Última actualización: 30 de marzo de 2015
“Hay una historia detrás de cada persona.
Una de las razones por las que es como lo ves.
Antes de juzgarlo, piénsalo”.
Hay una historia detrás de cada persona, hay pensamientos detrás de sus expresiones, emozioni detrás de lo que siente y un alma bajo su piel.
Cada uno de nosotros, en el transcurso de la vida, pasa por diferentes momentos, vive experiencias, conoce personas que inevitablemente dejan una huella en nuestro interior. Incluso las personas o circunstancias que nos parecían haber pasado desapercibidas pueden volver más adelante en nuestras vidas.
Todo lo que nos sucede moldea nuestra experiencia y nuestra percepción, de diferentes maneras. Algunas experimentan más intensamente, otras suavemente; a veces conscientemente, a veces sin que nos demos cuenta... Pero todos nos dan reflejos, sombras y una miríada de matices intermedios.
Por eso, cuando por casualidad observamos a alguien que tiene un comportamiento extraño o inexplicable para nosotros, ¿De qué sirve necesariamente querer dar nuestra interpretación de cómo están las cosas?
Solo podemos juzgar desde nuestro punto de vista, basándonos en nuestras experiencias. Pero, ¿qué sabemos de esa persona? ¿Qué sabemos de sus emociones?
Si ya es complicado aventurarse en lo más profundo de nosotros mismos e intentar conocernos, ¿Cómo podemos pretender saber cuáles son las intenciones o motivos de los demás? o ¿cómo está experimentando esa persona una situación?
Pasamos la mitad de nuestra vida tratando de descubrir estas razones, y la otra mitad tratando de juzgar el comportamiento de los demás, como si no fuera lo suficientemente difícil hacerse cargo de nosotros mismos.
Cada persona tiene su propia historia y su propia sensibilidad hacia ciertos aspectos frente a otros. El hecho de que sea fácil para nosotros afrontar una determinada situación o expresar ciertas cosas no significa que también lo sea para los demás.
"El zapato que le queda bien a una persona le queda bien a otra:
no hay una receta de vida que sea apta para todos".
(Carl Gustav Jung)
“Si estuviera en María, trataría de descansar más…”, “No puedo entender por qué Fabio no ha dejado a su novia todavía, no la soportaría…”, “Nunca haría a través de tu vida, porque ¿no cambias algo?”.
Cuando te encuentras dando opiniones de este tipo, ¿alguna vez has pensado que tal vez esa persona tuvo una madre que durante años la ha acusado de no saber hacer nada y que por eso ahora quiere hacerlo todo a la perfección y no se lo permite? ella misma un respiro? ¿Que tal vez siempre haya tenido compañeros que la criticaron, y ahora ya no puede mostrarse abiertamente como es? ¿Quién habrá deseado tanto el cariño de sus siempre ausentes padres que se ha convertido en una persona que siempre está en busca de amor y cariño o que, por el contrario, a causa de este trauma, se niega a recibirlo?
Cada historia tiene más de una versión, y cada pregunta tiene más de una respuesta.
Es normal que, si estuviéramos en el lugar de esas personas, actuáramos de otra manera. Este es exactamente el punto: no somos ellos, y no hemos vivido su vida. Piénselo, después de todo, ni siquiera nos conocemos completamente a nosotros mismos: ¿alguna vez ha estado convencido de que reaccionará de cierta manera ante una determinada situación y luego se comportará de manera diferente cuando esté allí?
Debemos ser capaces de mirar más allá de la superficie y tener en cuenta que cada persona tiene su propia historia; un conjunto de vivencias, sentimientos, emociones, encuentros, variables biológicas y personales y al que hay que sumar también el poder de la situación y el contexto.
Juzgar a ciegas, por el simple hecho de hacerlo, no sirve de mucho.
No somos nadie para hacerlo, e incluso a través de una buena conversación podemos afirmar haber entendido todo acerca de una persona. A veces porque es difícil encontrar las palabras adecuadas, otras veces porque solo cuando contamos una experiencia con palabras, la estamos limitando.
Por el contrario, escuchar al otro y tomar en consideración que se ha convertido en lo que es gracias a las historias, experiencias y sentimientos que ha vivido, nos ayudará a comprenderlo mejor. Y aunque no podamos hacerlo siempre, no importa: quizás nuestra historia personal nos lo imposibilite en ese momento.
Solo recuerda que detrás de cada piel hay una persona, un alma fuerte pero también sensible que tiene sus heridas y cicatrices, que tiene su propia historia.