Última actualización: 07 agosto 2015
Puedo escribir las líneas más tristes esta noche.
Escribe, por ejemplo: "La noche está estrellada,
y las estrellas azules titilan a lo lejos”.
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir las líneas más tristes esta noche.
La amo, y a veces ella me ama también.
En noches como esta la sostenía en mis brazos.
La besé muchas veces bajo el cielo infinito.
Ella me amaba, a veces yo también la amaba.
Cómo no amar sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir las líneas más tristes esta noche.
Pensar que no tengo. Sentir que lo he perdido.
Oyendo la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae sobre el alma como sobre la hierba cubierta de rocío.
Qué importa que mi amor no pudo guardarlo.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. En la distancia.
Mi alma no se resigna a haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que blanquea los mismos árboles.
Nosotros los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la amo, es cierto, pero cuánto la amaba.
Mi voz buscó el viento para tocar su oído.
En el otro. Será otra cosa. Como antes de sus besos.
Su voz, su cuerpo pálido. Sus ojos infinitos.
Ya no la amo, es cierto, pero tal vez la amo.
Es tan corto el amor, y tan largo el olvido.
Porque en noches como esta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se resigna a haberla perdido.
Aunque este es el ultimo dolor que ella me causa
y estas son las últimas líneas que te escribo.
Pablo Neruda
Se acabó, se fue. El dolor se siente eterno e insoportable.. Pero ese no es el caso, el dolor es para aprender. Solo nos queda subir otra montaña, superar otro obstáculo que la vida ha puesto en nuestro camino.
Desenamorarse es como estar en un pozo profundo y doloroso, una celda para compartir con el desencanto. Pequeños matices, distancias, sabores amargos...
Pero tenemos mucho que aprender de las personas a las que debemos dejar de amar. Entre otras cosas, necesitamos aprender lo que queremos en nuestra vida y lo que no.
El amor y el desamor nos permiten conocer nuestro yo profundo. El yo al que no prestamos atención en la vida cotidiana, el yo que dejamos en un segundo plano porque no nos parece tan importante.
Al principio, cuando pensamos que el dolor nunca se va a ir, estamos convencidos de que todo es un sueño y que hay una manera de recuperar lo que hemos perdido. Superar esta fase significa jugar en el mismo terreno que el amor propio.
Entonces, es posible que nos apodere la ira, el enfado y la necesidad de encontrar personas responsables que nos expliquen qué fue lo que salió mal. A continuación, mientras mantengamos una actitud activa, vendrá la tristeza, el dolor y la necesidad de llorar la pérdida..
Llegará también la aceptación de la despedida y, al mismo tiempo, la liberación del alma. Es tan corto el amor y tan largo el olvido, que en noches como esta nuestro interior se conformará con haber amado y perdido, que con no haber amado nunca.
Porque cuando amamos de verdad y ponemos todo el corazón en ello, es normal salir llenos de cicatrices.