hay situaciones que no justifican el uso de palabras como "lo siento" o "perdóname". A menudo se usan mecánicamente y, la mayoría de las veces, en contextos que no involucran tal arrepentimiento.
Debes entender que disculpándote siempre dejarás de parecer humilde, correcto o respetuoso. No te disculpes por pedir permiso para pasar, para sentarte, por ese lápiz prestado, si estornudas… Protegerás tu autoestima y fortalecerás tu confianza.
3. Un comodín para salir de situaciones molestas
Pedir disculpas se convierte en una especie de comodín que permite deshacer las circunstancias negativas de determinadas situaciones. Son momentos en los que, de alguna manera, aflora nuestra inseguridad o timidez. Es común pedir disculpas al dirigirse a un extraño o alguien que crea sometimiento psicológico.
El problema, por tanto, más que en el uso de esta palabra, está en su "abuso". Cuando se convierta en un recurso persistente en nuestro vocabulario, impactará e intervendrá fuertemente en todos nuestros entornos sociales.
¿Cuándo disculparse y cuándo no?
Si eres de los que se disculpa con demasiada frecuencia, te interesará saber cuándo disculparse y cuándo no. Trabajar en este aspecto de tu comportamiento te hará sentir más competente y confiado en cualquier situación y escenario.
Cuándo disculparse:
- Si has hecho daño a alguien.
- Cuando se ha ofendido, defraudado o herido los sentimientos de una persona.
- Al reconocer un comportamiento o una acción decididamente incorrectos.
- Cada vez que cometes un error, también involucra a otros.
- Para cerrar etapas, rencillas y echar atrás el odio y el rencor.
- También trata de disculparte contigo mismo. Todos acumulamos errores o elecciones inapropiadas que pesan sobre nuestro presente y que merecen ser liberados, perdonados.
Cuando no necesitas disculparte:
- Cuando das tu opinión.
- En situaciones en las que esta dimensión no tiene sentido: cuando te diriges a alguien, cuando quieres hacerle una pregunta, cuando tienes que llevar algo…
- Cuando necesites ayuda.
Disculparse con demasiada frecuencia no solo es malo para la autoestima. Se transmite la imagen de una persona insegura y confiada. Además, si las excusas se utilizan de forma inapropiada, exagerada o en contextos inadecuados, pierden su eficacia.
Disculparse es maravilloso, porque representa la capacidad de darse cuenta de que ha cometido un error. Esto cobra aún más valor cuando los efectos de los errores recaen sobre otras personas. Sin embargo, no debemos abusar de este poder, porque puede ser malinterpretado o perder valor. Sin olvidar que no es un comodín, un atajo para parecer más educado o más humilde.
Por lo tanto, evita disculparte con demasiada frecuencia y hazlo solo cuando sea estrictamente necesario y te salga del corazón. Solo así mantendrás intacta tu autoestima, dando la debida importancia a los problemas y situaciones.