Última actualización: 09 de diciembre de 2016
El corazón necesita nutrientes, y aunque parece un poco cursi, sé que el mío necesita vitaminas sobre todo. No cualquier vitamina, sino las del grupo A, B y D. Para sobrevivir, por lo tanto, necesito abrazos, bondad y dulzura.
Humanamente hablando, no creo que haya nadie en el mundo que no lo necesite. Las emociones que nos invaden se alimentan del contacto directo con los demás y nos llenan cuando vienen en nombre del amor. Son tan necesarios como respirar.
Cualquier tipo de amor siempre incluye estas tres vitaminas. De hecho, si piensas en un sentimiento que carece de él, no estás hablando de amor, sino de algo que se parece a ti, pero que no es capaz de completar tanto como el sentimiento verdadero y compartido.
Mi vitamina A: abrazos sin medida
Una de las vitaminas más importantes que necesita el cuerpo es la que absorbemos a través de los abrazos. Esos que unen las partes más rotas del alma y que ayudan a recomponerla, para que no se divida por completo. Esos gestos que te hacen sentir menos solo o sentir menos frío porque acompañan y reconfortan.
“Uno sonrió. El otro también lo hizo.
No tuvieron el coraje de fundirse en un abrazo frente a la gente,
pero en solo un segundo dijeron mil cosas en silencio"
-Ildefonso Falcones-
Busco abrazos sin medias tintas, cercanos y desenfrenados, porque los que más valen son los espontáneos y, por momentos, tímidos. Estoy seguro de que tú y yo no queremos abrazos premeditados o calculados sin importar lo hermosos que se vean desde el exterior.Son vitaminas que nos aportan muchos beneficios positivos. Por ejemplo, mejoran nuestro estado de ánimo, aumentan la serotonina del organismo, relajan los músculos, reducen la presión arterial, combaten la tensión nerviosa, etc.
Mi vitamina B: bondad de corazón
Al igual que las anteriores, las vitaminas del complejo B son necesarias: provienen de personas que hacen el bien. Cuando el cuerpo está rodeado de gente buena y de gran corazón, el nuestro también es más generoso y late con menos miedo.
Una buena persona es agradable y compasiva, dispuesta a ayudar sin pedir nada a cambio: es amable y generosa. En consecuencia, yo, que trato de tener esto en la vida, me enamoro fácilmente de aquellos que practican el bien con empatía.
Las buenas personas hacen que todo mi ser sea mejor y por eso reconozco que las amo y las aprecio en mi vida. Siempre los elijo como fuente de aprendizaje, gracias a la cual puedo crecer cada día.
Mi vitamina D: dulzura con sinceridad
Finalmente, las vitaminas A y B no tendrían ningún valor si no estuvieran acompañadas de una pequeña dosis de dulzura. El cariño y la ternura son capaces de manifestarse de diferentes formas: una caricia, una sonrisa, palabras apropiadas...
El cariño y la dulzura de los demás nos hacen felices y nos hacen sentir amados, por eso son indispensables para nuestro cuerpo. Esta expresión de cariño y reconocimiento nos permite vernos especiales entre la multitud y nos ofrece la vitalidad suficiente para no derrumbarnos ante la adversidad.
“El verdadero cariño no es el que perdona nuestros defectos, sino el que no los conoce”
-Jacinto Benavente-
La personalidad se rejuvenece con el cariño porque nos vemos valorados, apreciados y llenos de confianza. Esta vitamina es un bálsamo para la autoestima, tanto si nos llega como si nos penetra. Lo importante es que está presente en el aire que nos rodea.
Por todas estas razones, no dejes de alimentar tu corazón. Es cierto que necesitamos muchas otras cosas para avanzar en la vida, pero si el alma muere, el resto pierde su utilidad. Intentamos proporcionarte las vitaminas suficientes para que no suceda.