Escrito y verificado por el psicólogo. GetPersonalGrowth.
Última actualización: 15 2022 noviembre
A veces, la familia se estresa. Hay momentos en que las raíces de nuestro árbol genealógico nos agarran de los pies sin dejarnos salida, perturbándonos con sus conductas tóxicas, sus interrogantes, fobias y lazos afectivos sustentados en un marcado narcisismo. Manejar el estrés en la familia es fundamental para proteger nuestra dignidad y, a la vez, mejorar nuestro tejido relacional.
Algunos dicen que nacer es un poco como caerse por la chimenea. No estamos dados a saber qué morada nos sucederá, cuál será el primer escenario socioafectivo que determinará gran parte de nuestra estructura psíquica o qué tipo de bondad amorosa aprenderemos de nuestros padres. Ni siquiera sabemos si esa familia nos dará la felicidad, si seremos criados en el abandono o seremos testigos de un ambiente donde haya reproche, ataque y desprecio entre sus miembros.
“Venimos de nosotros mismos y vamos hacia nosotros mismos. Por mucho que la familia y la sociedad traten de impedirlo, ¡sé tú mismo!”.
-Alejandro Jodorowsky-
Si, en ocasiones, caer en una familia positiva es casi como ganar la lotería, también es sobrevivir a ella, salir ileso de ciertas frustraciones, de ciertas tensiones que no siempre somos capaces de resolver. Es fácil que persistan algunas carencias, que aún en la edad adulta sigamos chocando con los valores de nuestros padres, teniendo diferencias con nuestros tíos o compitiendo con nuestros hermanos por esto o aquello.
La convivencia no siempre es fácil. Sin embargo, si existe el respeto, estos procesos aparentemente antagónicos pueden fluir con cierta naturalidad., permitiéndonos contar con ellos, con esa familia que, como bien dice el dicho popular, debe estar presente en las buenas y en las malas. Pero, ¿qué sucede cuando eso no se hace realidad? ¿Qué debemos hacer cuando falta el respeto y nuestro estado de ánimo se ve socavado y comprometido? ¿Cómo actuar cuando sentimos que la familia nos estresa y oprime?
Estrés en la familia: cuando la familia nos estresa y oprime
A veces nos decimos a nosotros mismos que nunca volveremos a cometer los mismos errores. Nos convencemos de no asistir a esas reuniones o celebraciones que siempre acaban mal. Buscamos un compromiso con nosotros mismos que nos dé firmeza y nos permita no ceder a ciertos chantajes, a esas peticiones que muchas veces hacen que nuestra autoestima se hunda. A pesar de todo, siempre caemos en la misma trampa.
Entonces, ¿cómo puedes evitarlo? Son miembros de nuestra familia y, como toda herencia basada en la sangre y la genética, tratamos de honrarlos y respetarlos todos los días, sin pausas; aunque el precio de nuestra estoica devoción siempre es más alto. Luchamos contra situaciones que no sabemos gestionar, nos dejamos chantajear, bajamos la cabeza para contener nuestras emociones y nos mordemos la lengua para no perder relaciones de por vida en un segundo.
Cuando el estrés en la familia es alto, pensamos muchas cosas. ¿Quizás ha llegado el momento de formalizar una salida definitiva o queremos seguir hundidos de por vida en ese lazo de sangre? No debemos caer en estos extremos, ya que además de no ser saludable, no se debe permitir. Echemos un vistazo a las estrategias que podemos utilizar.
Cuando la familia está estresada, es recomendable no tomar decisiones extremas y observar todo a partir de un estado de calma.
Cómo manejar el estrés en la familia
El desgaste como resultado del conflicto familiar puede ser muy grande, debido a la gran cantidad de sentimientos y actitudes involucradas.. Esta erosión emocional puede ser tan profunda que cada palabra o gesto, en ese contexto familiar asfixiante, se metaboliza de manera intensa, a veces exagerada.
Entonces, un primer paso que debemos trabajar es la relajación, la calma interior. Cuando una persona ha tragado muchas cosas en el transcurso de un ciclo de vida completo, acumula una inmensa frustración, una ira que ha creado armadura y arraigado. Es necesario canalizar todo para paliarla. Después de haber ventilado esos cuartos emocionales cargados de tensión, es hora de trabajar en el siguiente aspecto.
Define tu ego, fortalece tu identidad
Cuando las personas no desarrollan un fuerte sentido de identidad, definido y separado del contexto familiar, su bienestar emocional está en constante peligro. Necesitamos cortar ese cordón umbilical y tratarnos como entes independientes, basados en nuestros propios principios, valores y necesidades.
Cuando la identidad y la noción de uno mismo son sólidas, no hay duda, sabemos lo que es bueno, lo que está permitido y lo que no. Además, no solo vemos más claramente conductas tóxicas o actos narcisistas, tenemos menos escrúpulos cuando tenemos que poner límites: sabemos que son necesarios para mejorar la convivencia.
No hay razón para estar siempre de acuerdo con la familia.
El estrés en la familia tiene sus raíces en la falta de armonía, se da cuando los miembros actúan como antagonistas y no como mediadores. Un hecho muy común en estos escenarios es la necesidad que a veces tenemos de recibir siempre la aprobación de nuestros familiares, para no salirnos de esos caminos que unos trazan y en los que otros deben entrar casi necesariamente, para no defraudar.
Esto no es ser una familia. La auténtica familia es un microcosmos singular donde conviven en perfecta armonía los más diversos elementos. Es una piedra preciosa donde se engarzan los más variados minerales, con sus colores únicos, sus fantásticas propiedades y peculiaridades. Es la diversidad la que perfila la belleza de esa alegría donde cada uno se reconoce diferente, pero al mismo tiempo excepcional. Se entiende, pues, que una familia, una buena familia, respeta y tiende la mano, no oprime ni representa un obstáculo para el crecimiento.