Escrito y verificado por el psicólogo. ObtenerCrecimientoPersonal.
Última actualización: 15 2021 noviembre
Expresar emociones negativas no significa perder la cabeza. Enfadarse, decir “basta, he llegado al límite”, reaccionar ante quienes quieren que seamos sumisos, predecibles y silenciosos es una reacción sana y hasta necesaria. Nuestro temperamento, después de todo, tiene pleno derecho a desbordarse de vez en cuando para permitirnos expresarnos, para permitirnos canalizar estas emociones negativas.
Los biógrafos de Winston Churcill cuentan que el célebre primer ministro británico heredó las habilidades de liderazgo y el aplomo victoriano de su padre. Su madre tenía la terquedad, la energía y la capacidad innata para la seducción. Sin embargo, como dijo más de una vez el mismo político, su familia también se distinguió por un peculiar escudo de armas que él también guardaba con resignación en los sótanos de su mente: la depresión.
Su "perro negro", como lo llamó Churchill, persiguió la intimidad más profunda de su vida. Por fuera era un hombre enérgico y de temperamento de hierro que supo evitar que Gran Bretaña sucumbiera al nazismo, el que destacó como periodista y que incluso ganó el Premio Nobel de Literatura. Adentro, sin embargo, la tensión acumulada, las contradicciones y la ansiedad fueron tragadas como piedras, como platos para ser digeridos uno a uno en riguroso silencio.
Porque el político tenía todo el derecho de perder la compostura de vez en cuando para mostrar coraje y energía, pero el hombre siempre se escondía con su “perro negro”, sus libros y sus interminables botellas de brandy…
Podemos expresar emociones negativas sin perder la compostura
Nuestra sociedad nos ha enseñado erróneamente que existen emociones nobles y emociones impuras. Si en este mismo momento decimos que la ira y el enfado son saludables, probablemente muchos encontrarán contradictoria la afirmación. ¿Cómo pueden ser nobles las emociones tradicionalmente relacionadas con la agresión, la disputa o incluso la violencia?
Pues bien, estas atribuciones tan comunes entre la población son una muestra más de nuestra escasa competencia en materia emocional. Debemos tener claro, de hecho, que no hay emociones nobles y emociones impuras. Es más, si cometemos el error de reprimir, tragar o encubrir nuestra ira, a la larga, además de la indigestión emocional, las emociones que llamamos "nobles" perderán intensidad.
Tenemos pleno derecho a expresar emociones negativas. Lo ideal, sin embargo, es hacerlo con inteligencia y asertividad. Démonos permiso para mostrar nuestro enojo ante cualquier cosa que nos cause contradicción, molestia o nerviosismo. Asociar estas emociones con malestar no significa en absoluto que sean "sucias". Con ellos, entre otras cosas, obtenemos un elemento indispensable para nuestro bienestar psicológico: afirmarnos y resolver conflictos para poder adaptarnos mucho mejor a los contextos en los que nos movemos.
Ira adaptativa e ira derecha
Anna es maestra de secundaria y enseña matemáticas a varios grupos de tercer año. Además de ser una excelente docente, tiene excelentes cualidades de liderazgo para su profesión. Sabe comunicarse con sus alumnos cuando no le están prestando atención o cuando no están rindiendo como deberían. Es ágil para comunicarse, rápida para seleccionar y sabe dejar salir sus emociones para que repercutan positivamente en sus alumnos. Con la energía que obtiene de sus emociones, logra incitarlas, dirigirlas e inspirarlas.
Sin embargo, Todas estas cualidades que demuestra Anna en clase son incapaces de gestionarlas en el ámbito privado, con su familia y su pareja.. Hace mil piruetas para satisfacerlos a todos, encuentra el tiempo que no tiene y es incapaz de decir "no" a cualquier favor, pregunta o capricho que le pida su familia. Nuestra protagonista acumula tal nivel de ira y frustración que intuye que en cualquier momento afectará negativamente a su trabajo.
A continuación te proponemos que reflexiones sobre algunos principios sencillos que serían de gran utilidad para Anna y para cualquier otra persona en la misma situación.
Estrategias para expresar emociones negativas de forma inteligente
En primer lugar, hay que recordar un detalle: para expresar las emociones negativas sin perder la razón, debemos hacer uso de la ira funcional, adaptativa y controlada. Nos referimos a aquella comunicación con la que la persona no utiliza gritos ni insultos ni reproches inútiles. Esa comunicación con la que cada palabra hablada pasa primero por el filtro del respeto, la calma y la firmeza.
Los sentimientos no deben ser reprimidos o disfrazados.. Si hay cosas que nos molestan, que nos limitan y que nos lastiman, no mordamos la pata como quien traga un alimento que no le gusta con la nariz tapada.
Lo ideal en estos casos es planificar con anticipación qué decir, cómo y cuándo. Este plan nos da la capacidad de ser más inteligentes, y eso no significa necesariamente que sea falso o artificial.
Para concluir, como hemos visto, la ira bien gestionada tiene un gran potencial, es decir, nos da la fuerza que necesitamos para resolver muchas situaciones. Perder la compostura de forma inteligente, respetuosa y asertiva, por tanto, nos da la oportunidad de deshacernos de ese nudo en el estómago e incluso de ese “perro negro” llamado depresión que Winston Churchill sacó a pasear en numerosas ocasiones y en secreto durante mucho tiempo. de la época su vida.