Última actualización: 16 de febrero de 2020
Cada día de nuestra vida es fruto de lo que llevamos con nosotros. Aunque eliminemos de nuestra conciencia los hechos que ya han ocurrido, todos quedan presentes en la persona que somos hoy y en la persona que seremos mañana. Por eso es tan importante sanar las heridas emocionales del pasado.
Las heridas emocionales son muy parecidas a las físicas. Si sanan y sanan, dejan cicatriz, pero nunca más vuelven a doler. Por otro lado, si no se tratan adecuadamente, serán molestos. Pueden reabrir o incluso empeorar.
"Cuando curamos los recuerdos de nuestra vida, el presente se ve diferente".
-Bernardo Stamateas-
Muchos piensan que basta con olvidar lo sucedido, no pensar en ello o no darle importancia. Sin embargo, simplemente decidir hacerlo no es suficiente. En la práctica, todas las heridas emocionales del pasado se mantienen a través de un proceso inconsciente. Analicemos tres huellas emocionales que pueden seguir gravitando alrededor de nuestra vida y afectarla de manera negativa.
1. Heridas emocionales relacionadas con la autoestima
El amor propio a veces se ve seriamente desafiado por experiencias pasadas. las diferentes formas di el rechazo genera sufrimiento, independientemente de las condiciones en que se produzca. Lastiman a cualquier ser humano.
Cuando este rechazo es sistemático, se ha producido a una edad temprana o proviene de figuras muy queridas, se convierte en un trauma emocional de difícil curación.. Que se burlen, se burlen, se menosprecien, se critiquen constantemente o se culpe sin razón: todas estas son situaciones que causan daño a quienes las padecen.
El daño a la autoestima puede durar toda la vida. En algunos casos, son heridas emocionales que nunca sanan por completo. Sin embargo, con la preparación adecuada, siempre es posible que dejen de ser una roca en confianza en sí mismos, sobre la asertividad y el sentido de optimismo ante la vida.
2. Heridas emocionales asociadas a la autonomía
Las heridas emocionales relacionadas con la preocupación por la autonomía aquellas situaciones en las que se ha ejercido un control excesivo sobre la persona. Lo habitual es que alguna figura con poder sobre un individuo haya ejercido un dominio arbitrario, lesionando así la autonomía personal del otro.
Estas heridas corresponden a todas aquellas acciones encaminadas a limitar la libertad y la capacidad de decidir. Ocurren cuando una persona es corregida y castigada con frecuencia por razones poco claras. E incluso cuando está constantemente mal visto o se le exige que informe hasta el más mínimo detalle de sus acciones. Asimismo, cuando se le trata como a una persona inútil o incapaz.
Estas heridas emocionales del pasado crean muchas dificultades a la hora de tomar la iniciativa o decidir sobre diferentes aspectos. Hacen a la persona sumisa y pasiva, o por el contrario extremadamente rebelde sin motivo aparente.
3. heridas emocionales relacionadas con el afecto
Las heridas emocionales que más pesan son las de afecto, es decir cuando la persona fue víctima de abandono, distanciamiento emocional o aislamiento. Los padres infligen estas heridas. Ellos mismos pueden haber sido víctimas de prácticas similares y repetirlas con sus hijos sin ser plenamente conscientes de ello.
Las lesiones relacionadas con la falta de afecto llevan a la persona a sentirse inmensamente sola en muchas circunstancias. Particularmente en aquellos en los que se siente vulnerable. Genera la percepción de no ser importante para nadie. También crea la idea de ser poco entendido o aceptado.
Estas heridas afectivas también generan graves consecuencias. La principal consecuencia es que te conviertes en una persona muy agradable. empleado de otros. Siempre necesitas obtener la aprobación de los demás. Intentas complacer a los demás, a veces incluso olvidándote de ti mismo. El estado de ánimo es muy variable, según la actitud de los demás.
Todas estas heridas emocionales del pasado entorpecen la vida. Suelen bloquear el crecimiento y la evolución en uno o más aspectos de la personalidad.. Por eso, es muy importante saldar cuentas con ese pasado que a veces pesa demasiado en la cotidianidad del presente. El camino para llegar es un proceso de reflexión que lleva a tomar conciencia de lo que ha sucedido y el impacto que ha tenido.