Todos queremos una relación satisfactoria y feliz. A veces, sin embargo, es más difícil de lo que esperábamos. ¿Cómo? ¿Qué nos impide ser felices?
Última actualización: 05 de febrero de 2022
Son muchas las personas que se pasan la vida en una loca carrera contrarreloj, inmersas en la rutina, empeñadas en hacer mil cosas y, en su tiempo libre, se distraen frente al televisor, se conectan a las redes sociales o se rodean de gente y ruido. u oscurecido por el alcohol o las drogas. Entonces, ¿cuál es el secreto de las relaciones felices?
Vivimos la mayor parte del tiempo en automático, acelerados por la acumulación de tareas pendientes, casi sin prestarnos atención.
En esta vorágine de hacer y no ser, se pierde lo esencial, que no se encuentra fuera, sino dentro de nosotros. Hemos aprendido a olvidarnos de nosotros mismos.
El miedo a nuestras emociones más íntimas
La soledad puede ser aterradora para algunas personas, que sacrifican la calidad de las relaciones para no estar solas. Este miedo a la soledad suele esconder el miedo a entrar en contacto con las emociones más íntimas, que puede ser desagradable o doloroso. Preferimos, por tanto, distraernos o quedarnos dormidos.
Pero si las necesidades emocionales no son escuchadas y atendidas, si no nos aceptamos incondicionalmente con nuestras fortalezas y debilidades, caminaremos por la vida con una máscara.
Pretendemos ser diferentes para encontrar en los demás la aceptación que nos negamos a nosotros mismos. Sobre esta base es imposible tener relaciones felices.
Los niños no juzgan sus emociones, las sienten y las expresan. Puede ocurrir que durante el proceso de socialización el niño sea ignorado, herido, ridiculizado o maltratado. El único recurso que tiene es ocultar el dolor que siente, pues aún depende de los demás para sentirse digno de amor y respeto.
Cuando llegas a la edad adulta, es imperativo responsabilizarse de su salud emocional, para sanar heridas emocionales y llena los vacíos de tu niño interior. De lo contrario, vivirás con un vacío interior que en vano intentarás llenar con relaciones superficiales.
Amarnos a nosotros mismos es la clave para las relaciones felices
Nuestra tarea principal, por tanto, es aprender a ver, amar y valorar lo más preciado que tenemos, que es nuestra esencia.
Cuanto más aprendemos a amarnos a nosotros mismos, mayor es el deseo de compartir nuestro amor con los demás, porque el amor genuino es naturalmente expansivo. En esto se basan las relaciones felices: en el amor auténtico que nace de nosotros mismos.
Esta onda expansiva es imparable, por lo que es inevitable querer compartir este amor con los demás. Desde la plenitud y la autenticidad, desde lo más profundo de nuestro interior, desde nuestra esencia.
El secreto de las relaciones felices es aprender, crecer, amar, divertirse y disfrutar de la compañía del otro..
Porque tenemos la capacidad de amar, tanto a nosotros mismos como a los demás, y cuando comprendemos lo gratificante que es ponerla en práctica, nos damos cuenta de que es el tesoro más grande que podemos encontrar.
No hay lujo, ni placer, ni conquistas, ni posesiones, ni riquezas que puedan reemplazar la plenitud que produce el verdadero amor.
El amor propio
Debemos empezar por amarnos y aceptarnos a nosotros mismos. Amarse a uno mismo proporciona a la pareja la seguridad y la confianza que uno suele buscar en el otro.
En estos casos, en lugar de tratar de obtener el amor de la pareja y exigirlo, uno comparte con la pareja el amor que tienen por sí mismos. Irónicamente, le das al otro lo que siempre has querido y que antes parecía imposible de obtener.
El bajo respeto y el autorrechazo son una de las principales causas de problemas en la pareja; aprender a amar fortalece las relaciones.
Amar es lo más maravilloso que existe, pero no puedes dar lo que no tienes. Hasta que aprendamos a amarnos a nosotros mismos, no podemos amar a los demás. ¿Estás listo para cultivar relaciones felices?