Escrito y verificado por el psicólogo. ObtenerCrecimientoPersonal.
Última actualización: 15 2021 noviembre
El desprecio a menudo toma la forma de palabras que hieren y desmoralizan.. También puede ser un gesto, la posición de los labios o las cejas que reflejan rechazo por lo que estamos diciendo o haciendo. Pocas conductas son tan lesivas para la integridad psicológica como aquellas que, poco a poco, acaban acabando con una relación o marcan para siempre el desarrollo de un niño.
Quizás estemos más acostumbrados a hablar o leer reflexiones sobre el odio o la indiferencia, pero el desprecio es una de las emociones más letales. Es un arma de destrucción con aspectos sofisticados.. Así, mientras la ira o la indiferencia pueden ser reacciones inmediatas y pasajeras, el desprecio es una emoción más sutil y oscura.
Los que desprecian tienen la intención específica de humillar. Trate de ridiculizar, minimizar o incluso cancelar al otro de manera abierta y abierta. Lo hace buscando la oportunidad adecuada y cada día lo consigue un poco, hasta el punto de dejar una herida en la psiquis, desgarrando su amor propio y rompiendo para siempre el vínculo de confianza.
Padres, madres, parejas, compañeros... Desprecio expresado abiertamente o de forma discreta y críptica. Sea cual sea su modalidad, quien desprecia muestra esa especie de cobardía que se alimenta del resentimiento y de la falta de madurez emocional.
"Si logras no despreciar a nadie, habrás escapado al peligro de muchas debilidades".
-Charles Dickens-
El desprecio diario que mata las relaciones
Cualquiera puede llevar consigo el recuerdo de una situación en la que le han infligido la herida del desprecio. Quizás en la infancia, cuando alguien no entendía lo duro que habíamos hecho ese dibujo, época en la que nos sentíamos criticados y ridiculizados. También es posible que uno de nuestros padres tenga la particular habilidad de despreciar cualquier cosa que hagamos, digamos, deseemos.
Alguien habrá tenido una relación amorosa con una pareja que hacía muecas a cada comentario, criticaba gustos, despreciaba opiniones, se burlaba de cada bagatela, de las cosas hechas o no hechas. No es casualidad que John Gottmann, psicólogo y experto en relaciones de pareja, afirmara, tras una investigación de casi cuarenta años, que el desprecio es sin duda uno de los principales factores que lleva a una ruptura de pareja.
Así que veamos qué dimensiones definen el acto de despreciar.
La anatomía del desprecio
El desprecio es lo opuesto a la empatía. Mientras que lo segundo es la capacidad de abrirse a los demás y conectar con su realidad y necesidades, el desprecio hace todo lo contrario. Primero levanta un muro y luego se posiciona sobre él en una actitud que denigra y menosprecia al otro.
Los niños que crecen en ambientes caracterizados por el desprecio y la humillación tienen más probabilidades de desarrollar baja autoestima, sentimientos de culpa y vergüenza, estrés y trastornos de ansiedad.
Por otro lado, las personas acostumbradas al desdén suelen tener algunos puntos en común. No aceptan los desacuerdos y no toman en consideración las necesidades de los demás. La incapacidad para comunicarse también es típica en ellos, por lo que recurren a muecas, suspiros, nos muestran su profundo desprecio con su postura y mirada.
Estos perfiles suelen esconder dimensiones psicológicas precisas. Son personas llenas de frustración e incluso de ira. El ejercicio del desprecio sirve para proyectar y derramar sobre los demás las propias emociones negativas, la propia insatisfacción personal.
Desprecio y daño psicológico
El desprecio constante genera no solo daños psicológicos, sino que también afecta la salud. La Universidad de Pensilvania ha realizado un interesante estudio sobre el tema en las escuelas. El primer elemento que afloró fue sin duda el efecto sobre la autoestima: todos los alumnos que habían sido víctimas de humillaciones y desprecios tenían una visión más débil y negativa de sí mismos.
Asimismo, el desprecio, las situaciones de estrés y la violencia constante afectan gravemente nuestras defensas inmunitarias. Esto significa que es más probable que sufras resfriados, alergias, problemas digestivos, infecciones, etc.
Todo esto casi nos obliga a desarrollar el mismo defecto en nosotros mismos, la tendencia a despreciar con palabras o ridiculizar.
Es importante saber que el desprecio es la dimensión más dañina que podemos recibir y ofrecer a los demás.. Es la forma más segura de aniquilar, es una falta absoluta de compasión y empatía, provoca dolor, hace brotar las semillas de la angustia y el miedo. La misma dimensión que acaba destruyendo nuestras relaciones afectivas y que hace que un niño crezca con miedo y con un autoconcepto fragmentado y débil.
Terminamos con una frase de Honoré de Balzac: “Las heridas incurables son las infligidas por la lengua, los ojos, la burla y el desprecio”.