Última actualización: 16 marzo, 2018
Gestionar las emociones de forma inteligente significa canalizarlas para preservar el equilibrio y la armonía. Al hacer esto, explotamos una fuerza positiva para nosotros y para todos los colores que nos rodean, evitando que el mundo emocional nos prive de nuestra energía vital.
Cuando logramos mantener nuestras emociones en equilibrio, somos más productivos, creativos y felices. Evitamos que nuestras emociones saquen lo mejor de nosotros. Estamos así en condiciones de dar un rumbo constructivo a un mundo subjetivo, dirigiéndolo a nuestro favor y no en nuestra contra.
"La inteligencia emocional representa el 80% del éxito en la vida".
-Daniel Goleman-
Las emociones equilibradas nos permiten diseñar metas y alcanzarlas, establecer relaciones sanas con los demás y dar lo mejor de nosotros mismos. Por ello es importante aprender a gestionar las emociones con inteligencia. Para tener éxito solo se requiere determinación y perseverancia. Aquí hay cuatro maneras de hacer esto.
4 formas de gestionar las emociones con inteligencia
1. Entender que no existen las emociones negativas
Las emociones tienen una razón de ser. Por lo tanto, es un error categorizarlos como positivos o negativos. Solo hay que tener en cuenta que hay estímulos que llevan a experimentar unas emociones más que otras. Es inevitable.
El miedo, por ejemplo, es una respuesta a situaciones que representan una amenaza. Si no lo experimentáramos, fácilmente caeríamos en actitudes demasiado imprudentes. capaz de desafiar nuestra integridad. La ira, por su parte, representa una respuesta defensiva, cuyo papel es prepararnos para afrontar un ataque en caso de peligro.
En consecuencia, no hay emociones negativas. Para aprender a gestionar las emociones, lo importante es saber interpretar el mensaje comunicado por cada una de ellas, tomando conciencia de lo sucedido y que se puede abordar con seguridad.
2. Detente y siente las emociones
La educación y la sociedad casi nunca nos enseñan a gestionar las emociones. Nos convencen de que hay sentimientos y emociones que no tenemos que experimentar. Nos dicen, por ejemplo, que llorar o tener miedo no soluciona nada.
Sin embargo, las emociones no surgen por sí solas, como tampoco desaparecen por sí solas. Reprimir lo que sentimos no es la forma correcta de manejarlos. Reprimir lo que uno siente simplemente retrasa su expresión. Lo que se reprime siempre vuelve, y muchas veces de forma peligrosa.
El primer paso es comprender que todas las emociones son legítimas y tienen pleno derecho a existir y expresarse. Si aceptamos lo que sentimos, será mucho más fácil gestionar las emociones. No aceptarlo estimula una confusión que acaba produciendo como resultado una tormenta interior.
3. Observa, observa, observa...
La mejor forma de gestionar inteligentemente las emociones es aceptarlas, pero también comprenderlas. Para ello, es fundamental aumentar nuestra capacidad de observación. Solo prestar atención a nuestras emociones nos ayuda a canalizarlas.
Daniel Goldman, el gran teórico de la inteligencia emocional, sostiene que “la atención regula la emoción”. Esto significa que cuando nos enfocamos en lo que estamos sintiendo, automáticamente modulamos o aclaramos esa emoción.
Para observar las emociones, debemos preguntarnos: ¿qué estoy sintiendo? ¿Cómo me siento? A continuación debemos dar el nombre correcto a esa emoción que estamos experimentando. ¿Es ira o frustración? ¿Rechazo o fatiga? Cuanto más precisa sea la identificación, más fácilmente podremos comprender la emoción.
4. Ser críticos con nuestros pensamientos
Aunque nos pueda parecer lo contrario, muchos de nuestros pensamientos surgen mecánicamente. Son interpretaciones de la realidad que a veces tienen fundamento ya veces no. A veces son el resultado del razonamiento, a veces no.
El pensamiento no es la realidad, sino un filtro sobre ella. Hace que nos sintamos de cierta manera frente a lo que está pasando y en muchas ocasiones nos lleva a cometer errores. El pensamiento, por ejemplo, puede hacernos ver una dificultad como fuente de perturbación, pero también puede mostrárnosla como un desafío, una oportunidad. Obtenemos esto solo cuando nos esforzamos por dudar de esas ideas y no simplemente dejarnos llevar por ellas.
Aprender a gestionar las emociones de forma inteligente significa estar despierto, alerta y centrado en nuestro mundo. Puede parecer difícil al principio, pero los beneficios serán lo suficientemente grandes como para compensar el esfuerzo.