Última actualización: 28 de febrero de 2015
Escuchar a los demás es una tarea difícil, siempre tenemos una opinión o algo que interfiere entre lo que el otro quiere expresar y lo que en cambio interpretamos. Son los juicios, en general, los que juegan esta mala broma, dificultando la comprensión (sin necesariamente estar de acuerdo) del punto de vista del otro.
Escucha primero que nada
Sin embargo, hay formas en que podemos hacer esto dando pequeños pasos que conducirán a grandes relaciones. Algo concreto que puedes hacer escuchar mejor y evitar discusiones inútiles es prestar atención a cada palabra que dice el otro y permanecer en silencio (incluso cuando lo que el otro nos está comunicando nos duele); luego, una vez que la persona haya terminado, expresar nuestra opinión con claridad, sin agredir y dejando pausas. Para ello, es importante tomarse unos segundos antes de contestar, para aclarar las ideas y entender cómo queremos presentarlas.
Otra forma de escuchar bien es acompañar el silencio del otro: muchas veces los silencios expresan más que las palabras e incluso nos involucran. En estos casos, es recomendable no hablar y en su lugar mirarse a los ojos, a ser posible con una mirada amable y tranquila., infundiendo calma. Este, como sabemos, es el paso más complicado, pues cuando estamos enojados nuestro cuerpo lo manifiesta y, lógicamente, nuestros ojos también; por eso, incluso en una situación de este tipo, lo mejor es esperar un momento, siempre en silencio, para poder encontrar la calma.
Cuando la situación se sale de control y empiezan los gritos
Hay momentos en que estamos realmente agotados y empezamos a gritar, el otro entonces grita más y subimos el volumen de nuestra voz y nuestro interlocutor hace lo mismo; así es como la situación se sale de control. En estos casos, lo mejor es tratar de salirse de eso, escapar de la escena, y cuando lleguen los reproches como "nunca me escuchas", alejarte, esperar unos segundos, recuperar la calma (por mucho que posible), y responda algo como “Ahora mismo no estoy en condiciones de escucharte, estamos discutiendo y creo que es mejor cerrarlo aquí y luego hablar con calma”. Y luego adopte la actitud ya sugerida anteriormente (escuchar en silencio y responder después).
Estos ejercicios, si queremos llamarlos así, son muy difíciles de practicar, porque en nuestra psicología está el deseo de “querer ganar al otro”. Recordemos, sin embargo, que en las relaciones humanas no se trata de ganar o perder, sino de completarse uno mismo y producir nuevas ideas juntos en todas las áreas de la vida; lo que más nos importa y nos beneficia es forjar mejores relaciones y conocernos mejor. Estando siempre abiertos al otro, podemos generar más confianza, más libertad y más responsabilidad; debemos estar siempre presentes en el momento presente, es decir, en el “aquí y ahora” del que ya hemos hablado juntos.
En conclusión, siempre es bueno prestar atención a lo que nos dice el otro, sin perdernos en nosotros mismos y ejerciendo la libertad de elegir cómo relacionarnos con los demás, ya sea de forma reactiva o proactiva.