Última actualización: 16 marzo, 2017
Lo digo alto y claro: en este mundo hay personas hechas para dar felicidad, y yo tengo la suerte de tener algunas a mi lado. Son esas personas que ponen nuestro mundo patas arriba, que cambian las cosas y que nos matan de la risa. Pero también son aquellas personas que no dudan en acercarse a nosotros cuando lo necesitamos. En resumen, son verdaderos amigos.
Esas personas que, pase lo que pase, siempre saben qué hacer, qué decir y dónde estar. Esas personas con las que parece tener una conexión mágica solo nos llevan a vivir aventuras surrealistas que quedará para siempre en un rincón de nuestro corazón. Son amigos del corazón, de los que enseñan y, sobre todo, de los que dejan huellas imborrables.
Son nuestro punto de referencia cuando todo lo demás falla, y nuestra mayor sonrisa cuando todo va bien. Son los que nos regañan sin tapujos y abiertamente cuando creen que nos equivocamos, pero también son los primeros en felicitarnos cuando hacemos las cosas bien.
"La amistad es un alma que vive en dos cuerpos, un corazón que vive en dos almas".
(Aristóteles)
Los amigos son nuestro personal y nuestras alas.
Son esas personas que dejan huella, pero sin lastimar, porque las huellas que deja la amistad en la piel son tan profundas como las cicatrices, pero son invisibles y placenteras como las caricias. Son esos abrazos sinceros los que nos ponen la piel de gallina y nos dejan sin aliento cuando los necesitamos.
Los verdaderos amigos son aquellas personas que se convierten en nuestro bastón y, al mismo tiempo, en nuestras alas, porque son los primeros que nos animan a volar y los que siempre nos apoyarán si simplemente decidimos caminar. Porque son nuestra brújula, una guía ante los miedos y una luz en la oscuridad. Ellos son los que sacan lo mejor de nosotros y nos ayudan a luchar contra cualquier adversidad.
Son verdaderos amigos y por eso son la familia que elegimos. El que escucha nuestras historias, el que no se enfada por tonterías y el que nos da la mano mientras nos dice “no te preocupes, saldremos”.
Son noches de fiesta y tardes con un café. Son las conversaciones más serias junto a las lágrimas más sentidas en los momentos que nos gustaría olvidar. Son las personas que nos han ayudado a ser como somos, a sacar lo mejor de nosotros ya conseguir, en parte, los objetivos que nos propusimos.
Porque tanto los peores como los mejores momentos de la vida se viven mejor en compañía. Los amigos son aquellas personas con las que disfrutamos cada momento cuando estamos cerca de ellas, con las que vivimos la vida como si cada momento fuera el último. Son el mejor aspecto de cada día.
Son esas personas que dejan huella, pero sin lastimar, porque las huellas que deja la amistad en la piel son tan profundas como las cicatrices, pero son invisibles y placenteras como las caricias.
Son esas personas que se pueden contar con los dedos de una mano
Son las personas que elegimos, y por eso las elegimos bien. Se pueden contar con los dedos de una mano, pero valen más de lo que imaginas. Ellos son amigos, amigos del corazón y compañeros de batalla. Y por eso merecen que se les reconozca todo su valor siempre que podamos.
Por eso escribo estas líneas, para que las puedas dedicar a aquellas personas que forman parte de tu vida y que hacen de tu mundo un lugar mejor. Porque soportan tus caídas y te hacen creer que no es más que un pequeño tropiezo. Los convierten en los héroes de su historia, porque les dan los superpoderes, la confianza, para ser quienes son hoy.
Son esas personas que siempre estarán ahí. Que sean capaces de comunicarse contigo con una simple mirada; después de todo lo que habéis vivido juntos, las palabras sobran. Son esos "te amo" dicho sin miedo a ser rechazado, porque la amistad es el único amor que no se va con los errores, al contrario, se hace más fuerte. A todos les digo gracias, muchas gracias.