Escrito y verificado por el psicólogo. ObtenerCrecimientoPersonal.
Última actualización: 15 2021 noviembre
Platón dijo que el cuerpo es la prisión del alma. A veces, de hecho, en lugar de ser nuestro aliado, se convierte en el mensajero de una perturbación. En el caso concreto que hoy nos ocupa, que es la relación entre las emociones y la espalda, es fácil decir que nuestro estado de ánimo puede generar contracturas, tensiones y dolores que no siempre los fármacos consiguen aliviar.
El dolor de espalda es una de las dolencias de salud más comunes, junto con los dolores de cabeza. Se estima que 1 de cada 10 personas la padece con frecuencia y que es, además, una de las principales causas de Ausencia de trabajo. Por otro lado, y aunque este dolor generalmente tiene las causas más dispares (mala ergonomía en el puesto de trabajo, hernias, problemas renales, osteoporosis, artritis, degeneración discal, etc.), hay un aspecto que muchas veces pasa desapercibido.
Estamos hablando de la relación entre la mente y el cuerpo. En particular, nos referimos a las emociones y su impacto en esta complejísima pero fantástica combinación de huesos, ligamentos, tendones, músculos, espacios vertebrales, articulaciones y nervios.. Factores como el estrés o la ansiedad generan pequeños cambios en estas estructuras que, poco a poco, resultan en inflamación, problemas de coordinación y dolor que afectan en gran medida nuestra calidad de vida.
Emociones y espalda
La relación entre las emociones y la espalda es evidente. Algunos expertos no dudan en señalar a la columna vertebral como el soporte no solo de los pesos que soportamos a nivel físico, sino también de los que conciernen al nivel emocional. La espalda es como el pilar de nuestra existencia, y no hablamos en términos espirituales o trascendentales. Basta recordar a nuestra mente su función estructural: proteger y encerrar el delicado sistema nervioso.
La lumbalgia, las contracturas o, peor aún, la lumbalgia crónica paralizan su funcionalidad y nos obligan a parar. El dolor, después de todo, es como un perro fiel que vigila en el umbral de la puerta y ladra cuando siente peligro. Silenciarlo con drogas no servirá de nada si no lo sabemos. causa, si no arrojamos luz sobre lo que está amenazando el "pilar de nuestro cuerpo", el equilibrio de nuestra existencia física.
Tristeza, preocupación y estrés
Por extraño que nos parezca, El dolor de espalda suele ser uno de los síntomas físicos más comunes en pacientes con depresión o ansiedad generalizada. Por ello, es más que habitual ver a la gente acudir a un sinfín de fisioterapeutas y especialistas de columna sin encontrar alivio, sin encontrar remedio a ese dolor recurrente que aqueja a su espalda. Hasta que sean diagnosticados por un psicólogo u otro profesional de la salud mental.
No podemos olvidar que el dolor es, ante todo, una experiencia neurológica transmitida por el sistema nervioso. En estos estados caracterizados por la angustia, el miedo, la desilusión y la desesperación, se produce un desequilibrio químico. Una irregularidad entre la serotonina y la norepinefrina generan, por ejemplo, un aumento en la percepción del dolor.
A su vez, estos estados de estrés o ansiedad se traducen en un aumento del nivel de cortisol en sangre. Esta hormona aumenta el flujo sanguíneo, eleva la tensión muscular y facilita la aparición de ciertos procesos autoinmunes que pueden atacar las articulaciones, promover la inflamación de los nervios e incluso reducir el calcio en los huesos.
Dolor emocional y dolor de espalda
Natación, antiinflamatorios, relajantes musculares… Ninguno de estos remedios es útil cuando la persona que tiene dolor de espalda en realidad sufre un dolor emocional. Tal como se explica en el artículo de la revista Psychology Today, el sufrimiento emocional indica que una parte de nuestro ser está rota, fragmentada. Esta lesión invisible generalmente se somatiza en forma de dolor de espalda, dolores de cabeza, problemas digestivos...
En el Centro Médico de la Universidad de Duke, por ejemplo, encontramos profesionales con experiencia en el tratamiento de este tipo de afecciones. El Dr. Benson Hoffman explica que casi 'SEl 80% de las personas sufren dolor lumbar al menos una vez en la vida. Este es el trastorno más común y sirve para demostrar la estrecha relación entre las emociones y la espalda y, en concreto, que el sufrimiento emocional asociado a la tristeza o la decepción se localiza en esta zona del cuerpo.
Sin duda un tema fascinante y revelador.
¿Cómo prevenir y tratar el dolor de espalda emocional?
Intentemos por un momento visualizar una imagen: nosotros mismos con una aljaba sobre los hombros, una aljaba llena de flechas dispuesta a destruir el dolor, a ayudarnos a soportarlo mejor ya defendernos de lo que nos puede atacar para convertirse en sufrimiento.
- Terapia de biorretroalimentación (o retroalimentación biológica) es una buena forma de conseguir un carcaj bien equipado. Es una práctica con la que se enseña al paciente a mejorar su salud, adquiriendo una mayor conciencia de aspectos como la tensión arterial, el ritmo cardíaco o la tensión muscular. Básicamente consiste en entrenar el cerebro para que trabaje a nuestro favor, tomando conciencia de procesos que antes no teníamos en cuenta.
- Terapia de conducta cognitiva a su vez, se erige como otro marco más que adecuado para tener un mayor control sobre nuestros pensamientos, gestionar las emociones y fomentar conductas más adecuadas y ventajosas.
- Desde la Asociación Americana para el Estudio del Dolor Crónico recomiendan estrategias que van desde aumentar el consumo de alimentos ricos en vitamina B, hasta el punto de hacer uso de las llamadas técnicas de distracción, es decir, entrenar la imaginación guiada, utilizar aromas e incluso música para controlar el dolor.
En este punto somos conscientes de la relación entre las emociones y la espalda. Sabemos que la mente tiene un vínculo directo con el cuerpo y que el cerebro orquesta este control, a veces de manera despiadada, haciendo que las preocupaciones, la ira o los problemas no resueltos fluyan a la espalda, como si de una cámara de tortura particular se tratase. Aprendemos a prevenirlo, cuidar nuestras emociones así como nuestra alimentación y nunca olvidarnos de mantenernos en movimiento. Un cuerpo en movimiento y una mente capaz de distraerse son necesarios para una buena salud.