Las familias resilientes son capaces de crear lazos fuertes con los que hacer frente a la adversidad. Pero es fundamental sembrar fuerza incombustible en los días soleados para ayudarnos en tiempos de tormenta.
Escrito y verificado por el psicólogo. GetPersonalGrowth.
Última actualización: 18 de febrero de 2022
Las familias resilientes saben cómo lidiar con más de una dificultad. Han fortalecido sus convenios, aprendido recursos y acumulado reservas para enfrentar la vida no solo con mayor integridad, sino también con más amor, humildad y esperanza. No siempre es fácil mantenerse unidos ante ciertos desafíos del destino, pero hay quienes lo logran de manera efectiva.
El término "familias resilientes" puede llamar nuestra atención; sin embargo, no estamos buscando un nuevo concepto o un enfoque innovador para la resiliencia. Sabemos que el desarrollo de esta competencia en muchos casos tiene lugar en el ámbito familiar. Esa fase primaria en la que crecemos a menudo es fundamental para construir las raíces de la resiliencia.
Por otro lado, hay un aspecto relevante señalado por expertos en este campo como los Doctores Roland Atkinson, Allan Martin y CR. Clasificación, (2009). Sería muy útil capacitar a las familias sobre los componentes de esta dimensión. La resiliencia hay que sembrarla en los días soleados para que crezca lo suficiente como para ayudarnos en los días tormentosos. Por lo tanto, no tenemos que esperar a la adversidad para cultivar esta herramienta tan necesarios para nuestro bienestar psicológico.
"Cuando todo parezca ir en tu contra, recuerda que el avión despega contra el viento, no a favor de él".
-Henry Ford-
¿Cómo son las familias resilientes?
Salvador Minuchin, psiquiatra, pediatra y reconocido experto en terapia familiar, concibe la familia desde una perspectiva estructural, donde todos sus miembros se relacionan e influyen de manera decisiva. Asi que, la capacidad de hacer frente a realidades tan concretas, como los problemas económicos o de salud, dependerá en gran medida de la personalidad y los recursos de sus miembros y de cómo interactúan entre sí.
Algunas familias, por ejemplo, no pueden brindar un apoyo efectivo a sus miembros. Son microcosmos sociales donde la sinergia y la armonía están ausentes, donde no existe una unidad familiar sólida y las alianzas se desmoronan cuando las cosas van mal. Esta realidad puede parecernos familiar a todos y sin duda conocemos las consecuencias.
Expertos en el tema como la doctora Fiona Walsh, de la Universidad de Boston, explican en un estudio que una de las estrategias para garantizar el bienestar psicológico del ser humano es sin duda la de poder enseñar los componentes de la resiliencia a los padres. Veamos cómo a continuación.
Adjunto y apoyo
Todo vínculo satisfactorio requiere afecto, seguridad, amor sano que se respete a sí mismo sin molestar al otro, al que apoyes sin condiciones ni chantajes. El primer pilar de las familias resilientes es sin duda el del apego y el apoyo, donde todos los miembros se dan la mano y sienten un vínculo sólido y fuerte que no permitirá que nadie se caiga. Pase lo que pase, esa unidad familiar siempre permanecerá unida, sosteniéndose y alimentándose emocionalmente mutuamente.
Valores familiares
En esta familia creemos en el amor y el respeto. No toleramos las mentiras, no aceptamos palabras que hieren y comportamientos que desprecian. En esta casa defendemos los abrazos y las palabras bonitas. Respetamos las opiniones, aunque no coincidan con las nuestras. También apreciamos pasar tiempo juntos, hablar honestamente, pedir ayuda cuando se la pidan y apoyarnos mutuamente en todo momento y bajo cualquier circunstancia. Estas ideas son ejemplos simples de valores que deben ser la base de toda familia resiliente.
Cohesión y flexibilidad
Una premisa esencial de las familias resilientes es que el todo es mayor que la suma de sus partes. ¿Qué significa esto? Básicamente que en la unidad familiar no es sólo el padre o la madre quien ostenta todo el poder y la autoridad. Una familia es una alianza basada en la interdependencia, el respeto y la unidad, en la que todos tienen el mismo valor.
Al mismo tiempo, y no menos importante, debe haber flexibilidad. En las familias felices no hay patrones rígidos, no hay patrones a los que todos deban adaptarse para satisfacer el ideal del padre o los deseos de la madre. Cada miembro tiene derecho a crecer, a elegir, a construirse. Porque flexibilidad es sinónimo de respeto y libertad.
Comunicación en familias resilientes
La comunicación es una herramienta indispensable que posibilita las alianzas y que nos hace superar cualquier problema. Una familia que facilita espacios de comunicación, escucha empática, asertividad y comprensión, pueden afrontar juntos cualquier circunstancia. Pocas dimensiones son tan fundamentales en nuestro tejido social como saber comunicar y permitir que otros se comuniquen con apertura y aprecio.
Rituales familiares y tiempo que pasan juntos.
Otro nutriente esencial de las familias resilientes es el tiempo que pasan juntos. Es cierto que no siempre es posible hacerlo tanto como te gustaría, pero es fundamental que cada momento compartido sea de calidad; de ahí la importancia de los rituales familiares. Con este término nos referimos a aquellos momentos cotidianos con los que alimentamos nuestras alianzas y nuestros afectos.
Así, por ejemplo, leerles algo a los niños antes de irse a dormir o simplemente preguntarles cómo les fue en el día, es un ritual que fortalece la relación, que aumenta la confianza y fortalece lazos que siempre perduran.
Finalmente, la resiliencia familiar se compone de amor, respeto y compromiso. Estos componentes están diseñados para promover y garantizar el cuidado de todos los miembros. Recuerda: el todo siempre es mayor que la suma de sus partes y esto siempre debe definir a cada unidad familiar. Tengamos eso en mente.